La nafta no se mezcla

En los '80 los bancheros fueron furor en las veredas de la ciudad pero actualmente casi desaparecieron. Se cuentan con los dedos de las manos y están esparcidos en los barrios más alejados de la ciudad o en Frontera. Si bien los ciclomotores no se mueren ya no es negocio expender así combustible.
Así como ahora en la calle proliferan las motos de 110 cilindradas, en la década del '80 la popularidad la tuvieron los ciclomotores. Zanellas, Garellis... y algunas importadas cuando llegaron los '90 fueron los vehículos predilectos para la clase media.
Luego la moda cambió, al mercado entraron modelos nuevos y eso hizo que ahora la realidad sea otra. Lo cierto es que el paso entre estas dos generaciones puntuales de motos trajo aparejada también la "muerte" de un trabajo que casi está extinto y que hace 30 años pintaba otra realidad en las calles del país y obviamente de nuestra ciudad.
Tres décadas atrás era usual ver tambores de nafta de tipo mezcla donde los conductores pasaban y llenaban su tanque con la medida justa. Para sus propietarios era una buena herramienta de trabajo mediante la cual se podía evitar pifiarle a la cantidad de aceite y hacer "desastres" con la moto.
El avance del tiempo y las transformaciones del sector trajo aparejado el cambio en los motores que dejaron de ser fabricados en masa con la modalidad de dos tiempos y empezaron a predominar los de cuatro.
La nafta de tipo mezcla entonces quedó rezagada y los bancheros también. No obstante no fue el único factor que jugó en contra. También fue fundamental que se empezaran a negar las habilitaciones para que los tambores estén en la vereda. Para los expendedores fue casi letal porque el truco, podría decirse, estaba en esa suerte de venta al paso.
Fueron un boom
Para quienes tuvieron o tienen un ciclomotor los tambores que vendían la nafta de tipo mezcla fueron siempre una salvación. Eso les evitaba tener que medir cuánto de aceite tenían que poner en el combustible, rogando sacar bien la cuenta y no pasarse.
Sin embargo, con el tiempo los tambores fueron desapareciendo y ahora casi se pueden contar con los dedos de las manos. Eran una fuente principal de trabajo y ahora casi no rinden como anexo.
"Esos surtidores surgieron porque allá en la década del ´80 cuando comenzó el furor de los ciclomotores de distintas marcas primero nacionales y después entraron algunos importados", explicó a LA VOZ DE SAN JUSTO Raúl Giacardi.
Quienes tenían un banchero podían fácilmente identificarse porque los tambores estaban en las veredas, "al paso". La gente compraba los insumos en las estaciones de servicio y "lo vendían en sus casas o talleres mecánicos como quien vende un repuesto más de motos".
La nafta ya venía preparada, solo había que tener en cuenta la relación entre el combustible y el aceite cuya cantidad en éste último alcanzaba el 3 %. Hoy la gente va a la estación y los que tienen ciclomotores algunas estaciones venden la mezcla y otros lo hacen en su casa.
Casi desaparecidos
Al margen de que el mercado está inundado por las motos que tienen motores de cuatro tiempos, también influyeron otras causas para que estos expendedores de nafta desaparecieran.
Primero fue la salida del mercado de los ciclomotores, luego que la gente comenzó a comprar el aceite y hacer ellos mismos la mezcla a medida que desaparecían y la fundamental quizás que se comenzaron a negar las habilitaciones para que permanezcan en las veredas.
"Hay condiciones de seguridad que deben respetarse. Los municipios no habilitan tener el banchero en la vereda, tenerlo adentro de la casa es un tanto peligroso. Eso sumado a que los márgenes de ganancia son cada vez menos", indicó Giacardi.
Según pudo averiguar este diario, hoy esos tambores de 200 litros venden la nafta a un precio cercano a los 60 pesos cuando es nafta súper, sin tener tanta diferencia con lo que se consigue en una estación de servicio.
La mezcla casi no se comercializa más por la escasez de personas que siguen comprando así el combustible, por lo que su verdadera salida económica está en "abastecer a las motoguadañas y motosierras que necesitan nafta súper".
Los tambores así parecen condenados a desaparecer o reconvertirse y ser una alternativa al paso pero ya sin el ruido de los ciclomotores ni las mezclas de aceite.