La discusión por las próximas elecciones
Es posible que la gravedad de la situación sanitaria se acentúe y que la convocatoria a elecciones primarias en primer término, y luego a legislativas, sufra algún tropiezo debido a ello. De todos modos, aún es apresurado determinar en qué condiciones se hallará el país dentro de medio año, por lo que la prudencia debería imperar en cierta dirigencia ávida por reformar sistemas electorales y ajustarlos a la medida de sus intereses.
Con la característica acomodaticia según las circunstancias que lo caracteriza en su vida pública, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, sostuvo que "preferiría que se votara en un solo día" mediante un "acuerdo de las fuerzas políticas que evite la realización de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, o con la realización de las Paso el mismo día" que la elección general. Sostuvo que tiene "como convicción que la política tenga la capacidad de resolver sus diferencias puertas adentro" y de este modo "no someta a los argentinos a tener que ir dos veces a votar".
En virtud de la historia conocida del personaje en cuestión, resulta poco creíble que sea sanitario el objetivo perseguido con la posibilidad de la postergación, suspensión o realización de las Paso el mismo día que las elecciones legislativas. Lo mismo que muchos gobernantes y dirigentes del oficialismo y la oposición, la meta que se persigue con esta discusión es determinar qué facción llegará mejor parada al tiempo electoral.
Como se avizora un año difícil en materia económica y también por imperio de la pandemia y su segunda ola, todo el mundo político se afana por conseguir voluntades que construyan un calendario electoral "a medida". No sorprenden actitudes como la comentada. Es más, suenan lógicas en el contexto que envuelve el análisis de la realidad y en el que se mueven las distintas posturas de los protagonistas de la vida política argentina.
Es posible que la gravedad de la situación sanitaria se acentúe y que la convocatoria a elecciones primarias en primer término, y luego a legislativas, sufra algún tropiezo debido a ello. De todos modos, aún es apresurado determinar en qué condiciones se hallará el país dentro de medio año, por lo que la prudencia debería imperar en cierta dirigencia ávida por reformar sistemas electorales y ajustarlos a la medida de sus intereses.
Las Paso no han sido un instrumento valioso para determinar candidaturas de las diferentes fuerzas políticas y sí una herramienta que terminó siendo siempre una encuesta anticipada. Su eliminación depende del Congreso. Pero su postergación sería más factible si existiese un acuerdo político, aun cuando éste no sea el momento más adecuado para discutirlo.
Lo que no puede aceptarse es la realización de las Paso y las generales el mismo día. Se instauraría así una suerte de Ley de Lemas cuya aplicación en varias provincias ha sido siempre motivo de polémica y arbitrariedad. Este nefasto instrumento electoral quebrantó en varias ocasiones la voluntad popular y se transformó en el preferido de algunos gobernantes con vocación feudal en varias provincias.
Si esto último llega a plasmarse en la realidad, sería un mazazo difícil de digerir para las instituciones democráticas y aflojaría aún más la hoy débil relación entre la ciudadanía y la dirigencia política.