Estandarte de la unidad posible

Mantener vivo el reclamo soberano en una causa que es de todos supone asumir también los errores del pasado.
El título de esta columna editorial es el mismo de la que, sobre el mismo tema, se publicó el 2 de abril de 2010 en este diario. Se expresó hace 12 años que "la Argentina vive circunstancias en las que la división, el egoísmo y los intereses sectoriales predominan por sobre el espíritu de unidad patriótica que nos debería ligar para encontrar los caminos del encuentro y la hermandad. Sin embargo, si existe un tema en el que no hay diferencias, en el que las discusiones se dejan a un costado, ése es el reclamo por la soberanía en nuestras Islas Malvinas".
"Malvinas nos une" es el eslogan que ha elegido el gobierno nacional para conmemorar los 40 años del desembarco en Puerto Argentino y el heroísmo de miles de compatriotas que lucharon en una guerra que, con el tiempo, se va diluyendo en la memoria. Los años han pasado. Las diferencias se acrecentaron. La grieta sigue dominando la vida de nuestra sociedad. La decadencia económica, social, educativa y cultural no ha mermado desde aquel año del Bicentenario del nacimiento de la Patria. Entonces, ¿en realidad Malvinas nos une hoy?
En realidad, no hay otra causa nacional en la que se coincida. Para la inmensa mayoría de los argentinos, la soberanía sobre el archipiélago está fuera de toda discusión. Pero a partir de allí comienzan las discrepancias, las polémicas, los recelos y las sospechas en torno a las estrategias que se han llevado a cabo o deberán concretarse en el futuro para reclamar el despojo británico que el año próximo cumplirá 190 años.
La guerra de Malvinas fue un punto de inflexión. El retroceso en la consideración de las alternativas diplomáticas fue notable. Y el olvido que durante años sufrieron los ex combatientes constituyó, quizás, el hecho más doloroso. A cuatro décadas de aquella histórica jornada, aquellos protagonistas, merecen hoy pleno reconocimiento y admiración. Siguen siendo ellos los que proclaman a viva voz la defensa del territorio usurpado y reclaman que no cesen los esfuerzos por recuperarlo. El homenaje más sincero y la plegaria más elevada para cada uno de quienes cayeron en combate y para los que hoy peinan canas, pero mantienen en alto la causa de Malvinas, luchando contra el desinterés, la apatía, las divisiones, la negligencia y la ineficacia.
Malvinas es -o debería serlo- "el estandarte que debería liderar la unión de los argentinos", se publicó hace 12 años en esta columna. "Malvinas nos une", afirma hoy el gobierno nacional en el portal que recuerda el comienzo de aquella gesta de 1982. Mantener vivo el reclamo soberano en una causa que es de todos supone asumir también los errores del pasado. Al mismo tiempo, exige agotar las instancias diplomáticas y evitar que cada gobierno destroce los intentos de los anteriores. Esto será esencial para que, alguna vez, la bandera nacional vuelva a flamear en Puerto Argentino. La verdadera unidad territorial del país llegará en ese momento. Pero será difícil lograrlo si, como sociedad, no somos capaces de encontrar más puntos de unión en temáticas centrales para la vida argentina.