Música
Galpón Rock: una llama que crece

Bandas locales, espíritu autogestivo y rock genuino renuevan la escena musical en San Francisco.
El próximo sábado, la Peña Boquense será nuevamente escenario de una propuesta que viene consolidándose con fuerza en San Francisco: el Galpón Rock, un evento musical que une a bandas locales, cerveza artesanal y una genuina pasión por el rock.
Detrás de esta iniciativa están los creadores del ciclo, Matías Canello, Franco De Franceschi y Juan Ignacio Panero, a quienes se les sumó Eloy Arposio, músico emergente y ahora co - organizador. Los últimos dos dialogaron con LA VOZ DE SAN JUSTO sobre cómo nació este proyecto y el sentido de “salvar al rock” en una escena en la que muchas veces parece faltarle aire.
Panero recuerda que todo comenzó de manera simple: “Con dos amigos hacemos cerveza, y nos gusta el rock. Vimos que no había muchos espacios para este género, y decidimos organizar algo, primero entre amigos, invitando a una banda a tocar, hicimos unos choris, y cerveza. Todo en un galpón, literalmente. De ahí viene el nombre: Galpón Rock”.
El debut fue en mayo del año pasado. “Fue una juntada entre amigos y conocidos. Pero después nos propusimos que fuera algo más grande, más serio, que sirviera para darle lugar a las bandas locales y unir nuestras dos pasiones: el rock y la birra”.
Para esto, el evento se mudó a la Peña Boquense, que además de ofrecer más capacidad, brindó condiciones fundamentales como habilitaciones, seguros y cobertura médica. “Ellos se coparon, nos ofrecieron el espacio y se sumaron a la organización. Gracias a eso, hoy el evento tiene otra envergadura”, contó Panero.
La colaboración con la Peña, dirigida por Diego Baravalle, resultó clave: “Tienen toda la estructura armada. Nosotros nos ocupamos de juntar las bandas, vender entradas, hacer publicidad y armar el escenario. Es un laburo importante, pero con ellos todo se facilita mucho”.
El festival no solo convoca a un público variado, sino que también representa un impulso para las bandas emergentes. En su primera edición, lograron reunir a unas 200 personas, algo impensado para un debut autogestionado. “Uno organiza con nervios, esperando cubrir los gastos. Pero al ver la venta anticipada y cómo respondía la gente, supimos que algo lindo iba a pasar”, dijo Panero.
Todas las bandas tienen integrantes jóvenes, entre 16 y 20 años, lo que demuestra que el rock todavía late fuerte en las nuevas generaciones. “Hay pibes que son muy buenos músicos, y eso nos sorprende gratamente”, destacó Arposio.
El espíritu del evento tiene un componente nostálgico, pero también proyectivo. “Muchos crecimos en los 2000 escuchando Árbol, Carajo, Ataque 77, Cabezones, Bersuit. Después, el rock fue perdiendo presencia. Queremos recuperar ese sentimiento, ese impulso. Y no quedarnos en el lamento de que ya no está Aquelarre. Hay que construir lo nuevo”, señaló Eloy.
El eslogan del evento, “Salvemos al Rock”, nació como una broma entre los organizadores, pero con el tiempo se transformó en una consigna. “Sabemos que no vamos a salvar nada solos, pero sí sentimos que hay un resurgir del rock, incluso a nivel global. Volvieron Los Piojos, Oasis viene al país, y aparecen nuevas bandas con fuerza. Vemos un amanecer después de una larga noche de reguetón”, reflexionó Panero.
Además del contenido musical, los organizadores buscan dejar una marca estética y cultural. Los flyers del evento están inspirados en tapas de discos emblemáticos. “El diseño del afiche oficial se basó en Never Mind the Bollocks de Sex Pistols. Las bandas también tiene su flyer: Vida, La Grasa de los Capitales, Pappo, Spinetta. Queremos generar esa conexión emocional con el rock”, explicó Eloy.
La expectativa es alta, no solo por la calidad musical, sino por el espíritu comunitario que rodea al evento. “Queremos que el Galpón Rock siga creciendo. Ya pensamos en una tercera edición”, adelantaron.
La propuesta tiene, además, un fuerte componente formativo y de legado. “Nos preguntamos qué les vamos a dejar a los pibes. Nosotros aprendimos de los que venían antes, que armaban los recitales a pulmón. Ahora nos toca a nosotros mostrar ese camino. Hay que dejar de llorar a Aquelarre y empezar a construir”, sostuvo Arposio.
Y esa construcción pasa por generar espacios, compartir escenarios, mezclar generaciones. “Va a haber gente de todas las edades. El cruce generacional también es parte del rock. Y eso lo vivimos en cada recital, en cada charla que se da con bandas nuevas”.
San Francisco fue siempre cuna de buenos músicos. Y aunque en los últimos años el género se vio relegado por otros estilos, propuestas como el Galpón Rock permiten vislumbrar una nueva etapa. Con organización, compromiso y pasión, la llama del rock vuelve a encenderse.
“Esto recién empieza. Pero ya sentimos que vamos por buen camino”, finalizó Panero.