La Francia: reviven una vieja imprenta para recordar la proclama de 1816
En este pueblo, los actos por el Día de la Independencia además de recordar un hecho histórico tan significativo para nuestro país, rescatan un oficio que se está perdiendo.
Por Vanina Panero
Por una iniciativa de la Dirección de Cultura, la legendaria imprenta del pueblo puso en marcha una máquina tipográfica Minerva que data de fines del siglo XIX con la que se imprimieron mil proclamas con los actos para este Día de la Independencia. Esta iniciativa no sólo revive un hecho histórico tan significativo para nuestro país, sino también la historia de vida de Juan Carlos Migliario, propietario de Imprenta Fabre, quien tras 61 años de trabajo "despolvó" cada una de las letras guardadas en el cajón de los recuerdos para "darle vida" a la máquina Minerva con la que se imprimió por última vez en 2009.
Juan Carlos abre las puertas de Imprenta Fabre, para enseñar un oficio detenido en el tiempo
Con 74 años y ya jubilado, Migliario sigue dentro de la imprenta junto a sus tres hijos, a quienes enseñó el oficio para garantizar la continuidad de la misma y revalorizar el oficio del imprentero en plena era digital.
Pese a que no se adaptó a la tecnología moderna, Juan Carlos se resiste a abandonar la imprenta ya que es para él "una inyección de vida".
"Mi mamá me mandó a aprender el oficio, para no estar en la calle"
"Yo tenía 13 años cuando empecé a trabajar en esta imprenta, en aquel momento propiedad de Fabre y asociados", comentó Migliario en entrevista con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Recordó que en aquel entonces (año 1958) había terminado sexto grado y no había escuela secundaria en el pueblo. "Mi mamá no quería que quedara en la calle sin hacer nada, por lo que me dijo que me iba a mandar a la imprenta para que aprendiera el oficio y, si los dueños así lo consideraban, me ganara al menos un par de zapatillas", relató.
No se detiene. Con una Minerva del siglo XIX , se imprimieron mil proclamas con los actos para este 9 de Julio
Como todo chico, el comienzo no fue la impresión, sino que primero "barría la vereda, limpiaba los vidrios y salía a cobra facturas, hasta que de a poco me fui involucrando con el oficio propiamente dicho", contó.
Conserva su nombre
Con la sociedad Fabre- Plumetti trabajó durante cuatro años. En 1962, la sociedad cambia uno de sus integrantes pasando a ser ahora Fabre-Bonetto. Esta sociedad se disuelve en 1987, cuando uno de los integrantes le alquila su parte a Migliario y el otro, se la vende. "El 1 de abril de 1987 me hago cargo de la imprenta. En ese momento trabajaba entre 15 y 16 horas diarias, tenía ganas de progresar por lo que me extendí con los trabajos que ofrecía a los municipios", recordó Migliario.
Asimismo, explicó por qué nunca pensó en cambiar el nombre a la imprenta. "Es una cuestión de respeto a quienes comenzaron con esta actividad en La Francia. Yo me debía a ellos porque me dieron la gran oportunidad de trabajar en su imprenta".
"Quiero que hasta el fin de mis días este lugar se conozca como imprenta Fabre", aseveró.
Cambio generacional y tecnológico
Migliario contó además que en el momento en que se hace cargo de la imprenta, sus hijos tenían la misma edad que él cuando empezó a aprender el oficio, por lo que no dudó en transmitirles sus conocimientos y garantizar así la continuidad de esta actividad en el pueblo.
Hoy, son dos de sus tres hijos, Marcos (46) y Germán (48), los que siguen con la imprenta y quienes supieron adaptarse a los cambios tecnológicos para "no quedar en el camino".
El taller de los Migliario. "La tipografía es un arte", aseguran Germán, Juan Carlos y Marcos, una familia de imprenteros
"Tuve la suerte que mis tres hijos trabajaran conmigo. Aunque gracias a su voluntad de aprender las nuevas tecnologías, esto sigue de pie. Por el contrario, yo me frené, me resistí a los cambios y me quedé con la tipografía antigua".
No obstante, Juan Carlos reconoció que cambiar de tecnología ya fue una obligación en los años ' 90 siendo que los sistemas utilizados hasta ese momento insumían mucho tiempo y no llegaban a cubrir la demanda. Tal es así que en 1991, compraron la primera máquina automática, y en 1994 una segunda y más moderna denominada "Offset".
