La agroindustria debe mostrar el camino

El complejo industrial sojero indica cuál es el camino para el futuro cercano. En el nuevo esquema que estará signado, si todo avanza como se presume, por el acuerdo comercial con la Unión Europea y otros bloques de países del mundo, la producción de productos agroindustriales es una pieza insustituible en los engranajes de desarrollo del país.
La Secretaría de Agroindustria de la Nación informó que la molienda de soja alcanzó 4,3 millones de toneladas durante junio, lo que significó que nueve de cada 10 toneladas fueron industrializadas. En este sentido, el acumulado de la participación de la industrialización y la exportación de porotos de soja registradas en el comienzo del presente ciclo 2018/19, el período entre abril y junio muestra una participación de 82% para la industria y 18% para la exportación.
Según la fuente oficial, "este porcentual es el segundo más alto de los últimos cinco años (aunque sería el mayor si no se considerara el de la campaña anterior porque la producción fue de sólo 37 millones de toneladas debido a la sequía)". Y se agregó que la Argentina "cuenta con el polo aceitero más importante del mundo, siendo el primer exportador mundial de harina y aceite de soja".
Los datos son un bálsamo en medio de la crisis económica que vive el país. Y establecen un parámetro que sería interesante extender a otras producciones. Porque el comercio internacional dista bastante de ser lo que fue hace un siglo cuando el modelo agroexportador establecía que nuestro país vendía solo granos, sin posibilidad de brindar productos con valor agregado.
El complejo sojero se instala de este modo como una referencia central para la agroindustria nacional, aunque las posibilidades de exportación actuales y los dividendos que podrían obtenerse están obstaculizadas por las decisiones económicas adoptadas el año pasado en materia de retenciones. Se recuerda que el esquema de cobro de derechos de exportación que la Nación dispuso para las exportaciones de soja y los productos de su molienda, harina de soja y aceites, establece el mantenimiento de las retenciones en un 23%.
El resentimiento de la competitividad de la agroindustria basada en el poroto de soja sigue vigente entonces. Y contradice el discurso oficial que habla de la agroindustria como "la herramienta para posicionar a la Argentina como el supermercado del mundo, con productos de alto valor agregado", tal como lo ha afirmado el propio secretario del área en reiteradas ocasiones.
Así y todo, el complejo industrial sojero indica cuál es el camino para el futuro cercano. En el nuevo esquema que estará signado, si todo avanza como se presume, por el acuerdo comercial con la Unión Europea y otros bloques de países del mundo, la producción de productos agroindustriales es una pieza insustituible en los engranajes de desarrollo del país. Claro que para ello, el Estado tendrá que sacar el pie del freno, eliminando trabas, retenciones y tributos que solo desalientan la inversión e impiden el crecimiento.