Sociedad
La historia de emigración de dos familias sanfrancisqueñas en Italia
Después de los 60 o con hijos pequeños. Los Lozano – Martini y los Tognon – Bortolotti revelaron los desafíos de su decisión, las costumbres que más extrañan y los miedos superados. “Hay que vencer los miedos”. “Vale la pena”. Sus testimonios son el reflejo de una búsqueda.
Por Cecilia Castagno | LVSJ
Emigrar después de los 60 años o con hijos pequeños es una decisión que no todos toman, pero que puede ofrecer nuevas oportunidades y desafíos. Dos familias de San Francisco, Adriana Martini y René Lozano, y María José Bortolotti y Marcos Tognon, decidieron dar el salto a Italia en 2024. Armaron las valijas y realizaron un viaje que cambió sus vidas.
La casualidad los reunió en Busso, un pequeño pueblo medieval en la región de Molise, en el sur italiano, que se convirtió en su nuevo hogar, rodeado de naturaleza, donde vivirán una Navidad diferente, con frío y otras tradiciones.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, compartieron sus vivencias, los retos de la adaptación y las costumbres que más extrañan desde que dejaron su tierra natal. “Hay que vencer los miedos, porque el mundo a pesar de las fronteras es de todos”, instó Adriana. “Es un desafío que, sin duda, vale la pena”, apuntó Marcos.
Cambio y búsqueda personal
Emigrar, cuando se supera la barrera de los 60 años, es un desafío que pocos se animan a tomar. Sin embargo, para Adriana Martini y René Lozano, la decisión de mudarse a Italia no fue impulsada por factores económicos, sino por una búsqueda de cambio personal. "Emigrar no es la única realidad para las personas como nosotros, ya jubiladas. Al contrario, nosotros lo elegimos como parte de una búsqueda de cambio, algo más en nuestras vidas. Disfrutar, arriesgarnos, aventurarnos", confesaron.
El matrimonio viajó a Italia siguiendo los pasos de su hija Belén, quien también emigró con su novio Gonzalo para vivir una experiencia única y gestionar su ciudadanía italiana, trámite que en Italia se puede realizar más rápidamente que en Argentina. "Implica salir de la zona de confort, desapegarse de todo lo material, los vínculos… Es algo difícil, pero no imposible", reconocieron.
A pesar de que la situación socio-política en Argentina, en Córdoba y en San Francisco fue un factor que influyó en su decisión, Adriana y René aclararon que su motivación principal no fue económica: "Nos motivó nuestra búsqueda interna en primer lugar, luego conocer el lugar de donde vinieron nuestros ancestros, conocer la cultura. No vinimos a trabajar, a enriquecernos. Vivimos como lo hacíamos allá, buscando simplemente disfrutar de una mejor calidad de vida". La inseguridad, los robos y asaltos sufridos en su país de origen también los impulsaron a buscar un entorno más seguro y tranquilo.
Tras superar los miedos y adaptarse al nuevo entorno, el matrimonio Martini-Lozano llegó al pintoresco Busso. Según Adriana, la región es un paraíso natural, "cubierta de bosques, montañas y atravesada por ríos", con un clima que varía a lo largo de las estaciones: "La primavera y el verano son maravillosos, y el invierno, bien frío, con nieve".
“El Molise es una de las 20 regiones de Italia. Su capital es Campobasso, una ciudad que tiene la mitad de habitantes de San Francisco pero cuenta con un movimiento impresionante de mucho trabajo, negocios, grandes supermercados, shoppings, autovías. Esta región es de las menos pobladas del país. Al este tenemos el Mar Adriático y muy cerca, Nápoles y la Costa Amalfitana”, graficó.
"Somos felices acá. Disfrutamos de este lugar hermoso, del aire, el sol, las plazas cuidadas, el bosque, los huertos. Acá no se habla de corrupción, de los políticos. Las noticias tienen que ver con la salud, el cambio climático y mucho fútbol", agregó Adriana, quien se mostró encantada por la tranquilidad y el contacto cercano con la naturaleza. Además, destacó que la región cuenta con varias industrias, como las de motores, alimentación (pasta, aceite de oliva, quesos) y pesca, entre otras.
El proceso para obtener la ciudadanía italiana
Uno de los aspectos más importantes de su experiencia fue el proceso burocrático para obtener la ciudadanía italiana. Adriana explicó cómo los trámites fueron relativamente rápidos en un pueblo pequeño como Busso: "La ciudadanía sale en 2 o 3 meses. Primero, en los 3 meses de turista, debes sacar la residencia. Luego, el permiso de soggiorno, que es el permiso para vivir en Italia, y mientras en la comuna se va tramitando la ciudadanía. Una vez conseguida, se tramita la carta de identidad y luego el pasaporte. Nuestra ciudadanía es por sangre, o sea, por tener abuelos o bisabuelos”, explicó.
