Curar haciendo reír
La magia de la nariz naranja: los payamédicos y el arte de sanar con alegría
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Con humor, empatía y juego, acompañan desde lo emocional a quienes más lo necesitan. “Ponerme la nariz es saber que voy a llevarle alegría a alguien”, cuenta Silvia Rojas, una de las fundadoras e integrante activa del grupo de San Francisco.
En los pasillos del hospital, una carcajada interrumpe el silencio. En una sala, una nariz naranja asoma entre batas blancas y un paciente deja escapar una sonrisa. No es una escena improvisada: es parte del trabajo que realizan los payamédicos, artistas y voluntarios que combinan el humor, la ternura y el juego como herramientas de acompañamiento emocional en contextos de salud.
Cada 5 de noviembre se celebra en Argentina el Día del Payamédico, en homenaje al natalicio del artista español Emilio Aragón, conocido como “Miliki”, símbolo del humor blanco y la ternura escénica. La fecha fue impulsada por el médico José Pellucchi, fundador de la Asociación Civil Payamédicos en 2002, que reúne a profesionales de la salud y artistas comprometidos con llevar bienestar emocional a pacientes, familiares y trabajadores sanitarios.
En San Francisco, este movimiento tiene presencia desde 2016, cuando un grupo decidió sumarse a la red nacional de Payamédicos. Desde entonces, las narices naranjas se convirtieron en parte del paisaje hospitalario y en un puente de empatía y alegría. Entre quienes dieron los primeros pasos está Silvia Rojas, una de las pioneras e integrante activa del grupo local.
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El comienzo de una vocación
“Yo me enteré que acá se abría un curso en 2016. No sabía exactamente qué era payamédicos, pero me interesó eso de poder llevar al otro sonrisas y alegría. Siempre me gustó ayudar, así que me anoté y me encantó. Desde el primer día sentí que era para mí”, recuerda Silvia en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
La formación, cuenta, no solo la introdujo al teatro y a las técnicas de improvisación, sino también a una nueva forma de mirar al otro. “Apenas empecé, me fascinó todo”, explica. Con el tiempo, descubrió que el payamédico no solo entretiene: también acompaña, escucha y humaniza. “Yo siempre digo que es mi mundo naranja. Ponerme la nariz es saber que me voy a encontrar con alguien a quien voy a llevarle alegría, mi sonrisa, mi juego. A veces voy con mis propias cargas, pero me pongo la nariz y todo cambia. La nariz naranja es mágica, transforma tanto a nosotros como a los demás. Es una nariz que cambia el mundo, aunque sea un ratito”.
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Acompañar desde la emoción
El trabajo de los payamédicos no se trata de hacer reír por hacer reír. Su objetivo es trabajar sobre la parte emocional de los pacientes, ayudando a aliviar el estrés, la ansiedad y el miedo que suelen acompañar los procesos médicos. “Nos enfocamos en hospitales y clínicas, porque son los lugares donde estamos preparados para actuar. También vamos a hogares de ancianos, pero nuestro fuerte es el hospital”, detalla Rojas.
Cada visita es distinta. “A través del juego, una adivinanza o un mundo mágico, buscamos que el paciente, aunque sea por un momento, pueda olvidarse de lo que está viviendo. No curamos enfermedades, pero ayudamos a sanar desde otro lugar”, dice. Y agrega: “La cara de los chicos cuando nos ven es impagable. Nuestros colores llaman mucho la atención. Y no solo los niños: también los adultos y las familias se involucran. Si entramos a una sala con tres pacientes o seres queridos, el juego es para todos. La idea es que ese momento se comparta”.
En sus recorridas, los payamédicos también interactúan con quienes esperan y con el personal del hospital. “Desde que entramos empezamos a jugar con todos, incluso con el personal de seguridad o los doctores. La alegría es contagiosa”, cuenta entre risas.
Momentos que conmueven y dejan huella
A lo largo de estos casi nueve años, los payamédicos fueron testigos de innumerables historias que los marcaron profundamente. Entre ellas, recuerdan la de un joven llamado Ignacio que, tras permanecer en terapia intensiva, comenzó a mostrar signos de recuperación mientras lo acompañaban en su proceso. Con el tiempo, pudieron verlo sonreír nuevamente y seguir de cerca su rehabilitación. “De esas historias tenemos muchas”, dice Silvia con emoción.
El vínculo con el personal médico también fue creciendo con los años y hoy es una parte fundamental de su tarea. “Los doctores y enfermeras nos conocen y valoran nuestro trabajo. Ven cómo cambia el ánimo de los pacientes después de que pasamos por las salas, y eso también los motiva a ellos”, destaca Rojas.
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Un grupo que crece y celebra
Actualmente, la Asociación Civil de Payamédicos de San Francisco está integrado por unas 25 personas, que se organizan según su disponibilidad horaria. “Nos manejamos de manera horizontal. Durante la semana nos comunicamos para ver qué actividades tenemos y armamos las salidas, generalmente los fines de semana”, explica Silvia.
Las visitas más frecuentes son al Hospital J. B. Iturraspe y el Hogar de Ancianos “Enrique J. Carrá”, donde fueron recibidos desde sus primeros pasos. “Ahí empezamos y seguimos yendo. Los abuelos nos esperan, disfrutan de los juegos y trabajamos mucho con ellos la parte motriz y emocional. A veces piden que el doctor les diga que vayamos, porque extrañan las visitas”, comenta.
Además, el grupo participa en campañas de concientización junto a distintas instituciones locales. “Estuvimos en actividades por el Día del Autismo, en campañas sobre el uso del casco o la salud bucal, y también en el Festival de la Buena Mesa, donde trabajamos con el Colegio de Odontólogos. Este año fuimos a escuelas para hablar de alimentación saludable. Todo lo que tenga que ver con salud, ahí estamos”, detalla.
Desde su creación, el grupo realizó cuatro cursos de formación que dieron lugar a nuevas generaciones de voluntarios. “El primero fue en 2016, y después hicimos tres más. Por ahora no tenemos fechas para otro, pero siempre hay gente interesada. Nos escriben preguntando cuándo abrimos inscripciones”, cuenta.
Durante estos días, en conmemoración al Día del Payameidico, el grupo de nuestra ciudad realizaró diversas actividades para celebrar y recordar que la alegría también cura.
Quienes deseen conocer más sobre sus acciones pueden encontrarlos en redes sociales como Payamédicos San Francisco, tanto en Facebook como en Instagram. “Allí subimos fotos de cada visita, de cada escuela o institución que nos invita. Todo lo que hacemos está ahí, porque queremos que la gente sepa que la alegría también cura”, concluyó Rojas.
