Análisis
La tragedia del fentanilo
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Análisis de una crisis sanitaria producida por una multiplicidad de impericias.
No es solo una crisis de salud pública. Es, como se ha calificado en numerosos artículos periodísticos, una tragedia sanitaria. Casi un centenar de personas han muerto ya por haber recibido fentanilo contaminado en sus tratamientos médicos. El número de fallecidos podría ser mucho mayor en virtud de las ampollas que contenían bacterias mortales se cuentan por decenas de miles y fueron comercializadas sin ningún control.
El fentanilo es un opiáceo aprobado como analgésico y anestésico. Se usa para tratar el dolor intenso, en especial tras una cirugía o en etapas avanzadas del cáncer. Se ha informado se incautó la totalidad de las ampollas contaminado esparcidas en el país. Se trata de más de 100 mil ampollas que tenía las bacterias Ralstonia pikettii y Klebsiella pneumoniae. Pese a ello, debido a la falta de trazabilidad y control, el alcance real de la tragedia puede adquirir una magnitud impensada.
Las ampollas contaminadas se produjeron en diciembre de 2024 por un laboratorio del HLB Pharma Group, firma que acumula más de 250 expedientes iniciados en su contra por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), de los cuales 117 corresponden a “desvío de calidad” en la producción de medicamentos e insumos médicos, según se ha señalado. Sin embargo, a pesar de las advertencias que incluso se formularon por escrito, las ampollas se distribuyeron sin mayores inconvenientes.
Llegado a este punto, la política, la mala política, volvió a lucir sus peores galas. El problema se inicia en un laboratorio de pobre control de calidad, pero muy “rico” en contactos políticos. Sus propietarios están ligados a empresas fantasma, ganaron licitaciones sospechosas en muchas intendencias del Conurbano bonaerense y sus relaciones con algunos líderes del kirchnerismo están saliendo a la luz. Sus turbios negocios contaron con la complicidad de un Estado bobo que miró para otro lado en un tiempo y que no dispuso los controles necesarios en la actualidad. Conveniencia y negocios en un caso. Negligencia e inacción en otro. Reprochables conductas que llevaron a este drama.
Los intentos de frenar la creación de entes investigadores en el Congreso, el silencio estridente del Anmat, la lentitud de un juez cuya filiación política es evidente son, entre otros, síntomas inquietantes de posibles complicidades, de desidia institucional y de oscuros intereses que enmarañan las investigaciones destinadas a esclarecer los hechos. Mientras las muertes se siguen sumando, no hay imputaciones ni detenidos. El reclamo de los familiares de las víctimas se hace oír, pero pierde fuerza frente a la cadena de obstáculos que se debe atravesar.
Hay algo más grave aún. Con las distancias del caso, la comparación con la pandemia permite ampliar el horizonte. A poco de instaurarse, la extensa cuarentena dejó de ser una medida de salud pública para convertirse en un instrumento de manipulación política e ideológica. Son varios los síntomas que indican que la tragedia del fentanilo contaminado discurre por el mismo camino.