Análisis
Formar para la ciudadanía digital

La ciudadanía debe también ejercerse en los espacios virtuales que se han convertido también en espacios con capacidad para incidir en el debate y la resolución de los problemas comunes. Por ello, la educación en este rubro es vital.
Los dispositivos digitales se han convertido en nuestros compañeros inseparables, y cada vez desde edades más tempranas. Los análisis sobre el impacto que tuvo su irrupción en la vida del ser humano abundan en consideraciones respecto de las ventajas y los riesgos del uso intensivo de las pantallas, especialmente para niños, adolescentes y jóvenes.
En este marco, la conocida especialista en educación mediática, Roxana Morduchowicz, publicó en 2021 un libro titulado Adolescentes, participación y ciudadanía digital en el que analizaba el uso juvenil de las numerosas aplicaciones que permiten la conexión al mundo digital. La investigación afirmaba que, en la Argentina, el 40 por ciento de los y las jóvenes de entre 13 y 17 años está las 24 horas conectado a internet. Otro 50 por ciento se desconecta solo cuando se va a dormir. Solo uno de cada diez adolescentes se conecta con internet menos de tres horas diarias. Los datos son similares en distintas partes del mundo: un estudio en adolescentes estadounidenses dice que envían un promedio de 500 mensajes por día y que el 80 por ciento duerme con sus celulares. La mitad de estos no se desconecta nunca y usan cuatro pantallas a la vez.
El “multitasking” en Internet es una norma: hoy los jóvenes hacen todo en las pantallas y todo al mismo tiempo: tareas escolares, encuentro con amigos, participación en distintos espacios, juego y entretenimiento. Sin embargo, no existe disposición para utilizar las tecnologías modernas en aras de superar problemas de la realidad. “La elección de formas pasivas de participación parece ser una marca juvenil en todo el mundo. Si bien internet ofrece a los adolescentes la posibilidad de convertirse en creadores de contenido, lo cierto es que la mayoría solo mira”, dice Morduchowicz. Esto significa que las nuevas generaciones valoran como inherente a sus vidas el uso de los dispositivos en los entornos digitales pero la mayoría no los utiliza -porque no sabe o no quiere- para superar problemas de su comunidad.
Esta brecha requiere que los sistemas educativos enfaticen en la construcción de modelos de enseñanza que pongan énfasis en la generación de lo que se denomina ciudadanía digital. Es decir, en el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes para que las personas puedan ejercer sus derechos digitales y para que comprendan la influencia de las tecnologías con las que están familiarizados en su vida personal y pública a nivel local y global. El primer paso para ello es la alfabetización digital y la aplicación del pensamiento crítico. Sin este requisito inicial, la participación ciudadana digital se verá resentida y las conclusiones de la citada investigación continuarán verificándose.
El ejercicio de la ciudadanía exige que los miembros de una comunidad se involucren en los asuntos de interés de todos. Por extensión, la ciudadanía debe también ejercerse en los espacios virtuales se han convertido también en espacios con capacidad para incidir en el debate y la resolución de los problemas comunes. Por ello, la educación en este rubro es vital para que el mundo digital también contribuya a mejorar la realidad.