La brocha de la esperanza comunitaria se enciende en barrio Sarmiento
En la casa del Centro Vecinal Purpulem realizó un mural que expresa el deseo de la esperanza de las personas de que "algo copado" habrá después de tanta ruina causada por la pandemia.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Es difícil poder representar para el exterior todo lo que
transcurre en un lugar, entre cuatro paredes o el espíritu mismo que vive allí
y esa tarea le fue encomendada a Purpulem para realizar un mural en el
tradicional Centro Vecinal de barrio Sarmiento.
A metros de esa casa vecinal ubicada contra el ferrocarril sobre López y Planes vivió alguna vez este artista cuya brocha ha cambiado las fachadas de diversos lugares de la ciudad interviniendo e interpelando a la sociedad sanfrancisqueña. Junto a él está su fiel mascota Rada que lo sigue con su cuerpo y la mirada, cuida el territorio y lo admira mientras imprime color a una pared que hasta hace poco era blanca.
"Estamos acá en el centro vecinal de barrio sarmiento, el barrio la puñalada, interviniendo la fachada de esta casita histórica que es la sede del centro vecinal del barrio", dijo Lucas Abrate (como dice su DNI) quien fue convocado por Julio Kohan y Víctor Combina que son de la comisión de este espacio comunitario.
Mientras tanto, el artista sigue con su obra, charla con personas pero responde con un híbrido de palabras y pinceladas que van tejiendo un gran mural distintivo y particular en un predio donde hay un jardín maternal y al lado están los juegos del Paseo del Belgrano.
Un misterio
Siempre que Lucas llega a un lugar donde tiene que pintar un mural todo es sorpresa para él y quienes lo contratan porque lo que va a hacer es un auténtico misterio y es una especie de juego en que va descubriendo y dando forma al proyecto.
"Cuando me convocan siempre me preguntan qué voy a pintar y yo les digo que no sé", y lo mismo pasó en el conocido también con el centro vecinal y sobre esto ilustró: "Acá, pensé en la pandemia con las restricciones y me imaginé a la gente unida estrechándose las manos".
Purpulem lo hizo de nuevo con un mural que interpela,
esta vez en barrio Sarmiento. | Fotos y video: Emiliano Lavezzini | LVSJ
En este contexto donde tomarse las manos o permanecer distanciados es una regla que se convirtió en normalidad aun esos lazos invisibles perviven y alimenta la esperanza de que el panorama cambie.
"En algún punto siempre nos moviliza la esperanza, todos estos cuidados que la sociedad lleva adelante es para volver a estrecharse las manos y estar juntos. Saber que todo esto sucede para algo copado en el futuro".
Y la verdad esto tiene una relación directa con lo que significa un Centro Vecinal que funciona como lugar de reunión y encuentro para la gente y donde se reconocen lazos estrechos entre los residentes.
"Cuando me convocan siempre me preguntan qué voy a pintar y yo les digo que no sé. Acá pensé en la pandemia con las restricciones y me imaginé a la gente unida estrechándose las manos".
Técnica
A estético, el mural "está hecho dentro del lenguaje particular" de Purpulem y describió: "Hay un tipo de abstracción cubista donde se descubren unos personajes que son mis ancestros y mis salvajes que juegan, se estrechan las manos y van buscándose y agregó que "trabajó con los colores primarios que representan lo básico para construir".
"Cada vez que pinto en lugares así que son muy públicos, como en Desarrollo Social y el Teatrillo que también los pinté en pandemia, en algún punto siento que el arte cobra otro tipo de valor", resaltó en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Hacer un nuevo mural donde ya deja una marca reconocida en la ciudad sirve para subsanar un poco la "herida" que generó la pandemia en el ámbito de la cultura: "El arte cobra otro sentido porque la cultura se vio re contra lastimada por la pandemia, de todas maneras.
"En algún punto siempre nos moviliza la esperanza", dijo el artista.
Una ciudad de oportunidades opacas
La reflexión de Lucas va más allá de lo estrictamente vinculado a la idea y técnica del mural que está haciendo y los que ya hizo en el transcurso de la pandemia, hoy la ciudad - como muchos otros lugares - debió relegar las actividades culturales y artísticas que antes se hacían con frecuencia.
"A mí me duele cuando voy a las plazas, y encuentro a otros padres o niños que dicen en San Francisco no hay nada para hacer, sinceramente me duele porque hay mucho para hacer, hay mucha creatividad, artistas, instituciones. - y continuó - Falta prender una mecha de la gestión para se convierta en eso, por eso siento que al intervenir estos espacios muy importantes en la ciudad aporto mi granito de arena".