La inflación no es una diablura

¿Podremos en la Argentina terminar con esta distorsión que destroza cualquier expectativa de progreso? Habrá que elevar plegarias quizás para que los verdaderos "diablos" de esta historia consigan acordar sobre las causas, dispongan estrategias correctas y tengan la determinación política que no han mostrado hasta el momento.
El presidente de la Nación, en una reciente entrevista con la televisión pública, dijo que hay "diablos que aumentan los precios y hay que hacerlos entrar en razón". El primer mandatario dijo además que hay "una inflación autoconstruida". Tras esa declaración, en la Casa Rosada sostuvieron que la inflación "autoconstruida" es "una teoría económica".
La declaración presidencial fue objeto de numerosos comentarios, la mayoría despectivos. Los "memes" en las redes sociales aparecieron por doquier y en casi todos se pudo observar la desconfianza hacia la palabra de la máxima autoridad del país, especialmente en un tema tan sensible como el que padece la sociedad argentina desde hace décadas.
En esta explicación del fenómeno que viene destrozando las esperanzas y los sueños de los argentinos desde hace décadas, los consumidores son protagonistas de una profecía autocumplida originada en que se apuran a desprenderse de su dinero buscando hacer compras antes de que "los diablos" suban los precios. Es decir, "autoconstruyen" una expectativa inflacionaria, lo que termina generando el alza en los valores de los bienes y servicios.
En este marco, el voluntarismo de parte de la dirigencia política y de muchos de los gobernantes no comprende, al parecer, lo difícil que es ser productor o consumidor en la Argentina. Quien produce no tiene nunca claro el horizonte. No puede proyectar ni siquiera a corto plazo ante las erráticas decisiones, la inestabilidad cambiaria o la presión fiscal creciente. La incertidumbre lo transforma en un "diablo". Por su parte, el consumidor duda permanentemente respecto de si el precio de un producto es el adecuado, usa las cuotas sin interés de los planes subsidiados porque sabe que el monto a pagar se licuará en poco tiempo y acapara productos de vencimiento extendido o compra bienes durables para "refugiarse" del infierno inflacionario.
Son todas conductas imposibles de entender en una economía estable. Según el presidente de la Nación, son comportamientos "autoconstruidos" que forman parte del flagelo de la inflación de la Argentina. Se trata del fenómeno que más ha influido en la decadencia del país: incertidumbre, inseguridad, caída de la demanda, parálisis productiva, salarios que se esfuman, inversión inexistente y muchas otras consecuencias nefastas son producto de este mal endémico que, ahora, nos venimos a enterar que se debe a "diablos" que tienen aumentan los precios y del que nada tienen que ver la emisión descontrolada, el gasto público exacerbado y los costos de la política que, para los gobernantes, casi nunca forman parte de las "multicausas" que lo originan.
¿Podremos en la Argentina terminar con esta distorsión que destroza cualquier expectativa de progreso? ¿En verdad puede creerse que la inflación es una "diablura"? Habrá que elevar plegarias quizás para que los verdaderos "diablos" de esta historia consigan acordar sobre las causas, dispongan estrategias correctas y tengan la determinación política que no han mostrado hasta el momento.