Federalismo y república

Salvadores, caudillos y supuestos iluminados, muchos de ellos responsables del desbarranco de los últimos tiempos, deberán entender que los principios republicanos son el basamento del verdadero federalismo.
Una república es un sistema de gobierno basado en una serie de principios esenciales sobre los que se organiza una sociedad. Entre ellos, igualdad de los ciudadanos ante la ley, división de poderes, elección popular de las autoridades, publicidad de los actos de gobierno, participación ciudadana y alternancia en el manejo del poder mediante la duración limitada en los cargos. Que una república sea federal debe establecerse que los Estados que la conforman acepten integrarse en uno solo, con leyes comunes que rigen para todos. Pero con la posibilidad de contar con normas legales propias e importantes márgenes de autonomía.
La Argentina es una república federal. Así lo establece el primer artículo de la Constitución Nacional. Es decir, aquellos valores republicanos deben hacerse realidad en cada una de las provincias, respetando no obstante su autonomía. Se conforma así un delicado equilibrio institucional que tiene su basamento en el artículo 5° de la Carta Magna nacional: "Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su administración de justicia, su régimen municipal, y la educación primaria. Bajo de estas condiciones, el gobierno federal, garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus instituciones".
Los párrafos anteriores no tienen intención pedagógica. Una columna editorial no es una clase de educación ciudadana. Han sido escritos con el simple objetivo de refrescar memorias y tratar de contextualizar una discusión que debería ya estar saldada a esta altura, mucho más teniendo en cuenta la gravedad de los problemas que afronta el país. Más allá de los tecnicismos legales no siempre sencillos de comprender, el fallo de la Corte Suprema de Justicia que impidió al gobernador de San Juan presentarse a una nueva reelección se fundamenta en esos valores centrales de una república federal.
La duración limitada en los cargos de gobierno es un valor que ha sido pisoteado en todas las provincias, en todos los estamentos del Estado. Dirigentes que se creyeron y creen iluminados generan las condiciones para que las normas legales en sus distritos se amolden a sus intereses. Para ello, cooptan voluntades, nombran amigos o familiares en puestos decisorios, abrazan el clientelismo y asumen con frecuencia posturas autoritarias. Desde hace décadas se habla de "feudos" y de "barones" expertos en hacer contorsiones para perpetuarse en gobernaciones o intendencias.
No es la primera ocasión en la que la Corte Suprema impide estas maniobras acomodaticias pergeñadas por los gobernantes que declaman ser artífices del federalismo, pero que como republicanos dejan mucho que desear. Santiago del Estero, La Rioja, Río Negro y Tucumán han sido objeto de fallos inobjetables en ese sentido. En Misiones, la voluntad popular impidió la elección indefinida del gobernador. Es decir, cultura cívica y responsabilidad institucional de la Justicia son los estiletes con los puede combatirse la enfermedad reeleccionista.
El gobernador de San Juan y el presidente de la Nación han declarado que la sentencia avasalla cualquier rasgo de federalismo y viola la autonomía provincial. Deberían releer -si es que lo hicieron antes- el Artículo 5° de la Constitución, que pone condiciones precisas y establece cómo se hace vigente el federalismo en la república.
No es posible que los gobernantes, sin distinción de signos políticos, acomoden las instituciones a sus "necesidades". En una verdadera democracia, las cosas son al revés. Salvadores, caudillos y supuestos iluminados, muchos de ellos responsables del desbarranco de los últimos tiempos, deberán entender que los principios republicanos son el basamento del verdadero federalismo.