Sociedad
La felicidad de un pueblo: Florentino tiene su bici
El noble gesto de un vecino de Porteña hizo “rodar” muchas sonrisas en Altos de Chipión. Adaptó la bicicleta que era de su padre y se la regaló al niño con parálisis cerebral que cumplió el sueño de regresar de la escuela pedaleando y “en caravana” con sus compañeritos animándolo.
Por Cecilia Castagno | LVSJ
Alegría y sonrisas. Todo fue emoción y felicidad compartida. Florentino Frola, de 8 años, pudo vivenciar un paseo en bicicleta, algo que eleva notablemente su autoestima y fortalece su musculatura. Detrás de la historia de superación de este niño de Altos de Chipión que nació con parálisis cerebral hay otra, la de Edo Primo, de Porteña, quien adaptó una bici de tres rudas que era de su padre para ayudar a Florentino con su rehabilitación motriz y ahora está predispuesto a colaborar con otras familias.
En las vacaciones de julio de este año, Martín y Rebeca llevaron a su único hijo a un centro de rehabilitación de la ciudad de Buenos Aires donde le realizaron un estudio que consistía, entre otros pasos, en probar una bicicleta inclusiva. Los padres vieron el bienestar que este rodado le aportaba y salieron a buscar en el mercado para comprar uno, pero su altísimo costo –casi dos millones y medio de pesos- hacía imposible la adquisición para esta familia cuyo sustento es una carnicería. Sin embargo, no bajaron los brazos y buscaron otras alternativas.
“Después de 20 días de rehabilitación en Buenos Aires, regresamos a Chipión y en un reencuentro con Edo, le comenté la situación. Él, que ya sabía algo de antemano, inmediatamente me dijo que tenía en desuso una bicicleta que era de su padre ya fallecido y que, con la ayuda de un empleado que sabe de metalurgia, podía adaptarla para mi hijo”, narró Martín a LA VOZ DE SAN JUSTO.
“Llevamos a Florentino a Porteña, hicimos medidas, se adaptaron respaldo, asiento, pedales, manubrios… Y el lunes, la bici ya estaba en Chipión”, agregó.
“Es inexplicable lo que vivimos cuando Florentino recibió este regalo que le cambia la vida. Lo fuimos a esperar a la salida de la escuela y por primera vez, regresó a casa en bicicleta. Nunca nos imaginamos que esto fuera posible pero Florentino lo logró. Nunca imaginamos que él saldría de la escuela en bicicleta y con sus amigos pedaleando al lado, en caravana, compartiendo todos su alegría. Estaremos eternamente agradecidos con Edo”.
“Con esta bici, Florentino alcanza una mayor independencia y estimulación. Es un salto de calidad en su vida. Está muy feliz. Siempre nos preguntaba por qué sus amigos andaban en bicicleta y él no, y para nosotros como padres era muy difícil contestarle esa pregunta”, confesó.
Un gesto que no tiene precio
La historia de Florentino da cuenta de cómo la solidaridad y la habilidad técnica pueden transformar vidas y a veces, solo bastan 6 horas. Porque ese fue el tiempo aproximado que le demandó a Edo Primo crear la bici inclusiva para el niño.
El hombre recurrió a las herramientas de su taller -se dedica a la instalación y arreglo de molinos a viento en el campo-, le pidió colaboración a Gabriel Viano, su compañero de trabajo, “un maestro”, según lo define, y se pusieron manos a la obra en una tarde víspera de feriado.
Dicen que cuando las necesidades crecen, la solidaridad se multiplica. Y es así. La felicidad de Florentino y su familia, ayudarlo, fue la mayor motivación de Edo para seguir haciéndolo con otras personas con discapacidad motriz, para hacer “rodar” más sonrisas. “Quienes tengan alguna bici que no esté obsoleta, que ruede, nosotros podemos adaptarla. Si podemos ayudar a alguien, somos felices. Además, muchas manos voluntarias podrían sumarse a ayudar”, indicó Edo.
“Me emocionó y movilizó mucho todo lo que sucedió con Florentino. La bicicleta de mi viejo ahora la tiene él. Es como si mi papá desde el cielo me guiara para ayudar a otros”, expresó conmovido.