Ganancias: alivio que debe consolidarse
Aunque la nueva ley que eleva el piso del impuesto solo sea un tímido primer paso y existan algunas dudas acerca de su implementación, se trata de una herramienta que atraviesa uno de los innumerables obstáculos del sendero económico en el que discurre la vida de millones de argentinos.
El Senado de la Nación aprobó el proyecto que modifica el impuesto a las Ganancias, y que fija un nuevo piso de $150.000. El texto recibió una serie de modificaciones en su paso por Diputados, gracias al aporte de legisladores y tras una serie de reuniones con representantes sindicales. Una de las claves del proyecto es la incorporación en la suba de Ganancias de un nuevo piso fijado en $150.000, la cual será retroactiva a enero del 2021. Según esto, lo deducido por el impuesto en los primeros tres meses del año será reintegrado en el salario del mes de abril.
Esta medida -según los cálculos del gobierno- beneficiará a 1.280.000 personas, del total de dos millones de asalariados registrados que hoy pagan ese tributo. La Oficina de Presupuesto del Congreso realizó un estudio del costo fiscal y lo estimó en $47.600 millones, sin incluir los últimos cambios. El gobierno había estimado inicialmente el costo fiscal de la medida en 41.250 millones de pesos.
La aprobación del proyecto es observada por todos los analistas como una circunstancia que alivia los bolsillos de la clase media, aunque se advierten algunas deficiencias en el texto de la ley que podrían complicar su aplicación en algunos casos. De todos modos, al menos por un tiempo, quedará a un costado el hecho de que la falta de actualización del impuesto frente a la inflación siga generando una distorsión completamente aberrante en materia impositiva.
Esto es así porque desde hace años Ganancias no cumple con una premisa básica del ámbito tributario: contribuye más quien más percibe. No hay dudas de que esto no se cumplía hasta antes de la sanción del proyecto en cuestión. Trabajadores que cobran sueldos muy cercanos a la línea de pobreza se veían alcanzados por un impuesto que no deberían haber pagado nunca. Y lo debieron hacer durante años debido a la ineficiencia estatal y a la falta de solidaridad de la dirigencia que no se preocupó por actualizar alícuotas o buscar alguna manera de terminar con las distorsiones.
En este marco, el texto de la normativa sancionada es hoy analizado por los especialistas en la materia y se aguarda su reglamentación para conocer cómo se llevará a cabo en la práctica. Se ponen algunas dudas acerca de qué ocurrirá con la progresividad del tributo respecto de los salarios. Algunas interpretaciones señalan que el texto es confuso y podrían volver a producirse situaciones en las que los beneficios se licuen de manera inmediata con los índices de inflación existentes.
No obstante, ciertamente se trata de un alivio para muchos bolsillos familiares perjudicados durante largo tiempo por el pago de Ganancias y la sanción de la ley va en la justa dirección de una genuina justicia en materia impositiva. La consolidación de esta ruta es una de las tareas urgentes que deben encarar los gobernantes. Por ello, aunque solo sea un tímido primer paso y existan algunas dudas acerca de su implementación, se trata de una ley que atraviesa uno de los innumerables obstáculos del sendero económico en el que discurre la vida de millones de argentinos.