La escuela que abre los domingos
El Ipet 50, es el último colegio de la ciudad que también es hogar. Esta modalidad educativa aún sobrevive en la región.Su albergue ofrece cama y comida a 114 varones que llegan desde distintas localidades.
Las puertas del Ipet N° 50 "Ing. Emilio F. Olmos", a diferencia del resto de las escuelas de la ciudad, se abren los domingos por la noche. Ese día, entre las 20.30 y las 21, sus instalaciones recobran vida, se llenan de sueños.
Ese día regresan los alumnos para los que, de lunes a viernes, el internado del establecimiento es su hogar, al que llegaron desde temprana edad con la firme convicción -más valorable en los tiempos que corren- de querer ser técnicos, independientemente de la especialidad escogida.
Son muchos, 114, los chicos que pueblan las instalaciones de la "pensión" de la EFO los domingos y las vacían los viernes, desde el mediodía, cuando se retiran para pasar el fin de semana en el hogar familiar.
Provienen de localidades de hasta 150 kilómetros, desde las más cercanas como Porteña hasta las más lejanas como Pedro E. Vivas.
"Cuando la escuela se duerme, el internado la enciende", describió el director del Ipet 50, Jorge Tomé Seif, la rutina del único colegio de San Francisco y uno de las cuatro en el departamento San Justo que mantiene su albergue.
A la escuela técnica también concurren mujeres, sin embargo, en el internado solo se receptan varones.
En el edificio anexo a la escuela de calle Rivadavia 679, en barrio Catedral, los adolescentes estudian, comen, duermen... pasan su tiempo.
"Es una gran familia"
El internado de la "escuela del trabajo" cuenta con una capacidad máxima para 130 alumnos. Hoy la habitan 114 y a ellos se suman 10 preceptores y un jefe del sector.
En cuanto a su composición, Tomé Seif indicó: "El grueso de los alumnos del internado va de primero a cuarto año. A partir de quinto, hay cada vez menos alumnos porque ya buscan libertades que en el internado no les puede ofrecer".
A su vez, destacó que los estudiantes de cursos superiores ocupan ese rol de "hermanos mayores".
"Hay alumnos que están en séptimo año y todavía están en el internado. Ya trabajan mano a mano con los preceptores, dan consejos a los alumnos más chicos, a veces explican los temas que no entienden, es decir, son como los hermanos mayores de la familia. Aconsejan, cuidan y es una forma de decirle gracias a la escuela", señaló el docente con orgullo.
Hay reglas
Puertas adentro, existen valores y reglas a seguir. "Los principales valores que inculcamos son es el respeto, el estudio, el cuidado de las instalaciones y el respeto a las normas de convivencia en general. Hay algo que es sagrado y es la hora de estudio, entre las 19 y 20 es momento de estudiar", remarcó el director.
Y agregó: "El internado es un crisol de valores y nos pone orgullosos que aquí se cultiven estos valores que tanto necesita la gente y la sociedad".
Por otra parte, Tomé Seif afirmó que los preceptores del internado "representan tranquilidad. Tengo toda mi confianza depositada en ellos, son personas con mucha experiencia en la vida, con una escala de valores muy bien compartida por todos".
Puertas adentro dentro
En el primer piso del edificio, en uno de los extremos se ubica la habitación donde descansan los varones mayores que cursan desde 3º al 7º año, mientras que en el segundo nivel, reposan los de menor edad, de 1º y 2º año.
En esas habitaciones abundan las cuchetas y los lockers donde cada chico cuenta con su espacio de guardado.
En el primer piso también está el playroom, donde hay mesas de pin pon, pool, metegol y tejo.
Lindante a la sala de juegos, un mini gimnasio, donde los más asiduos al deporte pueden practicar boxeo y otras actividades.
Allí mismo, se ubica un televisor y sillas, las mismas que todos los jueves se acomodan para ser parte de un cine que se abre solo por esa noche.