Historias
Jorge Rinaldi, el ebanista que se formó en una guardería municipal y sueña con una fábrica escuela
Es uno de los ebanistas más importante del país, se formó en una guardería municipal y junto a sus hijos quiere abrir una fábrica escuela en la ciudad.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
El ebanista Jorge Rinaldi tiene en su ADN el gen del industrial sanfrancisqueño. Creativo, artesano, pujante, maestro, empresario y solidario son algunas de las características que comparte con aquellos visionarios que forjaron el polo industrial que hoy es un orgullo y una marca registrada de nuestra ciudad.
Su historia personal comenzó como la de muchos en un “galponcito” en el fondo de la casa de los abuelos maternos en el corazón del barrio Roca. Allí sus hermanos Luis y Víctor tenían su taller de carpintería, oficio que aprendieron de su padre que los abandonó cuando ellos eran pequeños.
En ese lugar Jorge contó que empezó a tener los primeros pasos como carpintero haciendo sus propios juguetes mientras sus hermanos trabajaban para ayudar a su madre con los gastos de la casa. “A los 4 años, mis hermanos llevaban trabajo a la casa de mi abuela - ubicada en Roca y San Luis - que tenía un galpón. Ellos armaban sillones para aumentar la economía de la casa porque nuestro padre nos había abandonado. Buscábamos la forma de hacer dinero extra. A esa edad, yo me ponía a ordenar maderitas y mis hermano Víctor me decía, quédate acá ayudándome, y así comencé en este oficio de poner cola en una madera que era la escuadra de una silla", relató.
Jorge destacó de su infancia lo importante que fue su mamá Nilda Rosa, que era enfermera en el hospital y la que siempre estaba dispuesta para poner las inyecciones a los vecinos del barrio. “Ella sola tuvo que salir adelante con sus cinco hijos porque ellos se separaron cuando mi mamá estaba embarazada de mí. Mi abuela Primitiva, que era una gallega muy estricta y dura, fue a buscar a mi mamá porque corría peligro y ella nos protegió a todos”, agregó el ebanista.
En esa época, Jorge valoró su paso por la Guardería Municipal "Arturo Taglioretti" y no pudo evitar la emoción que le causó recordar aquellos momentos. “En una casa donde había tantas carencias, en la guardería me sentí totalmente querido y protegido. Pero la contención que tuve fue más allá de un plato de comida sino todo el cariño y atención que recibíamos de las maestras. Me acuerdo que en el patio había un árbol muy grande y nos ponían a jugar y nos contaban cuentos”, apuntó. “Mi idea de crear una escuela fábrica es devolver a la comunidad todo lo que recibí en mi niñez porque siempre me sentí muy querido por todos y muchas personas fueron muy buenas conmigo. La primaria la cursé en la escuela Iturraspe y también recibí esas demostraciones y es por eso que ahora que tengo un oficio me gustaría capacitar a jóvenes y darle la posibilidad de tener una herramienta para defenderse en la vida”, afirmó.
El primer paso
Tras terminar sus estudios primarios, el secundario lo hizo en el Enet de noche porque tenía que trabajar. "Soy técnico electrónico, pero siempre trabajé de carpintero", señaló Rinaldi.
En su adolescencia empezó a trabajar en la carpintería de Néstor Massa, pero cuando salía continuaba en el taller que había montado en la casa de su madre. El ebanista contó que un dormitorio era donde trabajaba con sus hermanos y el pasillo de la vivienda estaba lleno de materia prima.
Con el tiempo, este carpintero se fue armando sus máquinas con el apoyo de vecinos que le financiaban en cuotas los motores. "En el año 1986 y 1987 me compré un terreno y al techo lo hicimos en dos etapas con ayuda de mis amigos porque no tenía la plata para hacer todo junto", relató Rinaldi.
En ese período se especializó en la fabricación en serie de juegos de dormitorios y de comedor hasta la crisis del 2001 que decidió irse a Misiones, donde abrió un aserradero.
