La difícil situación de La Luciérnaga, que contiene a 145 chicos vulnerables
La ONG atraviesa una complicada realidad en cuanto a sus finanzas, que pone en riesgo la continuidad del trabajo social fundamental que realizan desde hace 15 años.
La Asociación Civil La Luciérnaga, organización civil que desde hace 15 años trabaja con niños y adolescentes con derechos vulnerados en nuestra ciudad, infancias complicadas, contextos difíciles, atraviesa un momento crítico.
La estancia diaria de 145 chicos de los sectores más humildes de San Francisco como la del equipo de profesionales que los contienen, educan y alimentan, peligra.
Desde diciembre, "La Luci" está complicada económicamente con un desfasaje mensual de $20.000 para cumplir con los desayunos y meriendas diarias, el apoyo escolar, el taller de música para adolescentes, la escuela de música para niños, taller de panadería, acompañamiento social y pedagógico a los niños y sus familias llevado a cabo por un equipo de profesionales. Porque es en eso en que la institución de calle Avellaneda invierte la plata que ahora no alcanza; no la gasta, porque pensar en la intervención general para con una población golpeada incluye no solo darle de comer, sino dotarla de herramientas, percepciones y soluciones para no volver a caer.
Hoy en día, y de un tiempo a esta parte, La Luciérnaga se sostiene gracias al dinero de sus socios que mes a mes pagan sus cuotas, indicador fluctuante de acuerdo al bolsillo de la masa societaria que aporta $10.000, otros $2.500 que provienen de un grupo de empresas que entre todas aportan esa suma y los $26.000 que provienen de Consejo Asesor de Discapacidad y Minoridad en Riesgo del municipio.
En contrapartida, tiene un gasto de $65.000 al mes de acuerdo a los últimos balances de 2016. Es decir, los números no solos no cierran, sino que aprietan.
Ese dinero que ingresa desde el Concejo de Minoridad que a su vez va también a otras ONG´s con labores similares a las de La Luciérnaga, en 2017 se incrementaría de acuerdo a las actualizaciones que se realizan año tras año. Ese dinero se desprende de un porcentaje de la tasa de Inmuebles que los vecinos pagan y que financia al Consejo y ayuda a las instituciones que lo integran. Pero el dinero que recibe la institución desde ahí, resulta escaso.
Más si se tiene en cuenta que La Luciérnaga atiende una demanda de 145 chicos, abre de lunes a viernes por la mañana y por la tarde, en cuanto a educación, formación artística y laboral.
Omar Verra, presidente de la Comisión Directiva de la institución, señaló a LA VOZ DE SAN JUSTO que las charlas con el municipio para plantear la situación comenzaron en diciembre de 2016 y tras el receso estival, se retomaron en febrero, pero sin hasta ahora hallar una solución que revierta la difícil realidad de "La Luci".
La panadería, pero a largo plazo
En La Luciérnaga lo agridulce es moneda corriente.
Diario, cotidiano. Las grandes alegrías productos de avances personales de cada
uno de los chicos, de sus logros o los de la institución o la llegada de
donaciones, muchas veces se contrarrestan con una mala noticia que aparece casi
instantáneamente después de la buena nueva. O al mismo tiempo. La infancia y
adolescencia de los niños que asisten, son difíciles, algunas demasiado
difíciles de imaginar.
En este momento, la situación es igual. Al estado crítico de la institución se le contrapone la confirmación de que La Luciérnaga tendrá en un futuro no muy lejano una panadería, que brindará sobre todo una salida laboral para los chicos más grandes. Pero para ello, primero hay que terminar de establecer ediliciamente la cocina; terminar de capacitar a los futuros empleados; conseguir buenos precios para el abastecimiento y sobre todo, encontrar demanda para esa oferta.
Tanto la comisión como el equipo de trabajo de la institución no pierden de vista ese proyecto que es el único que por ahora los mantiene activos, ya que en febrero, mes de inicio de las actividades de "La Luci", el patio, la sala de música y todo lo demás permaneció cerrado, sin actividades, sin chicos, que no van de vacaciones particularmente a la institución.
"Lo concreto es que no podemos encarar el año 2017 con esta situación. Hoy tenemos dos alternativas: la más dolorosa es reducir abruptamente el número de niños, adolescentes y familias o reducir los recursos humanos con los que contamos", dice un comunicado lacrimógeno que la institución compartió con este diario.
¿Qué pasaría si no existiera "La Luci"?
Quizá la dimensión real no sea palpable ante tanto número. Porque acaso la dimensión real de La Luciérnaga se encuentra cuando se ve lo que se hace; cuando se ve cómo los niños vuelven, las familias regresan y confían; el vínculo que generan niños y adolescentes con el equipo de trabajo. Ahí está lo que cuesta "La Luci"; cuesta 145 caras felices todos los días; cuesta querer que los pibes que allí asisten tengan aunque sea la noción de que algo diferente es posible en sus vidas; de que se puede.
Una vez, una persona de nuestra ciudad vinculada a estas instituciones que brindan una ayuda enorme a la sociedad, ahí en esos lugares donde nadie parece tener jurisdicción, preguntó: ¿qué pasaría si no existieran lugares como La Luciérnaga? . "Desde nuestra institución trabajamos cada día en la construcción de espacios socioeducativos, orientados a la prevención y promoción de derechos de niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad social. Nuestra función tiende a acortar brechas promoviendo espacios de pertenencia, escucha, posibilidad de expresión y desarrollo, de adultos referentes, de contención afectiva que promuevan el fortalecimiento de habilidades y capacidades", aseguran.