Sociedad
Facundo, el cicloviajero de Frontera que documenta la hospitalidad del continente
Con su bicicleta y su mochila, Facundo Ledesma recorre Sudamérica registrando la hospitalidad de los pueblos que lo reciben y demostrando que se puede vivir con libertad, presente y pasión.
Facundo Ledesma nació en Frontera y desde chico soñó con recorrer el mundo. Ese deseo se fue materializando paso a paso, primero como mochilero y más tarde como cicloviajero, una elección que transformó no solo su manera de viajar, sino también su forma de habitar el mundo. Hoy, con su bicicleta como compañera fiel, pedalea los caminos de Sudamérica en busca de experiencias auténticas, encuentros espontáneos y aprendizajes profundos.
“Siempre tuve el sueño de viajar por el mundo”, comenta Facundo desde la Chapada Diamantina, una región montañosa del nordeste de Brasil. “Ya venía haciéndolo como mochilero, y cuando terminé la facultad, empecé a moverme más. Pero fue durante la pandemia que arranqué con la bici: no quería quedarme encerrado, necesitaba salir. Así que empecé a recorrer caminos rurales, evadiendo los controles, y cada vez me alejaba más. Hasta que un día decidí hacer esto como estilo de vida”, destacó.
Y así lo hizo. Al principio fueron viajes cortos por la región: Miramar, Santa Fe, salidas de pesca con amigos. Luego, un mes por las sierras de Córdoba. Más tarde, Paraguay. Y desde entonces, el viaje no paró. “Descubrí que me encantaba viajar en bici. Lo que más me gusta es la espontaneidad, la libertad de estar presente. Podés planear una ruta, pero en el camino todo puede cambiar. Se te pincha una goma, conocés a alguien, te invitan a su casa y ya está, ese día no seguís. Es eso: vivir el presente. El pasado ya fue y el futuro no lo tenemos en la mano. Lo único que tenemos es el ahora”, agregó.
En el relato de Facundo, la bicicleta es más que un medio de transporte: es una forma de vida. “Es muy orgánico todo. Tenés que escuchar a tu cuerpo, moverte con la naturaleza. Cuando sale el sol, arrancás; cuando se esconde, te vas a dormir. Y todo lo que necesitás tiene que entrar en las alforjas. Vivís con poco, y eso también te enseña mucho”, manifestó el viajero.
En su recorrido ha cruzado con miles de personas. “Yo siempre digo que voy documentando la hospitalidad sudamericana. En este último viaje, me hospedaron en más de 35 casas de desconocidos. Algunos me conocieron por una aplicación, otros simplemente me cruzaron en la calle y me dijeron: ‘Vení a casa’. Así nacen amistades sinceras, desinteresadas, porque yo no voy buscando plata ni nada. Y la gente que se acerca tampoco. Son vínculos genuinos, amorosos”, añadió.
Aunque por ahora está en Brasil, Facundo ya tiene en mente su próximo gran destino: Paraguay. “Me tironea muchísimo. Viajé poco por ahí, pero la gente es increíble y todavía hay un fuerte vínculo con lo ancestral, con la tierra. Eso es algo que también busco”, confesó.
Además de pedalear miles de kilómetros, Facundo también planea una travesía a pie. “Quiero hacer una caminata de varios días por una región serrana. Ir con lo justo en la mochila: refugio, comida, y buscar agua en el camino. Va a ser una aventura intensa”, señaló Ledesma.
Los desafíos no son solo físicos o logísticos. También hubo que enfrentar las dudas y preocupaciones familiares. “Al principio todo era apoyo, pero después empezaron los miedos. Me decían: ‘Facu, vos estudiaste, sabés hacer un montón de cosas… ¿Te vas a quedar así, sin un mango, dando vueltas?’. Y sí, es cierto: siempre viajé sin plata, resolviendo en el camino, laburando lo que puedo. Pero entendí que esas preocupaciones eran una forma de amor, una muestra de cariño. Y con el tiempo, ese miedo se transformó en apoyo. Hoy saben que soy feliz así, y eso lo valoran mucho”, detalló con alegría.
Con una filosofía de vida basada en el desapego, la liviandad espiritual y el respeto por el presente, Facundo transmite un mensaje claro: “La riqueza no es material. Mientras más cosas tenemos, más atados estamos. La verdadera libertad está en animarse a vivir según nuestras pasiones. Porque una vida sin sueños, sin anhelos, se vuelve gris. Por eso muestro esto al mundo, para que otros vean que se puede vivir distinto. No digo que todos tengan que viajar, pero sí que se puede vivir con libertad, escuchando lo que nos mueve”.
En cada pedaleo, Facundo Ledesma teje una red de historias, paisajes y encuentros que conforman su forma de entender la vida. Siempre liviano, siempre en movimiento, pero con el corazón bien anclado en la experiencia del ahora.