La formación policial en la picota

En tiempos como los que corren, no puede admitirse que sea la violencia física el principal método de instrucción de los futuros miembros de las fuerzas de seguridad.
Fuerte impacto provocó en todo el país la muerte de un cadete de la Escuela de Policía de La Rioja, ocurrida por una falla multiorgánica desatada tras una sesión de instrucción que estuvo a cargo de personal de cuadros de la institución y de cadetes de cursos superiores.
Tras el fallecimiento del joven Emanuel Garay volvieron a ponerse en tela de juicio los métodos supuestamente educativos de algunos institutos de formación vinculados a las fuerzas armadas y de seguridad. El "baile" -denominación que en la jerga militar recibe este tipo de actividad- derivó en una situación dramática generada en el trato inhumano con el que algunos afirman que se forma el carácter y se transmite la autoridad.
Las repercusiones políticas en el gobierno riojano fueron numerosas. Se descabezó la cúpula policial y también se removió a las autoridades políticas del área. Se decidió también que la Escuela de Policía pase a la órbita del Ministerio de Educación, entre otras medidas destinadas a cambiar de raíz una lógica que ya no tiene razón de ser. El propio gobernador de La Rioja dio un claro mensaje de que de ahora en más la formación del policía tendrá un fuerte perfil profesional. Lamentablemente, tuvo que ocurrir una desgracia para que el cambio se produjese.
En tiempos como los que corren, no puede admitirse que sea la violencia física el principal método de instrucción de los futuros miembros de las fuerzas de seguridad. Es verdad que la Policía se encuentra en permanente tensión entre el equilibrio para aplicar la ley y la posibilidad de que la violencia se haga presente. Pero no es menos cierto que un funcionario policial de hoy debe estar preparado para atender a la ciudadanía y proteger así los derechos de los ciudadanos.
No se comprende, entonces, cómo puede ser posible que en la formación de su personal, las distintas policías utilicen estrategias "pedagógicas" perimidas que, incluso, violan todos los derechos de los cadetes.
El lamentable deceso del joven riojano ha colocado en el primer plano de la escena otra vez a la lógica violenta existente en varios organismos de seguridad. Y exige no solo la condena para los responsables del salvajismo y el trato inhumano, sino también una profunda reforma de los institutos de formación. Porque, aun siendo la policía una institución jerárquica que exige la obediencia al superior de mayor de rango, la formación de los agentes debe contemplar el ejercicio cabal de la docencia, la investigación social y la proyección comunitaria de los servidores públicos. Solo así se podrá desterrar la lógica violenta que subyace en muchas prácticas internas de los institutos de formación militar o policial.