Entrevista
La bandera como legado: 25 años del símbolo que unió a San Francisco

Diseñador industrial, gráfico y audiovisual, Mauro Codini habla del origen y la evolución de la bandera de San Francisco, a 25 años de su creación. Lo hace con emoción, memoria y una visión del diseño como resistencia, construcción colectiva y herramienta de transformación. “La ciudad la hacemos entre todos”, afirma. Y lo demuestra.
Cuando Mauro Codini presentó aquel diseño que se convertiría en la bandera de San Francisco, no imaginaba del todo lo que venía. Era el año 2000, el país se tambaleaba y él, recién vuelto de Córdoba, se topó con la convocatoria como quien encuentra una excusa para hacer lo que ama: diseñar. Su amigo, el doctor Valentín Vicente, le avisó del concurso y Mauro, sin grandes pretensiones, decidió participar.
“Lo tomé más como un concurso de diseño, no como un trabajo de veicilógrafo”, recuerda. “Yo no tenía la dimensión que le podía encontrar después. Era un acto consciente, sí, pero sin saber el impacto que iba a tener”.
Empezó por donde siempre empieza: por estudiar. Recorrió las banderas del mundo, detectó patrones, evitó lo repetido. “Todas se resumen en franjas, símbolos o combinaciones. Yo quería algo diferente, que se reconociera fácilmente y que representara a la ciudad”.

Tomó el escudo de San Francisco como punto de partida y lo ubicó en el este del diseño, respetando la geografía real. Alrededor, una trama de franjas naranjas, símbolo de energía, movimiento, rayo, arado, posibilidad. “Quería mostrar que llegamos a ese momento por acción u omisión, pero que también podíamos salir adelante. Que la ciudad la hacemos los sanfrancisqueños”.
La eligió su hija Alfonsina, por instinto. Llegó a entregarla a último momento. “Siempre contra reloj”, dice. Y ganó. Con los años, esa bandera fue apropiada por la comunidad: ondeó en escuelas, competencias, actos públicos y logros individuales. “Lo que más me emociona es ver que alguien que va a una competencia pide la bandera para representar a San Francisco. Eso me parte la cabeza”.
“La ciudad la hacemos los sanfrancisqueños. Esa fue siempre la idea detrás de la bandera.”
Un cuarto de siglo después
Hoy, a 25 años de aquel diseño, la ciudad prepara una edición especial: 2.500 banderas se distribuirán entre instituciones, personalidades y sanfrancisqueños destacados. “Me cayó muy bien ese pedido. Refuerza lo que se hizo entonces, en otro momento difícil, con otro tipo de incertidumbre, pero con la misma necesidad de construir algo común”.
Codini no solo diseñó una bandera. También ayudó a construir un símbolo. Y en el proceso, se descubrió a sí mismo. “Después de eso (de ganar el concurso) me empezaron a invitar a escuelas a explicar el diseño. Me pasó que un nene me pidió que le firmara el cuaderno. Y después vinieron tres, y después veinte. Me veían como si fuera un prócer. Y yo no soy Belgrano, ni ando por la plaza diciendo que soy el autor. Pero ese día entendí lo que había generado”.

Una vida diseñando
Mauro estudió primero ingeniería mecánica, guiado por la tradición familiar. “Mi viejo tenía la fábrica y me dijo: andá a estudiar algo serio”. Pero la pasión iba por otro lado. Probó en Córdoba, y cuando se abrió la carrera de Diseño Industrial, se animó a cambiar. “No teníamos un plan, no sabíamos bien a qué nos íbamos a dedicar. Pero el diseño me entusiasmó, porque es como una caja de herramientas. Con eso podés hacer de todo”.
Volvió a San Francisco por la crisis y fue de los primeros diseñadores industriales en la ciudad. “Nadie sabía qué era eso. Me inventé el trabajo. Hice de todo. Hasta que un día la UTN trajo una maestría con la Politécnica de Valencia. Y ahí me voló la cabeza: entendí que el diseño no era solo para objetos, sino para procesos, productos, ideas”.
Esa versatilidad lo llevó a combinar gráfica, producto, serigrafía textil y audiovisuales. Participó en la identidad visual de empresas, desarrolló productos desde cero, estampó ropa. Y se sumó con entusiasmo al incipiente Polo Audiovisual de San Francisco. “Me convocaron para hacer gráfica, después para logos, y ahora hasta actué en un corto. Nunca estuve tan asustado en mi vida”, ríe.
Más allá del papel actoral, lo que lo atrapa del audiovisual es el proceso. “Un videoclip también es un producto. Hay diseño, producción, industria. Me gusta esa parte, no la mirada romántica del arte. Me apasiona que diez personas estén trabajando, que haya equipo, que haya laburo”.
En esa línea, también exploró el stop motion. Hizo un curso, contactó al docente, armaron un proyecto, filmaron un videoclip. “Es artesanal, es como la animación. Me encanta. Me permite trabajar más solo, sin tanta gente. Yo soy bastante solitario”.
Este año volverá a las escuelas. Con cada bandera que se entregue, Codini quiere hablar con estudiantes, mostrar lo que hacen los diseñadores, alentar a los chicos a estudiar, a crear. “Me entusiasma eso. Porque el diseño también es resistencia. Es decir: seguimos, no nos detenemos, no hacemos por hacer, hacemos con sentido. Recuerdo una escena descripta por Galeano en la que tras la destrucción de una ciudad, una señora salía a barrer la vereda como si nada hubiera pasado: bueno, yo creo lo contrario, creo que hay que encontrar símbolos que representen lo que nos pasó, pero también cómo reaccionamos a ello, con más ganas y fuerzas”.
“Lo que más me emociona es ver a alguien llevando la bandera de San Francisco como símbolo de un logro colectivo.”
Ese mismo espíritu es el que lo conecta con la universidad pública, con el parque industrial, con las instituciones que hicieron crecer a la ciudad. “Yo soy ex alumno de la UTN. No me la toquen. Es un sentimiento. El parque industrial también se nutre de ahí. El diseño tiene que estar metido en todo eso”.
Cuando se lo invita a imaginar cómo será la ciudad cuando se cumplan 50 años de la bandera, se toma un momento. “Primero, espero estar vivo”, bromea. “Pero más allá de eso, me imagino una sociedad en la que no hagan falta más banderas. No porque haya que dejar de identificarse, sino porque ya no haya motivos para dividirnos. Que todos tiremos para el mismo lado. Que el símbolo represente el bien común”.