Imitar la gallardía
Más allá de las pasiones y las chicanas propias de la pasión futbolera y del "folklore", de la figura del todavía director técnico de River Plate se pueden extraer cualidades que bien podrían ser replicadas en ese ámbito y en varios otros de nuestro país.
El diccionario de la Real Academia Española define el término gallardía como "esfuerzo y arrojo en ejecutar las acciones y acometer las empresas".El concepto proviene de dos componentes léxicos: el término francés "gaillard" que puede traducirse como "hombre robusto" y el sufijo "ia" que se utiliza para indicar una cualidad. Entonces, la gallardía se refiere a la valentía para enfrentarse a un desafío. Se vincula con el valor y el atrevimiento para enfrentar la realidad.
El párrafo anterior remite a las cualidades de un personaje del fútbol nacional que, vaya paradoja, lleva como apellido aquella condición: Gallardo. Más allá de las pasiones y las preferencias de clubes, de las chicanas propias de la pasión futbolera y del "folklore" que, en reiteradas ocasiones, se malentiende, de la figura del todavía director técnico de River Plate se pueden extraer cualidades que bien podrían ser replicadas en ese ámbito y en varios otros de nuestro país.
Marcelo Gallardo anunció hoy que deja el cargo que desempeñó durante 8 años, con evidente suceso, en una de las instituciones más populares del país. La noticia ha impactado con fuerza incluso más allá de la afición al más popular de los deportes. En un país acostumbrado a los barquinazos y a los golpes de timón frecuentes, llama también la atención el revuelo que ha causado el final de un extenso ciclo exitoso.
Quizás porque es muy raro que procesos similares acontezcan en la Argentina de este tiempo, la primera enseñanza que puede extraerse es que enfrentando con decisión los obstáculos y trabajando con esfuerzo y sin demasiadas estridencias desde el primer hasta el último día, los resultados aparecen por decantación. Además, se demuestra que ello es posible sin ensuciarse en el lodo en el que se encuentran muchos otros.
Otras virtudes se pueden rescatar. Coherencia para insistir en las convicciones más allá de las circunstancias. Capacidad de autocrítica para aprender de los errores y tratar de enmendarlos. Sentido común a la hora de defender una postura y argumentar sólidamente sin atacar ni agredir, aun cuando la opinión pueda ser muy dura. También para tomar nota de las limitaciones y asumirlas. Capacidad de gestión en equipo y confianza plena en los colaboradores. Asimismo, la férrea decisión de no encandilarse con las luces que provienen de los aduladores, hayan sido sinceros o no. Se podrán sumar otras facetas positivas. Por cierto, habrá varias negativas. Se trata, en definitiva, de una persona.
Pero en un país donde muchos descreen y hasta desconocen el mérito, sería un buen ejercicio -para la dirigencia especialmente, pero también para cualquier ciudadano- encontrarse con el espejo que exhibe la conducta de quien dejará ser técnico de River Plate en diciembre. Para tomar conciencia de que los fines se pueden conseguir con herramientas lícitas y sin apelar a medios inconfesables. Y para acometer con brío y valentía los enormes desafíos que enfrenta el país. Esto es, imitar la gallardía de Marcelo Gallardo.