Las guerras siempre se originan en un pretexto

Conflicto Rusia-Ucrania: el acuerdo para una cumbre entre los presidentes ruso y estadounidense parece ser la última esperanza para la paz. Aunque la historia comparada tampoco alienta el optimismo.
Quien se haya interesado alguna vez por la historia del hombre podrá parangonar lo que está ocurriendo en la frontera entre Rusia y Ucrania con algunos sucesos que dieron origen a pretextos utilizados por determinados líderes de un país para atacar a otro e iniciar una guerra. Un ejemplo es el denominado "incidente Gleiwitz" por el que el nazismo "justificó" la invasión a Polonia y dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial.
En efecto, en la noche del 31 de agosto de 1939, un grupo armado, vistiendo uniformes del ejército polaco, tomó la radioemisora de Gleiwitz, localidad alemana fronteriza con Polonia. Los asaltantes tomaron el control del medio de comunicación, asesinaron a una persona y difundieron un mensaje en el que se llamaba a la población de origen polaco a levantarse contra el gobierno de Adolfo Hitler. Al otro día, Alemania atacó a Polonia utilizando este hecho como excusa para justificar el inicio de la guerra. En el juicio de Nuremberg se comprobó que todo resultó ser un montaje elaborado por la Gestapo y las SS.
El recuerdo de estos tristes episodios es, creemos, pertinente para tomar nota de lo que viene sucediendo en la frontera entre Rusia y Ucrania. Mientras la tensión crece a diario, Moscú insiste en que su vecino ataca a poblaciones de origen y habla ruso en la región del Donbas, en el este de Ucrania. Allí, desde que Rusia anexó la península de Crimea, hay un enfrentamiento entre grupos separatistas prorrusos y fuerzas ucranianas. Milicias independentistas han autoproclamado dos entes (no reconocidos internacionalmente) con los que pretenden desvincularse de Kiev: la República Popular de Donetsk y la República Popular de Luhansk.
Aunque Moscú niega que apoye a los rebeldes, todo indica que los apoya puesto que los considera parte del pueblo "ruso". La prensa rusa, en los últimos días, viene advirtiendo sobre supuestas, pero no comprobadas, matanzas cometidas por los militares ucranianos. Por caso, el diario Izveztia publicó el pasado 21 de febrero que "un proyectil disparado desde Ucrania golpeó el punto de servicio fronterizo ruso en la región de Rostov, el edificio quedó completamente destruido". En otros medios de aquel país repercuten acciones referidas a la recepción de exiliados prorrusos provenientes de las regiones en conflicto, la confiscación de armas del mercado negro que supuestamente iban a parar a manos del ejército de Ucrania y una larga sucesión de notas por el estilo, todas difundidas desde el aparato propagandístico del Kremlin.
En Moscú se afirma que en la región de Donbas se está produciendo un "genocidio" por parte de las fuerzas ucranianas, lo que en algunas cancillerías occidentales sonó como una profundización de la campaña de desinformación de la que acusan a Moscú para inventar un pretexto que justifique la invasión. La historia parece repetirse. Años antes de lanzarse sobre Polonia, el régimen nazi provocó la crisis de los Sudetes, engañó a las potencias europeas y se quedó con parte del territorio de lo que era Checoslovaquia. La anexión, tiempo atrás, de Crimea -región que pertenece a Ucrania- es otro elemento que el análisis permite cotejar, para tomar nota de que se puede estar a las puertas de una conflagración de imprevisibles consecuencias.
Por fortuna, todavía quedan esfuerzos diplomáticos por hacer. El acuerdo para una cumbre entre los presidentes ruso y estadounidense parece ser la última esperanza para la paz. Aunque la historia comparada tampoco alienta el optimismo. Basta recordar el engaño de Hitler en la cumbre de Múnich de 1938, con lo que ganó tiempo para perfeccionar su maquinaria bélica.