Herramienta útil que va perdiendo efecto

Solo la generación de trabajo en blanco y de calidad permitirá que la AUH se convierta en asignación familiar para miles de familias argentinas. Y esto, por lo que se observa, lejos está de concretarse.
Un estudio realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente de la Universidad Católica se basó en el efecto que ha tenido la Asignación Universal por Hijo (AUH) en la década que va desde 2021 a 2020. La conclusión primera de esa investigación está resumida en el título de esta columna. Es decir, se trata de una prestación importante y útil para atender las necesidades de buena parte de la población más carenciada, pero que, en debido a la persistente inflación, su impacto positivo se halla en franco declive.
Se ha transformado, con el tiempo, en una simple aspirina para paliar los efectos nocivos de la pobreza y la marginalidad. Una medida que sirve aún -cada vez con menos influencia- para atemperar el drama de la indigencia, pero que no soluciona el problema de fondo. Que no es otro que el crecimiento exponencial de los índices de pobreza, muchas veces marcados por un clientelismo que llegó a bizarros extremos en algunos momentos de la historia reciente y por la falta de políticas productivas que generen puestos de trabajo genuinos.
Los datos del estudio del Observatorio Social de la Deuda de la UCA señalan que, en el período 2010 - 2020, la pobreza infantil y adolescente pasó del 39,8% al 56,2%. En tanto, la indigencia exhibe su menor nivel de incidencia en el período 2010/2013 y se incrementó en los dos períodos posteriores: alcanzó a 9,8% de la infancia en 2014-2017 y a 12,2% en 2018-2020. La frase que acompaña este frío dato numérico eriza la piel: "Pese a existir una extensa red de protección social, la indigencia entre niños y niñas destinatarios de la AUH alcanzó niveles particularmente altos en el período 2018/2020, hasta alcanzar casi a 1 de cada 5″, señala la investigación.
De todos modos, la Asignación Universal por Hijo demostró ser una herramienta válida para fortificar los ingresos familiares y la seguridad alimentaria de una porción importante de la población. En estos rubros, el estudio comparó a quienes reciben el beneficio con población que está en similares condiciones pero que no lo percibe. Se estableció así que durante el período 2010 - 2017, las familias destinatarias tuvieron un ingreso per cápita casi un 40% superior. Sin embargo, el deterioro creciente de la situación socioeconómica ha determinado que esta tendencia se esté revirtiendo, dice el Observatorio Social de la Deuda.
Más aún, el informe referido solo explica el impacto de la Asignación Universal por Hijo y no tiene en cuenta otros programas de ayuda estatal, que suman más de 140 y que, está a la vista, son insuficientes para contener las demandas de los sectores más vulnerables de la sociedad argentina. La enorme derivación de recursos no ha detenido el crecimiento de la pobreza.
No obstante, puede afirmarse que la AUH ha cumplido su cometido de protección social. Pero, al mismo tiempo, su persistencia y crecimiento, así como el de los demás programas de ayuda pergeñados por el Estado nacional, es el signo más evidente del fracaso de las políticas económicas. Solo la generación de trabajo en blanco y de calidad permitirá que la AUH se convierta en asignación familiar para miles de familias argentinas. Y esto, por lo que se observa, lejos está de concretarse.