Gustavo Ballas: un campeón que superó las adicciones

Una nueva entrega de historia del boxeo en "Ring Side". Conociendo y viviendo la carrera de boxeadores históricos y olvidados.
Por Jorge Cappanera | Especial LVSJ
Gustavo Ballas fue un crack del boxeo, un artista sobre el
ring. Más que un campeón, fue un referente. Asumió como propia la máxima del
boxeo: "el arte de pegar sin dejarse pegar". Ballas tenía una técnica exquisita: fue un maestro en el
arte de la defensa, pegaba con justeza y era desequilibrante a la hora de
atacar. Cada actuación suya era un recital.
Es que el villamariense, con sus estéticos movimientos y su técnica inigualable, convertía el ring en un escenario. Entre otros, se ganó el apelativo de Mandrake (El Mago)
Gustavo Ballas tuvo todo y perdió todo. Los amigos del campeón, la vida fácil, los excesos, en fin, la triste historia de tantos. Del cielo pasó al peor de los infiernos.
Las adicciones a las drogas y al alcohol no solo perjudicaron a su carrera, también lo pusieron en jaque en su vida. Es que la vida le había pegado más fuerte que sus rivales sobre el ring.
Felizmente la historia no terminó allí, más bien recién comenzaba. Gustavo Ballas supo levantarse y empezaba lo mejor.
Nacido en Villa María. Hijo menor de 5 hermanos, fue criado por su padre, ya que su madre abandona la familia cuando era pequeño. Debido a la situación económica de su familia en ese entonces, Gustavo, a la edad de 10 años, se ve obligado a dejar el colegio y salir a vender en la calle.
Consiguió un trabajo como lava copas en una pizzería local, lugar donde escuchó por radio una pelea de Nicolino Locche. Es entonces que decide ser boxeador.
Inició su etapa amateur bajo la dirección técnica del Maestro Alcides Rivera en Villa María, donde realizó 27 combates, de los cuales consigue 23 victorias, 3 empates y 1 derrota.
Ya radicado en Mendoza, inicia su etapa profesional el 27 de abril de 1977, bajo la dirección técnica de Francisco "Paco" Bermúdez, el mismo manager de su admirado Nicolino Loche. Realizó 120 combates, obteniendo 105 victorias (31 KO), 6 empates y 9 derrotas.
El 12 de septiembre de 1981 obtuvo el título mundial de la AMB en la categoría Supermosca tras derrotar por nocaut técnico en el octavo round a Suk Chul Bae, en una noche inolvidable en el Luna Park. En su primera defensa (15 de diciembre de 1981) fue derrotado por puntos por Rafael Pedroza en Panamá.
Luego intentó infructuosamente reconquistar la corona en dos ocasiones. En ambas perdió por nocaut técnico. La primera ante el japonés Jiro Watanabe en Osaka, la segunda frente al colombiano Sugar Baby Rojas, en Miami. El Dandy del boxeo, como lo apodaban también, se quedó sin nada. Ballas era alcohólico y drogadependiente. Robó para drogarse y terminó en la cárcel. Todos los amigos que tenía cuando era campeón del mundo desaparecieron. No tenía un peso, ni trabajo.
Se desequilibraba porque no se podía drogar. Entonces asaltó un kiosco con una pistola de juguete y después a un chofer de un taxi con un tenedor. Pero se desmayó cuando el hombre se dio vuelta y con el brazo lo empujó. Se quedó dormido y despertó en la comisaría. Después lo llevaron a Devoto porque era reincidente. Para el taxista, al que intentó robar, Ballas era "su ídolo" y lo empezó a visitar en la cárcel.
Los amigos de Villa María lo ayudaron a curarse en un hospital de Bell Ville. Y "la Gringa", su esposa, no se separó nunca de su lado. Ahora Ballas se dedica a contar en las escuelas todo lo que pasó en su vida. Y tiene un lema: "Hoy no me drogo ni bebo; mañana, no sé". Ballas pudo terminar la escuela primaria 50 años después de haberla abandonado
Desde hace unos años, Gustavo logró capacitarse en la Universidad del Salvador como Socioterapeuta en Adicciones y formó un grupo interdisciplinario de profesionales para ayudar a personas que padecen el flagelo de la droga y el alcohol. Ballas expresa en sus disertaciones que la bebida y la droga son una enfermedad brava. Hay que tener coraje para salir de esa inmundicia.
Hoy, con 61 años, Ballas disfruta con la posibilidad de ayudar, por eso comparte su dificultoso trayecto por la vida en primera persona. En definitiva, la vida de alguien, que tuvo el don de boxear como los dioses, pero que la pelea cada día, como el tipo más común e indefenso, para noquear a sus tormentos debajo del ring.