La cultura por los barrios
Parece haberse comprendido la profunda significación que las expresiones culturales tienen para el progreso de la comunidad y para el fortalecimiento de su identidad y sentido de pertenencia a una ciudad.
Mientras en la Nación persiste el revuelo por los cambios en el Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales, como contrapartida, en la ciudad se anunció el comienzo de un ciclo denominado "La Cultura es la Sonrisa de los Barrios", que tiene como objetivo recorrer distintos puntos de la ciudad con presentaciones de elencos municipales, cine para niños y números musicales.
No es antojadiza la analogía entre lo que sucede en la Nación y en la ciudad. Son dos los motivos que permiten la comparación. El primero se relaciona con los diferentes modos de encarar la gestión cultural desde el Estado y la penetración ideológica que cercena, impide y obstaculiza cualquier iniciativa, sea de cambio o de implementación de nuevas estrategias. La segunda -más cercana a la vida cotidiana- se vincula con la trascendencia que las industrias culturales tienen para la vida de un pueblo.
Así, aquella polémica del Incaa puede contraponerse a esta idea de trabajo en conjunto que se ha presentado desde el municipio y que involucra a los distintos sectores vecinales. El objetivo, según se afirmó en el lanzamiento, es fortalecer el polo cultural sanfrancisqueño visitando con los elencos y talleres culturales municipales a las sedes de los centros vecinales para que todos los habitantes de la ciudad tengan acceso a estos productos culturales.
No es una novedad en la ciudad este tipo de iniciativas. En el verano reciente se elogió desde esta columna la idea de llevar el teatro a escenarios barriales. Otras administraciones municipales también programaron de manera sistemática las actuaciones de los elencos en varios sectores de la ciudad. Pese a ello, que se vuelva a pensar en esto significa que parece haberse comprendido la profunda significación que las expresiones culturales tienen para el progreso de la comunidad y para el fortalecimiento de su identidad y sentido de pertenencia a una ciudad.
Es importante que el Estado municipal tenga protagonismo en la materia. Porque es responsable -entre muchas otras cosas- de preservar el patrimonio cultural de la ciudad y alentar todas las expresiones artísticas, para luego trasladarlas a todos los ámbitos. Las manifestaciones culturales tienen, en sentido amplio, una diversificación que las hace por momentos inabarcables. Por ello, que la cultura expresada en la danza, el teatro, el cine, la música o el arte, llegue a la gente es plausible.
Como se escribió hace varios años en esta columna, "el objetivo de la actividad cultura tiene que ser llegar a la gente, a toda la gente, promoviéndola en los barrios, apoyando la labor de organizaciones no gubernamentales que luchan todos los días por brindar alternativas a niños, jóvenes y adultos que viven en ambientes donde las oportunidades escasean o, directamente, no existen. La penetración de los programas culturales en los barrios, especialmente los periféricos será un elemento valorable a la hora de forjar las condiciones del progreso social y, en determinados ámbitos, alejar a las nuevas generaciones del peligro de la marginación que destroza cualquier intento de vida en comunidad.