La casita del árbol, donde la aventura le gana a los videojuegos

El lugar elegido es un árbol ubicado en calle Independencia al 4000.
En plena época de la informática, donde lo virtual ha ganado un terreno que hace años era impensado, un grupo de niños de barrio Independencia de nuestra ciudad se resiste a abandonar el contacto personal y dedica gran parte de su tiempo libre a la construcción de una casa en un árbol donde a diario viven distintas aventuras.
El lugar elegido es un árbol ubicado en calle Independencia al 4000. Hasta allí llegaron a la cita con LA VOZ DE SAN JUSTO Baltazar Guevara, de 11 años, alumno de sexto grado de la Escuela "Marina Fava de Esteban"; Thiago Vignetta, de 12 años, que concurre al primer año del Instituto Pablo VI; Mateo Agustín Piacentini, de 8 años, que cursa el tercer grado de la Escuela Fava de Esteban, y Estanislao Martín Perusini, de 12 años, que asiste al primer año del Ipea Nº 222, quienes comenzaron a hacer realidad un proyecto de contar con un lugar propio donde dar rienda suelta a sus aventuras. Junto a ellos también trabajaron y forman parte del grupo Facundo Imhoff, Pedro Aburrá y Bautista Buley.
La casa del árbol no tiene electricidad, lo cual hace que allí queden fuera todo tipo de consolas de videojuegos y las mismas sean reemplazadas por la inagotable imaginación de estos niños que hacen gala de una creatividad admirable.
Una amistad real
Baltazar, Thiago, Mateo y Estanislao no están ajenos a la tecnología. En sus vidas, conviven con ella a través de consolas de video juegos, tablets, PC, lentes de realidad virtual y teléfonos celulares con acceso a internet. Sin embargo, ellos prefieren pasar el mayor tiempo posible en contacto real con sus amigos y cuando no pueden hacerlo, recién allí acuden al Whatsapp donde han creado tres grupos llamados 'La choza del árbol', 'Los bro de la choza' y 'el pebete en el árbol', que utilizan para acordar el siguiente momento para encontrarse en su refugio y continuar planeando nuevas aventuras.
Baltazar, Mateo y Estanislao viven a pocos metros de distancia mientras que Thiago, primo de Baltazar, se sumó a esta aventura pese a vivir más lejos del lugar.
Baltazar explicó que todo comenzó "cuando empezamos a hacer chozas en baldíos, pero los dueños nos sacaban porque decían que molestábamos. Entonces se nos ocurrió hacer una casa en un árbol a la que le fuimos agregando cosas y distintos pisos. Actualmente tenemos seis pisos y podemos seguir agregando más".
Una vez que eligieron el árbol correcto, los chicos explicaron que "nos subimos y le fuimos agregando palos, luego seguimos con tarimas y por último, las lonas hasta que empezó a tomar forma y ahí quedó".
Punto de encuentro, también para la merienda
Asimismo, los chicos explicaron que "a veces traemos masitas y jugo para merendar. También escuchamos música y hablamos sobre muchas cosas. También tenemos algunas aventuras porque siempre pasa que algunos nos vienen a atacar y entonces tenemos que defendernos con botellas de agua que usamos para expulsar a nuestros 'enemigos'. Si se quieren subir, nosotros los mojamos", expresaron entre risas pícaras.
Los protagonistas de esta historia indicaron que los elementos para construir la casa en el árbol "los fuimos buscando por la calle. Los encontramos tirados en baldíos y como a nosotros nos servían, los trajimos".
Thiago destacó la importancia que para estos chicos tiene el contacto permanente y pasar el tiempo viviendo estas aventuras al señalar que "yo tengo una Play, la computadora, una tablet, el celular pero me encanta venir acá. Me divierto mucho con los chicos en la casa del árbol, la pasamos genial".
De igual manera, el resto de sus amigos explicaba que también convivían con la tecnología pero sin embargo preferían "venir a divertirnos acá, a la casa del árbol. Acá compartimos con todos en lugar de jugar con la tecnología. Acá podemos divertirnos escuchando música y conversando".
Además, señalaron que "a veces vamos a comprar un pebete al kiosco y nos quedamos a comer arriba del árbol".
Este grupo de amigos recordó que "la choza comenzó a construirse en 2015 y con el paso del tiempo, comenzamos a agregarle más cosas hasta que quedó así. Todavía no la terminamos, pensamos seguir agregándole niveles para hacerla más grande. No nos conformamos nunca y siempre pensamos que hay que ampliarla".
Al pasar tanto tiempo compartiendo estas aventuras, el grupo de amigos confesó que "ya no usamos tanto los video juegos, nos gusta mucho más estar aquí, entre nosotros viviendo estas aventuras. Acá hablamos mucho y cuando nos aburrimos, escuchamos música o bien salimos a buscar más cosas para agregarle a la casa del árbol. Siempre hacemos cosas para divertirnos y pasarla bien".
El orgullo de mamá
Ivana es la mamá de Baltazar Guevara y mientras los pequeños aventureros relatan sus experiencias, no deja de enorgullecerse por la bella amistad que han sabido construir.
"Los chicos son divinos, siempre están juntos todo el tiempo", comentó a este diario y sobre su hijo explicó que "siempre fue inquieto, desde pequeño estuvo jugando con cajas de cartón con las cuales hacía casas. Además, siempre está trepándose a algo, es muy activo junto al resto de sus amigos que son idénticos".
Remarcó también que "lo lindo de ellos es que son amigos 'reales' que juegan a 'cosas reales', más allá de tener juguetes tecnológicos. En casa la Play Station casi ni se utiliza".
Como mamá, al momento de ponerle límites indicó que "muchas veces le digo que no puede usar la Play y veo que eso no le importa. Lo que más le duele es cuando le digo que no puede salir a jugar con sus amigos. Si algún día derrama una lágrima, es cuando se queda sin salir a la calle".
Por último, Ivana remarcó que "los chicos están siempre en casa, todos colaboran trayendo cosas para divertirse. Como mamá estoy orgullosa de la manera en que pasan el tiempo los chicos, disfrutando de estar en contacto con la naturaleza".