La inseguridad, flagelo recurrente
Poner coto a los asaltos callejeros y en los domicilios es imperioso. Desde hace mucho tiempo, la sensación generalizada es que los sanfrancisqueños no podemos sentirnos seguros.
Una importante cantidad de vecinos participan de la reunión que se llevó a cabo en el centro vecinal de barrio Vélez Sarsfield para analizar medidas de seguridad a tomar en ese sector de San Francisco. La preocupación por los constantes robos y arrebatos a cualquier hora del día tuvo su colofón con el ataque a una joven mujer que recibió una seria herida en una de sus manos cuando fue abordada por una pareja de motochorros.
Autoridades policiales y municipales dialogaron largamente con los vecinos sobre las acciones que se llevan a cabo para atenuar la sensación de indefensión que los vecinos tienen en ese sector y también en otros de la ciudad. El flagelo de la delincuencia está cobrando un auge que reclama enérgicas respuestas y compromiso.
El unánime reclamo del barrio Vélez Sársfield se replica también en otras barriadas sanfrancisqueñas. La asistencia masiva a la referida reunión es un indicio concreto de que los vecinos están hartos de soportar la amenaza constante que los "marca" como víctimas potenciales de un asalto, con las perjudiciales consecuencias que esta situación genera tanto para el ánimo ciudadano, como para las vidas y bienes que deben ser resguardados.
La presencia policial en las calles de los barrios se torna indispensable. La iluminación debe ser mejorada en todos los aspectos. La atención policial al vecino que ha sido víctima de un hecho delictivo tiene que ser eficiente, al igual que el accionar de la fuerza para dar con los responsables. La comunicación pública no puede estar sujeta al arbitrio de algún funcionario que decide que es preferible que no se conozcan los hechos. Estos y otros aspectos similares requieren, también, del compromiso de los vecinos. La respuesta ciudadana a esta última convocatoria comprobaría que la situación llegó a un límite en el que el desinterés no puede admitirse.
El crecimiento de la población, las cada vez más extendidas carencias sociales, culturales y educativas, así como la particular situación geográfica de San Francisco ayudan a crear las condiciones para el auge del delito. Pero esto no exime de ninguna responsabilidad a quienes tienen la responsabilidad de garantizar la tranquilidad de los vecinos, así como tampoco elimina la necesidad de que toda la población se involucre más activamente en la lucha contra la delincuencia.
Poner coto a los asaltos callejeros y en los domicilios es imperioso. Desde hace mucho tiempo, la sensación generalizada es que los sanfrancisqueños no podemos sentirnos seguros. Vaya si lo experimentan las víctimas del accionar de la delincuencia. Porque el daño no es solo material. Porque, lamentablemente, delincuentes de toda laya que viven entre nosotros están dispuestos también a arrebatar la tranquilidad y, cada vez con mayor frecuencia, la salud y la vida de quienes habitamos esta ciudad.