Los actos por el Día de la Independencia rescatan un tradicional oficio
Máquinas "retro"
Entre las "joyitas" para imprimir, la familia Migliario conserva una máquina Plana arinoni del año 1890 y una Minerva aún más antigua. Según contó Juan Carlos, la plana fue adquirida por don Carlos Fabre en 1929 a un señor de apellido Martínez, propietario del lugar donde se imprimía LA VOZ DE SAN JUSTO, cuando este diario no contaba aún con máquinas propias para la impresión.
De acuerdo a su testimonio, Fabre compró esta plana en $400 con la condición de que le regalaran una máquina minerva que Martínez tenía en desuso, seguramente por el tipo de trabajo que realizaban.
Cabe señalar que la Minerva es una máquina tipográfica de pequeñas dimensiones la más utilizada hasta que aparecieron las primeras prensas cilíndricas a mediados del siglo XX.
Su funcionamiento se basa en la colocación del molde donde están los tipos o grabados a unos rodillos de goma entintados previamente pasan por el molde en la platina o matriz, y en otra parte móvil se coloca el papel (tímpano). Mediante un desplazamiento, el tímpano se une a la platina y le aplica una presión que hace que quede grabado en el papel el motivo a imprimir.
"Volví a sentirme joven"
Don Migliario aseguró que volver ahora a encender la Minerva "me hizo sentir joven otra vez". Cabe señalar que la misma se había dejado de usar hace una década.
Migliario: "Imprimimos mil proclamas que están circulando por todo el pueblo y parecía una barbaridad, ya que hoy no se acostumbra a imprimir grandes cantidades"
"Imprimimos mil proclamas que están circulando por todo el pueblo y parecía una barbaridad, ya que hoy no se acostumbra a imprimir grandes cantidades. Nos llevó todo un día", aseguró.
En cuanto al proceso de impresión, precisó que "el texto con la plancha demanda de alrededor de una hora y media, pero a nosotros nos llevó días para buscar las letras, evaluar sus condiciones, sacar una muestra y corregir y recién ahí darle una impresión. Esto demuestra que la tipografía es un arte".
Las costumbres de pueblo sostienen la imprenta
Marcos y Germán Migliario, los hijos y discípulos de Juan Carlos, aseguran que la imprenta logró subsistir gracias al aporte de sus clientes, que en aquel momento- cuando la tecnología moderna los invadió- le prestaron el dinero necesario para comprarla.
Asimismo, dijeron que "la imprenta hoy sigue en pie en primer lugar porque es atendida por sus dueños, y luego porque en pueblos como La Francia, se conservan tradiciones como la impresión de programa de actividades patronales, entre otras".
En este sentido, los hermanos Migliario coinciden en que la tecnología realizó un aporte muy importante a la impresión, aunque por otro lado mermó el trabajo ante nueva disposiciones como la facturación digital, siendo que uno de los principales clientes eran los comercios de la zona. "Inclusive, hemos llegado a tener el 40% de los comercios de Arroyito como clientes, cuando en su ciudad había cuatro imprentas", destacaron.
"Gracias a nuestros clientes, la imprenta sobrevivió y sigue funcionando", expresaron.
El imprentero despolvó cada una de las letras guardadas en el cajón de los recuerdos
En este sentido, reconocieron que "si bien hay trabajo, gracias a los municipios y comercios que nos siguen eligiendo, el papel se está perdiendo, pero tenemos un punto a favor, que en pueblos como estos se mantienen tradiciones como la impresión del programa patronal que los vecinos esperan ver exhibido en comercios o instituciones".
Además, los Migliario remarcaron que "tenemos la suerte de contar con pueblos alrededor que no tienen imprenta y nos traen sus trabajos, es el caso de Colonia San Bartolomé, El Tío y Villa Concepción del Tío".
Juan Carlos Migliario, de 74 años, revivió sus comienzos en la actividad
Los actos
El museo municipal Centenario "se vestirá" de época con la intención de que los vecinos puedan sacarse fotos, dejar su firma en lo que será una gran bandera argentina y disfrutar de la danza y la música popular junto a un chocolate patrio.
Las actividades comenzarán a las 14.30 y se extenderán hasta las 18.
Habrá bailes y canciones y tradicionales a cargo del taller municipal "El Kidel", taller de folclore del Centro de Jubilados y para finalizar, se bailará el Pericón en comunidad, con más de 15 parejas para terminar todos juntos cantando el Himno Nacional y compartiendo el chocolate.