Resaltó que con la ciudadanía italiana se tienen todos los derechos y obligaciones de un ciudadano del país. Además, señaló que, aunque la burocracia es algo presente, el proceso es mucho más sencillo para los descendientes de italianos. "Para nosotros, los trámites son más fáciles", aseguró.
Respecto al costo de vida, mencionaron que vivir en la región de Molise es bastante accesible, con precios de alquiler que van de los 300 a los 500 euros, aunque hay más baratos también, y los costos de la comida mucho más bajos que en Argentina.
“Los gastos de electricidad, agua o gas promedian los 150 euros mensuales. No pagamos impuestos. Los contratos de alquiler se hacen por 3, 6, 12, 18 meses, no hay problema. No se cobra comisión y no se exigen garantías”, detalló.
“La comida es excelente, todo lo que se come es óptimo. En el supermercado los precios son más bajos que en Argentina y se puede llenar el carrito. Hay carne de vaca, pollo, cerdo, pavo, pescado, fiambres y una variedad de quesos y fiambres increíble. La ropa también está a muy buen precio”, describió. Adriana y René viven con sus ingresos. Ambos son jubilados.
Asimismo, “se puede viajar, conocer diferentes lugares, la distancia es muy corta. Vas a Roma en tres horas, a Nápoles en una hora, y el mar está a dos horas. Montañas nevadas a 40 minutos con pistas de esquí. Eso es muy positivo”.
“Existen muchísimas oportunidades laborales, obviamente para el que está dispuesto a cambiar de trabajo seguido –añadió Martini-. La salud es gratuita con la tarjeta sanitaria. La educación también”, indicó.
Impacto cultural y adaptación
Al igual que muchos emigrantes, el impacto cultural fue un desafío para la familia Martini-Lozano, especialmente el idioma. Aunque Adriana toma clases de italiano y comenzó a aprender el dialecto local, el molisano, comentó que "el italiano del sur es tan conversador, amable, solidario, curioso, alegre, que se va aprendiendo casi obligadamente". Además, subrayó el espíritu comunitario del lugar, donde los vecinos te llaman por tu nombre en la vereda y te ofrecen productos locales como tomates, zuchinis, café y aceite de oliva.
Una de las costumbres más notables que adoptaron fue la del café. "Italia es el café", expresó René, destacando que la cafetería italiana es un lugar de encuentro y socialización, algo que forma parte de la vida cotidiana.
En cuanto a la vida diaria, el matrimonio narró cómo se desarrolla un día típico en Busso. "Aquí, la jornada comienza muy temprano, se corta al mediodía para la siesta y se retoma a las cuatro de la tarde. A la medianoche culmina todo, fiestas, restaurantes, música... y a descansar", relataron. Son numerosas fiestas populares que se realizan en los pueblitos cercanos, organizadas por las comunidades locales y de acceso gratuito, lo que les permitió integrarse rápidamente y disfrutar de la cultura italiana.
Una aventura que comenzó como un viaje
La familia de Marcos Tognon (44), María José Bortolotti (40), y sus hijos Felicitas (10) y Rufino (7), también emprendieron el viaje a Italia este año, aunque su historia comenzó con un plan más modesto: inicialmente pensaron en viajar por tres meses, pero tras ver la adaptación de los niños y sus propios deseos de seguir explorando, decidieron prolongar su estadía.
"Los chicos fueron los primeros en adaptarse, aprender el idioma y hacer amigos. Ver su crecimiento personal nos motiva a seguir adelante", dijo Marcos, quien añadió que la decisión de emigrar no fue influenciada por la situación socioeconómica de Argentina, sino por el deseo de ofrecerles a sus hijos una experiencia cultural. "Elegir Italia fue un desafío para nosotros y nuestros hijos, porque queríamos que vivieran algo diferente, con un idioma y cultura nuevos", explicó.
La familia se instaló en Otranto, un encantador pueblo costero en la región de Puglia, donde vivieron tres meses y sus hijos se insertaron en el sistema educativo y terminaron su cuarto y segundo grado de nivel primario, antes de mudarse a Busso, que los recibió “con los brazos abiertos. Desde el principio, contamos con el apoyo y la amabilidad de sus habitantes", afirmaron.
