Gladiador
Alejandro Kunkel se prepara junto al seleccionado de ciegos para participar de los Juegos Parapanamericanos juveniles de Colombia 2023. Además cursa el nivel secundario en el Proa buscando su título en técnico de programación. Todo un ejemplo de superación.
Por Carlos Ludueña
Aunque su mundo parecería estar a oscuras, sus ojos irradian una luz especial, quizás por ese espíritu templado de afrontar el desafío de vivir a ciegas. Condición que realza su personalidad cuando muestra un positivo desarrollo deportivo a la par de su marcada aplicación en el plano educativo.
El judo trazando una analogía con la vida misma, le enseñó a levantarse una y otra vez, a mostrar perseverancia y dar dura lucha, sin dudas otro claro ejemplo de superación de este deportista que nos enorgullece.
Alejandro Kunkel volvió a abrirnos las puertas de su casa en el barrio 20 de Junio. El reencuentro con este cronista se produjo seis años después de aquel mes de mayo de 2016. Ese pequeño que por entonces mostraba sus habilidades montado sobre la bicicleta ante nuestra incrédula mirada, ya es un adolescente que en su notebook planifica sus aspiraciones deportivas y personales.
El campus realizado con el seleccionado argentino en el Cenard de cara a los Juegos Parapanamericanos Juveniles de Colombia 2023 fue el motivo de nuestra visita aunque la conversación se extendió hacia otros temas con la cálida compañía de papá Mauricio y mamá Mariana y el entrenador, Alfredo Acosta, con quienes compartimos un ronda de mate y torta.
La convivencia
en el Cenard
"Fue una linda experiencia en lo deportivo, pero más importante aún en lo personal porque nunca había estado solo que no sea dependiendo de mi profesor Alfredo o mis papás, tuve que ordenarme las cosas", dijo Alex en el comienzo del diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO acerca de la vivencia que significó la concentración con la selección argentina.
"Cuando llegamos me dijeron vos vas a una habitación y tu profesor a otra, lo que me dio un poco de miedo en ese momento, pero después me las arreglé. En la habitación estaba con dos compañeros de Buenos Aires, uno de mi edad y otro de 21 años".
"La verdad que la pieza era una desastre, ropa de uno, del otro, pero estuvo divertido. Esta fue mi primera vez en un campus de varios días y fue un lindo desafío, porque aprendí a ser un poco más ordenado", admitió.
"Paula otra chica ciega de la selección argentina que tiene 34 años me tenía al trote, en el grupo éramos 22, de 15 años hasta 45. Conocía a algunos de entrenamientos anteriores pero a la mayoría los conocí ahí y se hizo un grupo piola".
"Me olvidé de llevar el bastón, es que no lo tengo incorporado, pero me prestaron uno, en un ambiente que no conocía me pude mover solo, hasta aprendí a cortar el pan", contó.
Intensa
preparación
Sobre el entrenamiento realizado con sus pares no videntes comentó: "Apenas llegamos entrenamos, al día siguiente nos levantamos a las 6.30, desayunamos y practicamos de 8 a 10, luego almorzábamos, y después teníamos libre hasta las 15, cuando íbamos al gimnasio hasta las 17. Descansamos dos horas, volvíamos a entrenar, cenábamos y a dormir".
"Comparado con lo que hago acá fueron muchas horas de entrenamiento y aprendí mucho porque los chicos tienen un buen nivel y se entrenó muy bien", añadió.
Las palabras
del maestro
A su turno, el maestro Acosta dio su opinión sobre el futuro de su pupilo. "Ahora están los Parapanamericanos en Colombia, pero la idea de la proyección deportiva siempre existe, si él tiene ganas y le gusta competir, el objetivo de los Juegos Paralímpicos 2024 o 2028 estaría. Como en el país no hay un judo paralímpico tan fuerte como Brasil todas sus competencias a partir de ahora serán internacionales porque nacionales no hay".
"¿Cuántos torneos tendrá?, bueno, el año que viene uno, el siguiente dos hasta que termine la parte juvenil que es hasta los 20 años, después pasará a mayores y ahí tendrá cuatro o cinco, depende".
Acerca de las virtudes del joven judoca, al que viene acompañando desde su infancia, señaló:
"Arrancó a los 4-5 años. Es un chico con un montón de destreza superior a los que estaban en el campus por una cuestión de familia que le brinda mucha contención y que él se dio cuenta allá al enterarse de otras realidades de vida que tienen sus compañeros".
