La chica que limpia para salvar a su hijo
"La chica que limpia" rompió récords de visualizaciones en el "Netflix criollo" que es Cine.ar. Cuenta la historia de una mujer que trabaja día y noche para poder llevar a su hijo a que le hagan un tratamiento médico en Estados Unidos. Cosas del azar, quedará metida en el submundo de la delincuencia cordobesa, limpiando escenas de crimen por una buena paga, mientras su moral se hunde en el barro.
Por Manuel Montali | LVSJ
"La chica que limpia" comienza denunciando lo peyorativo, desde su mismo nombre, como para marcar la cancha nomás. Después, vemos a una mujer que corre, a oscuras y por lo que parece ser una zona boscosa, con la ropa típica del personal de limpieza. Está transpirada, despeinada, agitada, quizá con rastros de llanto. Mucho más no se ve. Las escenas iniciales son igual de dinámicas y desprolijas, como sacudidas de cámara. Y los sonidos nos lo advierten, ese pitido cuasi de terror que prolonga el suspenso y un galope de tambores, como un tren viniendo de lejos listo para llevarnos puestos: lo que vamos a ver es una historia dura. La chica llega hasta una calle, se para en la mitad para bloquear el paso del auto que circula en sentido contrario, y cae desplomada.
Uff. Corte por favor.
Después de ese arranque a pura corrida, llega la intro, con la banda sonora y una sucesión de imágenes sucias: inodoros chorreados, cocinas aceitosas, cañerías viejas, superficies llenas de puchos... Sí, bienvenidos al oscuro mundo del personal de limpieza.
El Museo Evita, en la capital cordobesa. Unos meses antes. La chica que luego correrá hasta desplomarse, está impoluta, con otro uniforme, limpiando una ventana.
Sabremos que se llama Rosa. Que tiene que volver a casa después del trabajo porque la espera su hijo Felipe. Y que está reuniendo dinero (con colaboraciones solidarias) para poder llevar al niño a Estados Unidos para un tratamiento médico. Ah, y que la condición de salud del pequeño implica que su madre guarde también una limpieza extrema en el interior de su hogar, que hasta tiene un recibidor aislado para que se higienice a fondo cuando llega de la calle. Casi, casi, como lo que nos ha enseñado a hacer esta cuarentena.
Ver "La chica que limpia"
Rosa también trabaja en un club de box donde se arreglan peleas. Vemos gente con cara de mala que habla en susurros. El ambiente es sórdido. Nos acercamos un poco más a la secuencia inicial. Un boxeador gana una pelea que debería haber perdido. Lo siguiente que sabemos es que Rosa está aseando el ring cuando ya no queda nadie, y se escucha un tiro. La gente con cara de mala le ordena que limpie un baño, sucio de una manera en que ella no había visto nunca: sucio de sangre. La recompensa, sin embargo, es generosa.
La chica que limpia queda envuelta así en una historia que la hará enfrentar su propia moral y los límites de lo que una madre puede hacer (o soportar) para salvar a su hijo... porque la conciencia no se limpia tan fácil.
Escrita y dirigida por Lucas Combina, y protagonizada por Antonella Costa (recordada por su papel en "Garage Olimpo"), la serie sigue el ritmo, la fotografía y narración de la nueva generación de thrillers post Netflix (y sobre todo post Breaking Bad, haciendo hincapié en las transformaciones de personajes). Cuenta con trece capítulos de alrededor de 25 minutos cada uno, lo que incita al maratón y permite economía de artificios de estiramiento en los que incurre toda serie de varias temporadas.
Esta producción rompió récords de visualizaciones en la plataforma criolla Cine.ar, y es un lujo que eleva la vara de calidad de todo lo que se ha hecho en nuestra provincia. La chica que limpia marca así la cancha para que todos notemos que hay un antes y un después de ella.