Entrevista
Hemodinamia en la Clínica Regional: 10 años de avances en cardiología intervencionista
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El servicio se convirtió en referencia clave en el sistema de salud de San Francisco y la región. Con más de 3400 pacientes atendidos y alrededor de 400 infartos tratados desde su creación, el área se consolidó como un eslabón vital en la atención cardiovascular. Logros, desafíos y proyecciones de una especialidad donde “cada minuto puede significar la diferencia entre la vida y la muerte”.
El Servicio de Hemodinamia de la Clínica Regional del Este cumple 10 años de funcionamiento y se consolida como un pilar en la atención de urgencias cardiovasculares. Desde su puesta en marcha bajo la dirección del entonces director de la clínica, doctor Daniel Puricelli, el área registró la atención de 3.434 pacientes y la resolución de cerca de 400 infartos.
En el marco de este aniversario, LA VOZ DE SAN JUSTO dialogó con el doctor Sebastián Carrizo, actual director médico de la institución y jefe del Servicio de Cardiología Intervencionista y Hemodinamia, quien repasó avances tecnológicos, organización interdisciplinaria, impacto en la calidad de vida de los pacientes y los retos que plantea el futuro.
El equipo está conformado actualmente por los doctores Marcos de la Vega, Claudio Gerbaudo y Lucas Gerbaudo, provenientes de sanatorios de Córdoba capital (De la Cañada y del Salvador); en electrofisiología y arritmias se suma el doctor Jorge Figueroa, del Sanatorio Allende; en radiología intervencionista, el doctor Marcelo Carmona, jefe de Radiología e Imágenes de la Clínica; y en enfermería, las licenciadas Mayra Ludueña y Gisela Pomiro.
– ¿Qué es la hemodinamia y qué procedimientos se realizan en este servicio?
Le decimos hemodinamia de forma sintetizada, pero en realidad se trata de cardiología intervencionista. Antiguamente la especialidad se centraba en el estudio de los flujos sanguíneos; ese término quedó en desuso, aunque en Argentina todavía nos llamamos hemodinamistas. En el mundo, se habla de cardiólogos intervencionistas. El servicio se ocupa principalmente del estudio y tratamiento de las arterias. Se trabaja en un quirófano llamado sala de hemodinamia, equipado con un angiógrafo, que es un aparato de rayos X. Allí se inyecta un contraste y se filman las arterias para decidir la intervención: tratar una obstrucción, una malformación o un aneurisma. La mayor parte del trabajo está enfocada en resolver arterias tapadas.
– ¿Qué tipo de pacientes llegan habitualmente al área y con qué urgencias se encuentran con más frecuencia?
Las principales urgencias son los infartos coronarios. El grueso de la actividad, más del 70 u 80 por ciento, está relacionado con enfermedades coronarias.
– ¿Cómo ha cambiado el servicio en los últimos años con la incorporación de nuevas tecnologías?
La hemodinamia es uno de los campos de la cardiología que más ha avanzado. Trabajamos con catéteres y guías cada vez más finas y específicas. Hoy utilizamos ecografía intracoronaria (IBUS), tomografía de coherencia óptica (OCT), guías de presión para evaluar fisiología coronaria y litotricia intracoronaria, que permite romper calcio en las arterias.
En San Francisco hay dos servicios de hemodinamia: el nuestro y el de la Clínica Enrique J. Carrá. Nosotros realizamos las urgencias en agudo. Antes, cuando no existía este recurso, se administraba estreptoquinasa y luego se derivaba al paciente. Hoy llegan personas de Arroyito, Morteros, localidades de Santa Fe e incluso de Santiago del Estero. Nos hemos transformado en un centro de referencia para la región.
– ¿Cómo es la organización de un día de trabajo en el servicio y qué importancia tiene la coordinación con otros especialistas?
Hemodinamia es la punta visible del iceberg. Detrás de cada angioplastia hay un equipo interdisciplinario: terapia intensiva con guardia permanente, cardiólogos clínicos, cirujanos cardiovasculares, enfermería especializada. Sin esa estructura sería imposible atender infartos. Trabajamos en binomio con terapia intensiva. Después de la intervención, el seguimiento lo hace el cardiólogo clínico del paciente. Además, la comunicación permanente por teléfono o mensajes permite consultar electrocardiogramas o imágenes en tiempo real con colegas de la región. Sin ese entramado de profesionales sería imposible sostener la tarea.
– ¿Qué diferencia aporta la hemodinamia respecto de los tratamientos tradicionales?
La angioplastia cambió la historia de la cardiología. Antes la alternativa era la cirugía o el tratamiento médico sin intervención. Hoy podemos resolver obstrucciones en el momento y mejorar la sobrevida. En el caso de los infartos, la diferencia es enorme: esta práctica reduce la mortalidad a menos del 10 por ciento si se realiza en las primeras horas. También se expandió a procedimientos como implante de válvulas en pacientes que no pueden ser operados. En muchos casos la hemodinamia complementa a la cirugía y permite tratamientos híbridos.
- Pasaron diez años… ¿cuáles son los desafíos de mantenerse actualizados en un campo tan dinámico?
El balance es positivo, aunque la situación económica frenó algunos proyectos. Queríamos sumar más hemodinamistas, pero la crisis limitó el crecimiento. A nivel provincial somos apenas 150 profesionales. La formación es larga y la carrera no se abre todos los años. Eso genera escasez de especialistas. Además, se trata de una disciplina que exige guardias permanentes. Es una de las especialidades más sacrificadas y afectadas por la falta de recursos humanos.
- Un servicio que requiere también de mucha inversión…
Sí. La tecnología es costosa. Quizás no sea que los equipos sean caros, sino que la inversión en salud está subvaluada en Argentina. El mercado internacional renueva equipos con mayor frecuencia. De todos modos, sin profesionales formados no basta con la tecnología: el recurso humano es lo esencial.
– ¿Cuál es su mensaje en este aniversario?
Estamos contentos y orgullosos. La Clínica Regional del Este nos brindó el respaldo para desarrollarnos y consolidarnos. Quiero agradecer al personal médico, enfermería, farmacia, administración, limpieza, secretaría, a todos. También a las instituciones que confían en nosotros y a los pacientes, que depositan su salud en nuestras manos. La hemodinamia implica trabajar en la urgencia, donde cada minuto cuenta y la presión es enorme. Pero también es una trinchera de esperanza, porque permite salvar vidas todos los días.