Agro
La reproducción en el tambo define eficiencia, rentabilidad y futuro productivo según especialistas en campo argentino
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Especialistas explicaron cómo funciona la reproducción bovina y qué factores determinan el éxito reproductivo, desde nutrición y registros hasta manejo, estrés y estrategias para lograr mejores tasas de preñez.
La reproducción es el eje central del sistema tambero y un punto ineludible para evaluar eficiencia y rentabilidad. Así lo plantearon los especialistas durante una extensa explicación técnica orientada a productores, donde recalcaron que “no se puede hablar de un tambo sin hablar de reproducción”, porque sin preñes no hay terneros y, sin terneros, no existe producción de leche, expresó el Veterinario Leandro Dutruel en Radio AM 1050.
Los expertos recordaron que la vaca es una especie capaz de reproducirse todo el año. “Cada 21 días entra en celo y ese intento natural de quedar preñada dura entre 12 y 18 horas”, precisaron. Ese período corto y muchas veces nocturno obliga a los establecimientos a elegir sistemas de detección eficientes para no perder oportunidades de servicio. “Si ocurre a la noche, es probable que nadie lo vea y se pierdan 20 días”, remarcaron.
El proceso reproductivo fue explicado como un rompecabezas donde intervienen tiempo, energía, salud y observación. La vaca solo activa su capacidad de reproducirse cuando su organismo reconoce condiciones estables: buena alimentación, ausencia de estrés y un entorno sanitario adecuado. “La reproducción es un lujo fisiológico: lo primero que se apaga cuando algo anda mal”, advirtieron. El calor, las dietas mal balanceadas, el barro, las infecciones o las enfermedades virales pueden silenciar el ciclo reproductivo de manera inmediata.
Respecto a la gestación, detallaron que dura nueve meses, con un desarrollo embrionario lento en los primeros dos tercios. Los mayores requerimientos aparecen al final, cuando el ternero duplica su tamaño y la vaca se prepara para la lactancia. “Si descuidamos esos últimos dos meses, tendremos partos difíciles, retenciones de placenta y una futura producción más baja”, explicaron. Por eso, insistieron en sostener el plano nutricional, aportar minerales clave y evitar cualquier tipo de estrés.
Sobre el rol de la alimentación, señalaron que “no hay tecnología ni hormonas que compensen una vaca mal alimentada”. La condición corporal ideal debe ubicarse entre 2,75 y 3,25 puntos. Una vaca flaca apaga el sistema reproductivo; una vaca gorda complica el parto y reduce su fertilidad. Además, los primeros 60 días de gestación son críticos: “Cualquier estrés puede significar un aborto”, alertaron.
En cuanto a las estrategias reproductivas, describieron tres caminos: la observación tradicional, la inseminación artificial a tiempo fijo y la incorporación de tecnologías como collares y sensores. La inseminación programada se destacó como la alternativa más eficiente, mientras que el uso exclusivo de toros implica riesgos sanitarios y un freno a la evolución genética. “Con el toro te quedás estancado varios años”, apuntaron.
Entre los factores que derrumban los porcentajes de preñez mencionaron el balance energético negativo posparto, el estrés térmico -que desde los 27 grados reduce consumo y producción-, enfermedades metabólicas y reproductivas, malas condiciones corporales y, especialmente, la ausencia de registros. “El que no registra deja todo al azar”, sintetizaron.
Como conclusión, llamaron a mantener criterios simples pero fundamentales: “Registros siempre, elegir el sistema más adecuado y evitar cualquier estrés en la vaca”. El objetivo, subrayaron, debe ser lograr un ternero por vaca por año para asegurar eficiencia y continuidad productiva.