"Tiene la gran suerte de tener una familia unida y con una posibilidad económica buena que le brindan todo. Además técnicamente tiene una diferencia porque siempre entrenó bien con un grupo muy fuerte, hasta cinco veces por semana durante una hora y media. El entrenamiento que tiene no está lejos de lo hecho por el seleccionado de mayores".
"Es superior a sus compañeros tanto técnicamente como en la parte física, con una postura más dinámica, aunque hay que corregir mucho todavía, entonces como proyección es muy bueno y como condición también pero todo depende de él", remarcó.
Becados a
Colombia
En la charla el sensei además aprovechó para reconocer el rol de la Federación de Deportes para Ciegos, que becará a toda la delegación nacional que participará en la competencia de Colombia.
"La Federación de Deportes para Ciegos abarca todas las actividades que practican los chicos en esa condición, es una entidad extremadamente seria y trabaja muy bien. Entonces los deportistas compiten con todo pagado por el estado".
"A Colombia vamos los dos becados, porque hoy soy parte del plantel de entrenadores para juveniles", aclaró.
El apoyo
familiar
Entre mate y mate, los papás también se sumaron a la conversación para destacar cuán importante es el judo para su hijo.
"Siempre estamos para apoyarlo, hacemos lo imposible para que pueda viajar a donde sea. En tiempo de pandemia había dejado judo, se desmotivó y nos amargamos porque eran tantos años en un deporte donde había cosechado mucho", contó Mariana.
"Probó con natación durante tres meses en el Sport pero volvió al judo, deporte que le dio una forma de desenvolverse, de relacionarse con sus pares, sus mejores amigos son de ahí", resaltó.
"Los logros deportivos ayudan, motivan, pero que volviera a la actividad nos alegró porque estar sentado al frente de la computadora o jugando a la 'play' no servía, que hiciera un deporte para su desarrollo es lo importante", completó Mauricio.
Medalla a la
superación
Sentado en la cabecera de la mesa, Alex volvió a tomar la palabra y habló de sus expectativas sobre el Parapanamericano.
"La verdad que me gusta participar, si pierdo no importa, pero quiero mejorar mi estilo de lucha, sí se da alguna medalla mejor, pero voy más que todo para ver en qué tengo que mejorar y no pensando en hacer un podio".
"Después de 9 años en el judo estoy cerca de una gran competencia y estoy trabajando mucho con Alfredo quien además de ser mi entrenador es un amigo que me aconseja y hablamos de cualquier tema".
"La verdad que el judo es un deporte que me ayudó mucho, a desconectarme de los problemas, a hacer amigos", enfatizó.
Colegio y
guitarra
Junto al judogi (vestimenta usada para la práctica del judo), también cuelga de una percha su uniforme de alumno del cuarto año del Proa donde sueña con el título de técnico en programación, claro que cuando dispone de un tiempo libre aprovecha para rasgar la guitarra, su hobby.
"Quiero ser técnico en programación, en el cole venimos más o menos y en el Cenard conocí un compañero que es programador y se ofreció a ayudarme, él tiene una asociación en Buenos Aires en la que ayuda a chicos con discapacidad".
"También toco la guitarra aunque tengo que ponerme a ensayar más porque no lo estoy haciendo, me gusta la música en general, así que toco cualquier cosa. En el grupo de 22 en el campus, 18 éramos músicos o cantantes, es otra actividad que hacemos los ciegos", comentó.
Apuntando
a las metas
Alex estudia y entrena, actividades que le son compatibles, apostando a objetivos claros. "Como dijeron mis papás la pandemia me bajoneo, paré por un año pero volví con muchas ganas y proyectos".
"Me queres ver en los Juegos Paralímpicos de París, si todavía ni fui al Parapanamericano" respondió con su clásico sentido del humor ante mi insistencia de que compita en los Juegos de 2024.
"Vamos tranqui, ahora están los Juegos Parapanamericanos de Colombia para los cuales me estoy preparando y por otro lado quiero recibirme de técnico en programación aunque me quedan cuatro años por delante en el secundario", finalizó.
"Retroceder nunca, rendirse jamás", título cinematográfico que lo pinta de cuerpo entero, no por esa rara coincidencia de practicar un arte marcial como muestra el conocido filme, sino por su actitud frente a la vida, poniendo esfuerzo, convicción, mostrando su fuerza interior, todo un "Gladiador" que seguramente un tal "Máximo" dudaría en enfrentarlo.