Juntas dando pelea al cáncer
María Soledad Rasetto tiene cáncer y perdió su cabello por causa del tratamiento contra esa enfermedad. Su amiga Ingrid Fernández decidió raparse para acompañarla y ayudarla a transitar esta etapa. Un gesto de amor y valentía que encierra una historia de amistad y lucha que compartieron con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Cuando una persona tiene cáncer, la búsqueda de la cura se convierte en un deseo irrefrenable. La medicina, la fe y la espiritualidad hacen lo suyo, pero es mucho mejor cuando los amigos y todos aquellos que la rodean buscan la forma de aliviar el dolor de ese ser querido.
Ingrid Fernández (42) se enteró que el tratamiento de quimioterapia contra el cáncer de pulmón que estaba haciendo su amiga del alma, María Soledad Rasetto (40), no estaba dando resultado y que tenía que empezar un nuevo proceso, más invasivo, más doloroso.
Para alentarla y acompañarla, Ingrid se rapó su rubia y larga cabellera que llegaba hasta la cintura. Este gesto de "amor y amistad" lo publicó en las redes sociales y se hizo viral.
Además de sus cabezas calvas, a estas dos jóvenes madres las unen muchas otras cosas y decidieron contar su historia a LA VOZ DE SAN JUSTO.
"Cuando me dijo que había nuevos nódulos en los pulmones y tenía que empezar un nuevo tratamiento, se derrumbó mi mundo. Trato de no llorar, pero no puedo disimular", dijo Ingrid con lágrimas en los ojos mientras Soledad la toma de la mano. Ella, le devuelve el gesto de amor acariciándole la cabeza con ternura.
"Raparme era la única manera que tenía para no dejarla sola en este proceso. No la puedo curar como la medicina, pero es lo que le puedo hacer para sostenerla en este momento que estamos pasando", confió la mujer.
Sin dudarlo, Ingrid le pidió el miércoles a su peluquera que pasara la máquina al ras de su cuero cabelludo. "Nadie creía que lo iba a hacer, pero era la forma de apoyar a mi amiga porque con estar, simplemente no alcanzaba", explicó la entrevistada.
Pero la mujer tomó otra acción solidaria. "Doné mi cabello a una peluquera que fabrica pelucas. No todas las mujeres se animan a estar sin cabello y alguien lo va a necesitar más que yo", reflexionó.
Soledad se enteró de la decisión de su amiga a través de whatsapp. "Estaba almorzando con mi mamá y mi hija mayor cuando llegó el mensaje con la foto. Soy una mujer que nunca se calla, pero Ingrid me dejó sin palabras. Sé que ella me ama, pero no me imaginé semejante acto de amor", confesó Soledad.
"La vida es esto, es dejar algo bueno por el otro. Si no lo hacés por las personas que querés, ¿Por quién vas a hacer algo?", sentenció Ingrid.
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Siempre juntas
La historia de estas amigas tiene varios capítulos que se van sumando a través del tiempo. Hoy comparten sus cabezas rapadas, pero son muchos los momentos que transitaron juntas en la lucha contra esta enfermedad.
En agosto de 2016, les tocó enfrentar el peor de los diagnósticos cuando Soledad comenzó con un problema de salud. "Estaba lo más bien cuando sentí un cuerpo extraño en la pierna. Era como una pelotita muy chiquita. Me hice una ecografía y el médico me pidió que volviera a los seis meses", contó Soledad.
Por aquel momento, la joven también quería convertirse en madre por tercera vez. "La doctora me dio ácido fólico y me dijo que en marzo del año siguiente quería verme embarazada", recordó.
El deseo de ser mamá se hizo realidad, pero también se despertó la otra enfermedad. "Cuando estaba transitando el sexto mes de embarazo, el tumor -un sarcoma sinovial clase II- creció 22 centímetros. Era como tener dos panzas. La de mi hija Noel y el tumor. Cuando el médico me hizo la biopsia, tuvimos que programar la cesárea para poder someterme a quimioterapia y luego a rayos", contó la mujer.
El 30 de octubre de 2017, Soledad estaba en pleno tratamiento cuando cumplió 39 años. A pesar que tenía que estar aislada, su amiga Ingrid no la iba a dejar sola. "La doctora nos dio permiso de visitarla en el sanatorio San Justo y de inmediato, con una amiga, compramos una torta, globos y una velita. Queríamos estar con ella", recordó Ingrid.
Al año siguiente, Soledad celebró sus 40. Fue un momento especial, pero se sentía cansada. Al poco tiempo, se enteró que el cáncer había vuelto a despertarse en su cuerpo, pero esta vez en los pulmones. "Pensé que era por la adrenalina que había vivido en la celebración de mi cumpleaños, pero la fatiga no era eso. Una tomografía que me hice días antes me daba la noticia que estaba enferma otra vez", contó la mujer.
Su oncóloga detectó más lesiones y en noviembre tuvo que reiniciar la quimioterapia hasta el martes pasado.
Para esta nueva etapa, una vez más, está Ingrid a su lado. "A esta altura de la vida no existen las mejores amigas, sino aquellas que están siempre y en el momento en que más las necesitas. La vida nos juntó y hoy transitamos este camino, que es mío, pero nos unió más que nunca", concluyó Soledad.
"¿Es quimio o nuevo look?"
Los fuertes tratamiento a los que debe ser sometida Soledad le dejó poco cabello y sus cejas también se van perdiendo. La mujer contó que su nueva apariencia despertó la mirada ajena y debió soportar muchos comentarios inapropiados. "Viví todo tipo de situaciones con esta enfermedad. De dialogar con personas en el sanatorio y que hablen en voz alta sobre lo que me ocurre hasta subirme a un remis y que el chofer me mire por el espejo retrovisor y me pregunte, `¿Qué se hizo, señora? ¿Es quimio o nuevo look?´".
Para enfrentar estos momentos, Soledad aseguró que tiene a su amiga que es uno de sus pilares en esta lucha. "Ahora somos las peladas. Nos vemos y nos reímos, no podemos creer cómo estamos una y la otra. No tener pelo es raro, pero también liberador. Nunca quise usar peluca porque esta soy yo", aseguró Soledad.
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Amigas de galería
La relación entre estas dos mujeres nació en el año 2006, cuando trabajaban en distintos comercios de la galería "Bon Marché", en el centro de nuestra ciudad.
Por la forma de ser de ambas, la conexión fue inmediata. "Éramos las dos loquitas de la galería y solo nos dividía el pasillo", recordó Ingrid.
La picardía entre las dos es notoria. "Amamos los brillos y los zapatos. Nos gusta estar pintadas. Somos de esas amigas que se ríen hasta llorar", comentó Ingrid.