Indignante ataque al patrimonio
A estos sucesos de las últimas semanas se agregó el robo de gran parte de las chapas del techo de la capilla Vottero, ubicada en cercanías de la localidad de Josefina. Lamentablemente, este tipo de sucesos se está repitiendo con frecuencia. Y no parece ser motivo de preocupación de las autoridades.
Que la inseguridad asuela a esta región del país no es ninguna novedad. Los diagnósticos que pueden hacerse ante este fenómeno preocupante colocan numerosos argumentos para tratar de comprender la razón del incremento del delito y de sus consecuencias. Entonces, se habla de situaciones de marginalidad tan dramáticas como irresueltas, deterioro educativo y carencia de formación cívica, de bandas organizadas que aprovechan la vulnerabilidad social y también de la carencia de ejemplaridades en los actos de algunas personas públicas que no parecen tampoco tener clara la diferencia entre lo legal y lo ilícito, entre otros factores.
Más allá de las interpretaciones que puedan hacerse, algunos robos o actos ilícitos alcanzan la categoría de incomprensibles. Por ejemplo, la profanación de lugares sagrados como los templos religiosos en Frontera, lo que obligó al Obispado de Rafaela a expresar solidaridad con las comunidades que se vieron afectadas y reclamar a quienes tienen la responsabilidad de cuidar el bien común, la seguridad y la tranquilidad de la población, "para que intensifiquen la búsqueda de medios eficaces en orden a combatir este flagelo que pareciera no detenerse ante nadie ni nada".
A estos sucesos de las últimas semanas se agregó el robo de gran parte de las chapas del techo de la capilla Vottero, ubicada en cercanías de la localidad de Josefina. Este centenario templo, construido por impulso de Antonio Vottero, inmigrante italiano que se afincó en estas tierras, es uno de los sitios del patrimonio regional más preciados. Forma parte de aquella iniciativa que se llamó "los caminos de la fe" y que revalorizó la presencia de capillas rurales que existen en varios campos y que fueron erigidas por los inmigrantes como testimonio de su religiosidad.
En este caso, el robo de las chapas del techo se ha transformado en un signo palpable de que la delincuencia no repara en ninguna reflexión que contemple aspectos muy valiosos para la sociedad. En este caso, la preservación del patrimonio cultural del que la Capilla Vottero es un ícono innegable. Así, no solo la religiosidad de buena parte de la población se ve atacada, sino también la memoria histórica de la región sufrió un duro golpe.
Lamentablemente, este tipo de sucesos se está repitiendo con frecuencia. Y no parece ser motivo de preocupación de las autoridades, así como tampoco de una parte de la sociedad hoy enfrascada en problemáticas urgentes que amenazan la vida y los bienes. Debería existir alguna reacción frente a estos sucesos. Pero no la hay en la medida que sería positivo esperar. Ni en el caso de la Capilla Vottero, ni en muchos otros hechos en el que se producen ataques graves contra inmuebles que forman parte del patrimonio o bien que simbolizan aspectos centrales de la vida en comunidad.
En este contexto, se impone revalorizar y rescatar aquellos principios legados por nuestros antecesores que tienen vigencia en la conservación de algunos sitios como, por ejemplo, las capillas rurales. Y reclamar con insistencia que haya un trabajo investigativo eficiente para esclarecer el indignante robo del techo de la capilla ubicada a pocos kilómetros de Josefina.