La mujer y un mundo sostenible
Este rol fundamental lo cumple más de la mitad de la humanidad. Y, por cierto, su reconocimiento excede la celebración de hoy.
La celebración del Día Internacional de la Mujer remite a una reflexión profunda acerca de las condiciones en las que el sexo femenino puede insertarse en las distintas sociedades y culturas. La violencia, la falta de oportunidades, la discriminación laboral y tantos otros aspectos muy sensibles se suceden entre los prioritarios en cada región del planeta. En todos, un denominador común: la necesidad imperiosa de reducir las desigualdades.
Hace unos años las Naciones Unidas instaron al mundo a pensar sobre el papel femenino en la preservación de la paz mundial. La llegada de esta celebración coincide con la amenaza de una contienda bélica que puede extenderse por Europa y otras regiones. Las imágenes que observamos en todas las pantallas exhiben el protagonismo femenino en el cuidado y la defensa de la vida, el valor fundamental que algunos líderes mundiales se obstinan en despreciar.
Este rol fundamental lo cumple más de la mitad de la humanidad. Y, por cierto, su reconocimiento excede la celebración de hoy. Porque en un planeta amenazado por guerras, conflictos y una crisis climática de proporciones antes nunca vistas, es imposible no advertir la trascendencia del aporte de la mujer a la hermandad entre los pueblos y a la lucha contra el cambio climático.
No obstante, esta conexión íntima entre el sexo femenino y los grandes temas que aquejan a la humanidad en su conjunto exige que se reviertan algunas condiciones negativas que impiden la igualdad, generando desequilibrios que -de uno u otro modo- terminan acrecentando aquellas diferencias que ya no pueden ser admitidas. Y que se podrán ir revirtiendo si se aumenta la representación de las mujeres en "las funciones de liderazgo y la toma de decisiones", según sostiene la ONU. Así también en la "redistribución de los trabajos de cuidado".
Este último aspecto es motivo de discusión desde hace mucho tiempo. La pandemia del Covid 19 lo encaramó entre los asuntos que urgen un replanteo a través de decisiones que los Estados deben tomar. La ONU señala que "la economía mundial depende del trabajo de cuidados no remunerado o mal remunerado que realizan, sobre todo, las mujeres. Sin embargo, a pesar de su carácter esencial, este trabajo no es valorado como es debido".
La descripción es elocuente y puede constatarse con la observación social. Porque "el trabajo de cuidados es un sector de la economía inherentemente sostenible: en lugar de consumir recursos, ayuda a mantener y fortalecer las capacidades humanas". Promueve al ser humano, apoya su educación y fortalece su socialización. Sin estas premisas, se pierde la esperanza de un mundo sostenible.
En este día tan especial, además de insistir en que se lleven a cabo todas las acciones tendientes a eliminar las desigualdades existentes, es preciso valorar a la mujer que cumple la tarea esencial en el cuidado de los demás. Será fundamental entonces ampliar beneficios que apoyen este tipo de labores que permiten el desarrollo de la sociedad sin que se aumenten las emisiones que provocan el cambio climático.