La discapacidad no les impidió a Ángel y a Carlos conseguir un trabajo
Ellos se conocieron desde chicos en Apadim. La pasantía a en una fábrica de living fue la oportunidad de tener un primer trabajo. Desde hace varios años forman parte del plantel de esta empresa. Paso a paso, los muchachos fueron accediendo a diferentes tareas y actualmente ocupan un puesto en la sección de tapicería.
Conseguir el primer empleo es un desafío muy difícil de superar en épocas de crisis como las que estamos atravesando. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para Ángel Gómez y Carlos Scocco, dos ex alumnos del Instituto de Modalidad Especial Apadim que en base a su esfuerzo y dedicación lograron consolidarse en el mercado laboral de la ciudad.
Apadim está celebrando sus 40 años en San Francisco y a través de estos testimonios se puede observar el trabajo realizado en diferentes espacios, para disminuir las barreras y lograr una mejor integración en la comunidad.
Ángel y Carlos son un ejemplo de la trayectoria de esta entidad en la ciudad y como a través de diversas acciones permiten que sus miembros se inserten en ámbitos laborales.
Estos muchachos comparten su trabajo en una fábrica de juegos de living, donde concurren a diario con gran entusiasmo. Ellos supieron ganarse el respeto de todos y llevan con mucha dedicación y responsabilidad su tarea dejando en claro que al momento de trabajar no existen barreras.
Los jóvenes tienen su puesto en la sección tapicería de la empresa y recuerdan con mucho cariño que su paso por Apadim. "La escuela nos preparó mucho para que podamos dar este paso y estamos muy agradecidos".
Ángel: "Apadim "me ayudó mucho a ser quien soy hoy"
Ambos comenzaron con una pasantía que con el paso del tiempo les permitió incorporarse al plantel estable de trabajadores de la empresa.
Ángel Gómez tiene 29 años y durante los últimos 10 trabaja en una actividad que le gusta mucho realizar. En ese tiempo se muestra "muy entusiasmado" yendo cada día a cumplir con sus obligaciones.
Paso a paso
Los jóvenes se mostraron muy agradecidos por tener una oportunidad de insertarse en el mercado laboral y se sienten comprometidos con sus trabajos.
Paso a paso fueron superando obstáculos abriendo el camino para otros chicos de la institución.
Ángel recordó el momento cuando le comunicaron que iba a empezar a trabajar y reconoció que se puso muy contento porque era lo que siempre quería hacer. "Esto me permite tener mi propio dinero que lo gano de la mejor manera que es trabajando", afirmó el joven.
"Acá empecé bien de abajo, mirando y aprendiendo del resto de mis compañeros porque nadie nace sabiendo. Con el tiempo aprendí y ahora estoy tapizando sin problemas", explicó Ángel con evidentes signos de satisfacción por el resultado de tanto esfuerzo puesto al servicio del trabajo.
Con gran emoción recuerda que su paso por Apadim "me ayudó mucho a ser quien soy hoy" para lo cual no dudó en asegurar que "estoy muy contento por eso".
Carlos: "Nunca voy a olvidarme el día que me comunicaron que tenía una pasantía"
Un poco más tímido, Carlos, de 26 años comentó que trabaja "desde hace 4 años" allí con muchas ganas porque los dos entienden que tener un empleo los hace "sentir muy bien".
Al igual que su compañero, guarda hermosos recuerdos de la formación recibida "estuve casi toda mi vida", afirmó el muchacho. "Allí aproveché mucho lo que aprendí tanto en panadería como en carpintería, que eran los talleres en los que participé. Todo eso me sirvió para conseguir este empleo", apuntó.
La mejor noticia
Los jóvenes hicieron hincapié de la importancia de generar empleos para personas con diferentes discapacidades. "Nunca voy a olvidarme el día que me comunicaron que tenía una pasantía. Cuando llegué aquí le puse todas las ganas, me gustó enseguida y acá estoy a cuatro años de ese momento", recordó Carlos.
Reconoció también que "nunca pensé que iba a conseguir un trabajo" y una vez que este sueño se hizo realidad sintió que la vida le cambió para siempre. "Estoy muy cómodo trabajando aquí. Mis compañeros son muy buenos y mis patrones son excelentes", concluyó el joven.
El Centro de Día, el semillero
El Centro de Día San Francisco es uno de los servicios que brinda la Asociación Civil Apadim desde septiembre de 2003. Allí asisten alrededor de 40 personas entre los 17 y los 64 años que no pueden obtener un empleo formal, con la posibilidad de recibir atención profesional por parte de un equipo interdisciplinario de profesionales.
Para Agustina Paccioretti y Mariano Rimondino Apadim es un puente a la inclusión
Los participantes del centro de día realizan actividades divididas en talleres con actividades que contempla la individualidad. El programa que se lleva a cabo en cada taller abarca diferentes temas de la vida cotidiana, salidas al Gimnasio Municipal, Taller de Murga; Yoga; Huerta y Natación; Manualidades, Expresión Corporal; Comunicación, entre otras.
Este es el semillero para que muchas personas puedan insertarse en el mundo laboral cursando alguno de los talleres que se dictan en la institución. En el turno mañana asiste un único grupo mientras que por la tarde trabajan cuatro grupos divididos en distintos niveles y desempeños.
Mariano Rimondino y Agustina Paccioretti son dos jóvenes con síndrome de Down, que concurren todos los días al Centro de Día San Francisco. Cada día, los jóvenes llegan con una amplia sonrisa dibujada en sus rostros porque allí se sienten "muy cómodos" y disfrutando de las propuestas.
Al Centro de Día San Francisco asisten alrededor de 40 personas entre los 17 y los 64 años
Con 21 años, Mariano viaja en remis todos los días desde Devoto hasta San Francisco. Él desborda de energía en el Centro de Día San Francisco y está muy feliz de encontrarse con sus compañeros. Allí reparte su tiempo entre la murga "La fiesta" y la huerta. Ambas actividades las desarrolla con mucha pasión.
"Me gusta mucho la murga, me divierto cuando salimos a bailar. Disfruto cuando salimos por la ciudad y la gente nos mira".
También el centro es un espacio para integrarse y aprovechar pasar el tiempo con sus amigos. "Acá me divierto mucho, me siento muy feliz".
A Mariano le gusta "hacer ejercicios en el Gimnasio Municipal" donde concurren los martes con el resto del grupo, donde también se encuentran con otros compañeros.
Mientras el relataba su experiencia, Agustina, de 17 años, lo miraba con mucha atención, ansiosa por intervenir en la conversación. "A mí me gusta cuando trabajamos con las botellas que tienen bichos. Eso nos sirve para ver qué hay allí y cuando encontramos un bicho lo vamos nombrando".
La descripción de Agustina forma parte de una actividad que tiene como objetivo estimular los sentidos a través de la manipulación de objetos.
Mariano Rimondino y Agustina Paccioretti
Otro momento preferido de Agustina es sin dudas cuando comienzan las clases de yoga. "Me siento muy bien en esa clase. Me tranquiliza mucho y me hace sentir bien" aunque de la misma manera se expresó cuando recordó las clases de natación. "Me encanta la pileta", soltó alzando su voz para que todos los que estábamos allí nos demos cuenta de lo feliz que se siente cuando toma contacto con el agua.
Mariano y Agustina se mostraron "muy felices" por compartir algunas horas en el Centro de Día rodeados de la atención y el cariño de sus profesores y compañeros.