En 2015 regresa a la ciudad y fue como un nuevo resurgir en su carrera. "Al regresar me puse en contacto con arquitectos y desarrollistas para contarles que estaba de nuevo acá y disponible para trabajar", indicó Jorge.
En ese período surgió el proyecto del Soho Park. "Cuando ellos vieron mi capacidad se animaron a hacer cosas increíbles", señaló Rinaldi y agregó: "Se me encargó entre otros trabajo la fabricación de una puerta que tiene 4,50 metros de largo por 2 metros de ancho donde puede demostrar mi lado más artesanal con piezas únicas”, apuntó.
También en ese edificio, el arquitecto Mauricio Mare le pidió un trabajo "especial y distinto" en uno de los departamentos de esa torre. "La propuesta era revestir las paredes con molduras de madera y el objetivo era hacer una réplica del Palacio Versalles. Como eso es muy barroco le propuse guiarlo para el lado de la residencia de María Antonieta", apuntó.
"El cliente sugirió una guarda y nosotros le propusimos colocarla en el medio de la moldura. Ningún boiseries del mundo tiene ese modelo porque lo hicimos exclusivamente para este trabajo", precisó Rinaldi. Y agregó: “Para la puerta de ese departamento le propuse trabajar con la raíz del nogal para convertirlas en unas verdaderas obras de artes que fueron reconocidas en diferentes lugares del mundo".
Nuevos horizontes
Los resultados alcanzados por esos trabajos lograron un reconocimiento importante que trascendió las fronteras de nuestra ciudad y tuvo alcance en diferentes partes del mundo.
“El ebanista es un artesano, un creador y un artista. Somos muy pocos los que quedamos alrededor del mundo capaces de hacer estas piezas de semejante envergadura y estoy en contacto con todos ellos”, afirmó Rinaldi.
Pero este sanfranisqueño quiere dejar una huella en su ciudad y con mucho esfuerzo empezó a tecnificar su taller e incluyó a sus hijos Daniel y Agustín para que ellos sean los responsables del nuevo proyecto familiar apuntando a la tendencia mundial de la fabricación de muebles en caja.
“Es el legado que les voy a dejar a ellos. Ya Daniel se encarga de la parte operativa y en la producción y Agustín del marketing y publicidad tratando de instalar a la empresa a nivel global”, explicó el papá orgulloso.
“Las máquinas ya las tenemos y el nivel de tecnología que tenemos nos coloca entre las 20 empresas del rubro en el país, pero nos está faltando recursos humanos y más espacio para comenzar a fabricar”, profundizó Rinaldi.
"Me gustaría capacitar a jóvenes y darle la posibilidad de tener una herramienta para defenderse en la vida”.
Con respecto al espacio, el empresario está trabajando en un proyecto para desembarcar en el Parque Industrial de San Francisco y montar una fábrica escuela.
Por otro lado, está la cuestión de los recursos humanos que Rinaldi lo destacó como lo más valioso que tiene un empredimiento.
Desde hace unos años, la firma tiene un convenio de pasantía con el Ipet 50 Ing. Emilio Olmos. “Para nosotros es una experiencia maravillosa y nos gusta poder brindar esa posibilidad a los jóvenes que puedan hacer sus prácticas. Nos piden de las universidades pero estamos limitados en nuestra capacidad por eso pensamos que debemos expandir el proyecto”, señaló.
Jorge tiene claro que la clave está en brindar alternativas a los más jóvenes para que ellos tengan su primera experiencia. “Nosotros tenemos que apuntar a los pibes desde los 12 o 13 años para que aprendan el oficio desde el principio y no esperar los últimos años. Mi idea es que vengan a capacitarse con diferentes técnicas y descubrir sus habilidades con la madera. Además de acceder a la tecnología y aprender un oficio, nuestro proyecto también contempla un comedor, una sala de juego y una biblioteca para que se puedan distenderse”.
“No podemos esperar que la única alternativa que tengan los jóvenes sea irse del país, tenemos que darle una oportunidad en nuestro país”, finalizó.