Atletismo
Gustavo Rosso: 14 años de disciplina para llegar al Mundial Ironman
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El sanfrancisqueño de 52 años clasificó al Campeonato del Mundo VinFast Ironman 2025 en Niza tras su destacada actuación en Cozumel.
Por Ignacio Omedes | LVSJ
El próximo 14 de septiembre, la ciudad francesa de Niza será escenario de una de las pruebas más exigentes del deporte mundial: el Campeonato del Mundo VinFast IRONMAN 2025, que reunirá a más de 2.000 triatletas de 87 países. En esa línea de largada estará un sanfrancisqueño, Gustavo Rosso, quien a los 52 años logró clasificar tras una actuación sobresaliente en el Ironman de Cozumel, donde completó los 226 kilómetros en menos de 11 horas y se ubicó séptimo en su categoría de 50 a 55 años.
La cita en la Costa Azul francesa comprende 3,8 kilómetros de natación en la Bahía de los Ángeles (Mar Mediterráneo), 180 kilómetros de ciclismo con ascensos que alcanzan los 2.400 metros en los Alpes franceses y, como cierre, los 42,195 kilómetros del maratón a lo largo del Paseo de los Ingleses, una postal inconfundible del sur de Francia.
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Para Rosso, que lleva 14 años practicando este deporte, llegar a un mundial significa mucho más que una clasificación: es la coronación de un estilo de vida: “Soy el segundo sanfrancisqueño que logra llegar a correr un mundial de distancia Ironman. Y bueno, toda la adrenalina, todos los nervios y todas las ganas del mundo de representar a San Francisco de la mejor manera posible”.
Una vida dedicada al triatlón
El Ironman es, quizás, la competencia más exigente del triatlón, y Rosso lo explica con simpleza, pero con contundencia: “Esto es una forma de vida. Vivir de la manera que se logra una carrera de estas es 24-7, 365 días del año, hace 14 años. Son doble turno de entrenamiento, un promedio de 4 a 5 horas todos los días. Inclusive los domingos entrenamos descansando, cuidando el cuerpo y la mente”.
La preparación exige constancia, disciplina y un delicado balance entre deporte, trabajo y familia. “Siempre digo que hay que repartir la vida en tres aspectos: trabajo, familia y deporte. Si uno de esos se desacomoda, entrás en un problema. Eso es lo complicado de este deporte”.
No es casualidad que, en San Francisco, apenas 14 personas hayan podido completar alguna vez un Ironman. El propio Rosso pone el dato en perspectiva: se trata de un esfuerzo que apenas alcanza el 0,001% de la población mundial, es decir, uno cada 10.000 habitantes.
De Cozumel a Niza: un sueño hecho realidad
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El camino hacia Niza se abrió en México, cuando en Cozumel Rosso completó el Ironman con un tiempo destacado, demostrando la solidez de su preparación. Esa actuación lo llevó a conseguir el pasaje al campeonato mundial y con ello a proyectar un nuevo objetivo: meterse en el lote de los 100 mejores del planeta en su categoría.
“El objetivo era llegar a un mundial. Y ya estar ahí, largando con 2.000 atletas de 87 países, es un sueño cumplido. Después, si logro meterme en el 30% de mi categoría, voy a estar entre los 100 mejores del mundo. Sería fantástico”.
El éxito verdadero
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Para Rosso, sin embargo, los tiempos y las posiciones no son lo único importante. Su relación con el deporte tiene una raíz más profunda, marcada por la superación personal: “El éxito en mi caso es que el deporte me sacó del pozo. Después de la muerte de Solange, el Ironman me dio una nueva chance en lo personal. Ese fue mi triunfo: salir adelante. El puesto es secundario”.
Un recorrido exigente y una postal única
El sanfrancisqueño no oculta su entusiasmo por competir en un escenario único como el de Niza: “El mar Mediterráneo es relativamente tranquilo, con agua cálida de unos 15 grados. El ciclismo será la parte más dura: 50 kilómetros de subida en los Alpes hasta los 2.400 metros y luego un descenso técnico. El maratón será sobre el Boulevard de los Ingleses, tres vueltas de 14 km junto a la playa. Es una carrera hermosa, donde cada tramo es una postal”.
El valor del equipo
Aunque se trata de un deporte individual, Rosso subraya el rol de quienes lo acompañan en su vida cotidiana: “El primer agradecimiento es para Solange, que desde allá arriba me acompaña. Después, mis hijos, mi vieja, mi hermana, mi entrenador Gastón Montenegro, mi fisio, mi nutricionista, mis compañeros de entrenamiento y mi primo Mauricio, que me cubre en el trabajo. Este es un deporte muy solitario, pero sin ellos sería imposible”.
Hoy, en un presente que él mismo define como el mejor de su vida, Gustavo Rosso se prepara para representar a San Francisco y a la Argentina en la cita máxima del triatlón. Y lo hace con una certeza que resume todo su recorrido: “Me encuentra en el mejor momento de mi vida. La felicidad va y viene, pero la paz interior no se pierde por nada. Y hoy la tengo. Por eso digo que este mundial ya lo gané antes de largar”.