La vida en Busso también les permite disfrutar de la tranquilidad y la belleza de la naturaleza. Según Marcos, el clima es similar al de las sierras de Córdoba, y la vida en el pueblo es pausada, con las costumbres italianas de la siesta y la comida tradicional. "A nosotros nos costó un poco adaptarnos a la hora de la cena, que en Italia suele ser más temprano, a las 19.30 ya todos cenan", comentó.
“El pueblo es muy tranquilo, especial para que nuestros hijos se muevan con total tranquilidad con sus amigos. Es un pueblito de montaña que retrata las costumbres italianas que cualquiera de nuestros nonos han vivido en estas tierras, olivos, quintas, plantas de diferentes frutas, nogales, viñedos”, contaron.
Uno de los momentos más sorprendentes para ellos fue encontrar, en un supermercado local, a una pareja argentina originaria de San Francisco. "Nos conocimos, charlamos y nos dimos cuenta que éramos todos oriundos de San Francisco. Fue una sorpresa y nos dio mucha alegría", recordaron los Tognon- Bortolotti, quienes desde entonces, comparten una amistad y momentos con la familia Lozano - Martini, fusionando costumbres italianas y argentinas.
La experiencia de vivir como familia en Italia
La adaptación al nuevo país también implicó un aprendizaje en cuanto al sistema educativo y laboral. Los hijos de Marcos y María José fueron recibidos en la escuela pública italiana, con el apoyo de tutores para aprender el idioma. "Los chicos se integraron rápidamente y participaron de todas las asignaturas en italiano, con la ayuda de los profesores", explicaron. Además, la familia tiene acceso al sistema de salud italiano, con atención médica gratuita gracias a la tessera sanitaria (credencial otorgada por el Estado)”.
“Aquí con un salario se puede vivir tranquilamente”, sostuvo Marco. “Respecto a la comida, las pastas, la pizza, el café y el ginseng son los hábitos que más adoptamos”.
“No fue fácil tomar la decisión, pero la edad de los chicos era la propicia –siguió-. Planteamos la idea y todo consensuado entre los cuatro, como un gran equipo, fuimos diseñando el proyecto, lo soñamos y emprendimos el viaje”.
De Argentina extrañan “la juntada con la familia y los amigos, el asadito de los fin de semanas, los alfajores… Acá podemos conseguir yerba mate, así que cada vez que nos tomamos unos matecitos, nos sentimos un poco en casa”, reveló.
“Marcos es ciudadano desde hace muchos años, por lo tanto nuestros hijos ya nacieron siendo ciudadanos argentinos e italianos. Faltaba solamente mi ciudadanía, entonces aprovechando la prórroga de la estadía en Italia, comencé a tramitarla”, declaró María José.
Ella continúa con su trabajo de manera remota mientras que Marcos, que es abogado, estuvo realizando diferentes trabajos, buscando y consiguiendo distintas ocupaciones según los lugares en donde estuvieron. “Con ganas de trabajar, alguna ocupación siempre se encuentra”, dice.
“Aquí en Busso, las clases son en italiano, en inglés y desde este año escolar han sumado un poco de español, de esta manera, todos van aprendiendo un poquito del otro”, amplió. De todos modos, los chicos siguen escolarizados en Argentina a través del sistema de educación a distancia (Sead).
“Quizás por una cuestión de antepasados quienes nos han contagiado ese amor por su tierra, Italia siempre es un poco como nuestra casa –proclamó Marcos-. Al plantear la idea de viajar, pensamos que elegir un país con un idioma diferente sería más emocionante y desafiante para nosotros y nuestros hijos. El italiano, como lengua, siempre nos gustó y lo tomamos como un desafío de ir a conocer un poco más aquellas tierras, no ya como simples turistas, sino a vivir esas costumbres desde adentro”.
“El tema socioeconómico de Argentina no fue el que nos condicionó o motivó. En nuestro caso, fueron otras causas las que nos llevaron a tomar la decisión de viajar; pero ahora desde este lugar, en donde la seguridad y la estabilidad económica son moneda corriente, se nos hace más difícil en pensar en no contar con ellas”, indicó Marcos.
Al igual que los Lozano - Martini, la familia Tognon-Bortolotti no tiene pasaje de regreso. "Por el momento, tenemos planeado quedarnos hasta que nuestros hijos terminen el ciclo lectivo en junio de 2025, luego veremos qué decidimos". A modo de reflexión, opinaron que emigrar es una experiencia que cada uno vive de manera distinta, pero que, sin duda, vale la pena. Es un desafío, pero nos anima a seguir adelante", concluyó.