Innecesaria controversia diplomática
Las declaraciones descalificadoras del embajador argentino Rafael Bielsa contra el candidato José Kast -el que más votos obtuvo en Chile- determinaron un nuevo episodio de diplomacia errática que parece mostrar más apego a la ideología que a los intereses de la Nación.
Muchas han sido las repercusiones internacionales sobre el resultado de la primera vuelta electoral para definir al próximo presidente de Chile. Los dos candidatos que pasaron al balotaje orillan los extremos ideológicos, lo que puede generar no solo más grieta, sino especialmente una reconfiguración de la política del país trasandino.
En la Argentina, las declaraciones descalificadoras del embajador Rafael Bielsa contra el candidato José Kast -el que más votos obtuvo- han determinado un nuevo episodio de diplomacia errática que parece mostrar más apego a la ideología que a los intereses de la Nación. El representante argentino en Santiago dijo que "la de Kast es una derecha rupturista, pinochetista, que no teme decir su nombre (...) se lo puede comparar con Bolsonaro y Trump" y aseguró "ha exhibido su antiargentinismo como una etiqueta".
Inmediatamente, la cancillería trasandina rechazó estos dichos, calificándolos como "una intromisión inaceptable en los asuntos internos de Chile". Y el gobierno nacional debió salir a aclarar que "la opinión de Bielsa es a título personal", una expresión que solo una ingenuidad galopante puede creerse. Más viniendo de un dirigente que ha sido ministro de Relaciones Exteriores y que conoce como pocos los entresijos de la vida diplomática.
No hay dudas de que lo expresado por Bielsa es lo que opina el gobierno argentino sobre el candidato más votado en Chile. Es posible que esta mirada pueda ser coincidente con la que podría expresar una buena parte del arco político nacional, en especial la que se pretende ubicarse en el centro y estar lejos de las antípodas ideológicas que parecen estar ganando terreno de modo acelerado en América latina y en todo el mundo desde que comenzó la pandemia. Sin embargo, las expresiones de un embajador deben sopesar las repercusiones y los riesgos antes de ser manifestadas públicamente. Esto no ocurrió y la Argentina se vio nuevamente forzada a dar explicaciones.
Queda al desnudo, además, la distinta vara con la que se maneja el declamado principio de no injerencia en los asuntos internos de otras naciones. Porque mientras un embajador cuestiona con dureza a un candidato a la presidencia ubicado en uno de los extremos ideológicos, no se adopta la misma conducta frente a los atropellos que cometen regímenes ubicados en la vereda contraria en varios países de la región. Así, la política exterior no parece ser nacional sino la de una facción. Y las contradicciones quedan expuestas groseramente.
En definitiva, el exabrupto del ex canciller ha confirmado el costado negativo de la actual diplomacia argentina que actúa solo por afinidad ideológica y no parece reparar en los daños que esto provoca a los intereses del país. Las relaciones diplomáticas y políticas con Chile -y con cualquier otro país vecino- deben estar enmarcadas en el respeto recíproco, más allá de las coincidencias o diferencias que puedan existir.