La importancia de “El Cultu”, donde la cultura de barrio Parque se construye
El lugar nació para "correr" a los pibes de las cosas negativas. Es un espacio que funciona en la exsede del centro vecinal y desde donde se busca, por medio de talleres y demás actividades que tienen que ver con el arte, recuperar la identidad del barrio y trascender.
Por Manuel Ruiz
Las marcas culturales de un territorio las crean, definen, extienden en el tiempo y las modifican los habitantes del lugar. La identidad es parte de esas formas de hacer, pensar, ver e interactuar. Es atravesada por la cultura hasta hacer borrosos los límites de cada concepto.
Erróneamente, cuando se habla de cultura se piensa instantáneamente en alguna situación vinculada con el arte, la expresión y la estética. Pero el arte es solo una más de la concepciones que hace a la cultura de un lugar. Puntualmente en este artículo de barrio Parque. Sobre todo cuando este se vuelve herramienta de transformación social.
Son las 20.30 de un miércoles de verano pero a mediados de abril y en el salón de calle Resistencia, donde funcionaba la sede del centro vecinal de barrio Parque, el colectivo de personas que integra "El Cultu" se alista para debatir y organizar la peña folclórica del pasado viernes.
El lugar, que ya no es más un centro vecinal desde hace tres años, fue en su momento también una sala velatoria. Mario Sánchez, de la murga "Los innombrables del Parque", le cuenta a LA VOZ DE SAN JUSTO que el origen de "El Cultu" se remonta a la murga, a la falta de un lugar para ensayar cuando el calor se iba o cuando la lluvia se hacía presente. Pero además, "El Cultu" es la apropiación de un espacio inutilizado.
"El taller que empezó a desarrollar a El Cultu como espacio fue la murga. Pero hay gente a la que no le gusta la murga, entonces dijimos de encontrar personas, amigos, que quieran dar algún taller. Primero empezamos entre nosotros con lo que sabíamos: folclore, plástica y así se fue sumando mucha gente. Nos sentíamos que éramos una rama de la cultura popular de acá y lo pedimos para habitarlo, lo necesitábamos porque sentíamos que era nuestro", explicó Sánchez sobre el espacio físico, reconociendo que desde el centro vecinal les permitieron el uso.
"En ese momento veníamos a la mañana, era el taller de murga y veníamos 10 adultos y 3 chicos; cuando lo pasamos a la tarde empezó a crecer un montón en cuanto a chicos", recordó el entrevistado, orador central de una ronda hidratada a mate y que forman otros integrantes del espacio, la mayoría vecinos del barrio.
Porque si hay algo que Sánchez va a dejar claro en más de una ocasión es que el espacio se nutre de los propios, de lo barrial concretamente, pero también de la gente que viene de afuera, sea para dar un taller o tomar clases.
Necesidad y urgencia
"En su momento veíamos la necesidad de tener un lugar como El Cultu. Nos encontrábamos que no había nada que le dé a la gente del barrio ese sentido de pertenencia, que los haga parte. Nos pasaba con el Parque Cincuentenario, porque la murga nace por la lucha de que no lo destruyan. Pero esa era una lucha de lo más grandes, porque cuando los chicos crecieron el Parque ya estaba destruido. Nosotros los más grandes que vivimos otra época de este lugar como espacio de sociabilización, de familia, le dábamos otro reconocimiento. Con ese sentido nace esto también, para que los chicos tenga un lugar al que reconocer como propio, donde sentirse identificados. De hecho el nombre del espacio se afianza porque los chicos del barrio le empezaron a decir ´El Cultu. Vamos a El Cultu`", explicó Mario.
"El Cultu", nacía entonces como otro mundo posible. Como un muestrario de herramientas para encarar lo diario pero con otras formas. No desconociendo ni renegando de la identidad propia (ser de barrio Parque), sino como la puerta a otra cosa para que después los vecinos determinen si lo iban a querer o no, cuánto lo iban a frecuentar. Lo importante era que esté y que esté ahí: frente al dispensario, donde estaba el centro vecinal. Que esté en el barrio para su gente.
"Hoy tenemos taller de murga, de folclore que arrancó el año pasado, malabares y varieté de circo, croché, manualidades. Se está viendo para activar zumba, costura, tratando de conseguir máquinas de coser usadas y arreglarlas porque las propias vecinas no están diciendo que quieren un taller de costura. Vemos lo que la gente va necesitando y tratamos de meterle, involucrarnos desde ahí", afirmó Sánchez.
Autogestión
Pensar a un barrio humilde y atravesado por la violencia a causa de las drogas y la pobreza, solo en términos de seguridad, es equivocarse. La acción directa de medidas de seguridad puede paliar, puede parchar, pero no es una herramienta de cambio real. La realidad así lo demostró. Para corregir eso hacen falta otras cosas, que intervengan otros actores, otros imaginarios, otros soñadores que se pongan a hacer sin destruir, sin querer borrar. El cambio no es a fuerza de bala.
"El Cultu" es un lugar para todos y todas. Los talleristas, la mayoría, no son del barrio. Pero nos encontramos que todos tienen una conexión: fueron a la escuela, sus abuelos viven en él, por lo que el sentido de pertenencia está. En un futuro, la idea es que los propios pibes de Parque, que pasaron por acá, puedan dar los talleres.
"Acá nadie cobra nada, nadie paga por venir a los talleres, todo depende de la rotación y el trabajo colectivo. Vivimos en un barrio donde la violencia y las drogas se naturalizan. Los que vivimos acá nos criamos de esa forma. Pero para aprender murga, folclore, los compañeros tuvimos que salir del barrio. Pero ¿por qué? Si tenemos el espacio y la gente que es lo más importante", se preguntó el entrevistado.
Según dijo Sánchez, "tratamos de ser una opción para que los pibes del barrio esquiven esas cosas negativas. Nos pasa de estar en la calle y ver a los transas y lo naturalizamos, y no estamos alejados de eso. No le cerramos la puerta a la gente que consume. Todo lo contrario, tenemos que abrirla, trabajar juntos, ayudar".
Hacerse cargo del barrio
"Faltan espacios como estos. Hoy nos encontramos con un espacio así en el medio de barrio Parque porque hay gente que tiene muchas ganas de hacerlo, pero el Estado también tendría que resolver eso. Meterse más, decir en barrio Parque hay un centro cultural que no tiene agua y desde que estamos nadie nos preguntó si necesitábamos algo. El año pasado lo querían transformar a este espacio en sala velatoria para toda la gente de la ciudad que no tenía recursos. Por ahí nos encontramos que tenemos más el apoyo del barrio que del Estado", explicó Mario, asegurando que sintió alegría cuando este año llegaron las asistentes sociales de la Dirección de Desarrollo Social del municipio a preguntarle los chicos que habían dejado el colegio, por qué lo habían hecho, algo que no pasaba.
¿Sentís que el Estado lo da como perdido al barrio? ¿Qué no tiene sentido involucrarse acá?, le preguntó este diario a Sánchez: "Sentimos que lo esconden porque nos encontramos que el barrio si vos venís por los alrededores, ves casas muy lindas y cuando entraste al barrio ves otra realidad, donde no hay casas lindas. Tenés barrio con luces led y acá tenes que esperar siete meses para que arreglen un foco, sino se cae un palo. Son cosas que vemos, porque vivimos acá y por eso sentimos que nos esconden", respondió.