Sociedad
En plena batalla contra el cáncer, una madre recibió el abrazo que esperó 13 años
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Después años sin verse, Susana del Valle Trosarello y su hija se reencontraron el miércoles en San Francisco. El abrazo llegó en un momento clave: Susana atraviesa un tratamiento oncológico y la presencia de Marisa Isabel llegó para acompañar y fortalecer a toda la familia.
Hay historias que conmueven porque hablan de lo esencial: el amor, el tiempo y la fuerza que aparece cuando una familia se vuelve a encontrar. En San Francisco, una madre y una hija vivieron un momento que parecía lejano: después de 13 años sin verse, se reencontraron el pasado 26 de noviembre. El viaje no es casual ni turístico. La hija, Marisa Isabel Trosarello, llegó a la ciudad para acompañar a su mamá, Susana del Valle Trosarello, en un tramo decisivo de su tratamiento oncológico, después de más de tres años y medio de lucha incansable contra el cáncer.
Susana, que lleva un proceso extenso, duro y marcado por intervenciones, quimioterapias, estudios y esperas, describe a LA VOZ DE SAN JUSTO este reencuentro con una palabra que repite una y otra vez: “feliz”. Esperó ansiosa la llegada de su hija y destacó: “Me va a acompañar estos 20 días, esperando que vuelvan a hacerme las quimios. Es un proceso muy largo, son esperas muy largas”. En su voz se mezclan la alegría del reencuentro y el cansancio acumulado tras años de tratamientos y trámites que, según explica, demoran y desgastan. “Hace tres meses que estoy esperando. Es muy jodido, hay muchos peros para todo”, agregó.
El recorrido médico fue extenso. Primero enfrentó un cáncer de endometrio, luego una nueva cirugía por ganglios comprometidos, seis quimioterapias, 25 sesiones de radioterapia y cuatro braquiterapias. “El último tratamiento fue muy invasivo”, recordó. Con los últimos estudios apareció otro tumor pequeño en la válvula ileocecal y ahora espera retomar quimioterapia. “Me siento un poco cansada, pero hay que seguirla. No queda otra, hay que seguir luchando” indicó la madre.
Para ella, que su hija llegue en este momento tiene un valor inmenso. “Significó muchísimo que esté ahora, cuando empiece la primera quimio. Tengo dos hijos muy buenos. Marcelo me acompañó siempre. Hace más de tres años que vengo luchándola con muchas idas y vueltas”, expresó. Aun así, cuando mira hacia atrás no duda: “Lo volvería a hacer por mis hijos y por mis nietos. Hay una lucha interna que nos lleva”.
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Del otro lado de la historia, Marisa viajó con un sentimiento claro: gratitud. “Me siento muy feliz de poder hacer este viaje. La vida me lo dio así y soy agradecida por eso”, compartió. Según cuenta, siempre quiso acompañar a su mamá en cada etapa, aunque la distancia no siempre lo permitió. Aun así, estuvo presente “con palabras de cariño y amor”, siguiendo de cerca cada estudio y cada avance. “Creo que estamos en la etapa final y falta un empujoncito para afrontar esta parte. Acá estoy físicamente, aunque siempre estuve de otra manera, con el corazón”, añadió.
Las videollamadas permitieron sostener el vínculo durante estos 13 años sin verse. “Ellos siempre le ponen la mejor onda, aunque la realidad sea dura”, destacó. Hoy, su presencia llega en el momento justo. “Significa que era el momento y lo agradezco”, afirmó.
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Su forma de acompañar a su mamá también tiene un norte claro. “Con amor, respeto y cariño, porque se lo merece”, manifestó. Y sobre la fortaleza de ella, no duda y compartió: “Admiro a todas las personas que luchan contra esta enfermedad y a mi madre porque cada día decide levantarse y seguir”.
Esta historia familiar deja un mensaje que Marisa resume en pocas palabras: “La distancia solo te separa físicamente. El vínculo va más allá de eso. Lo importante es hacer las cosas con amor. Eso es lo que mueve al mundo”.
Y quizá sea esa misma fuerza, la del amor, la de la presencia, la de un abrazo esperado durante 13 años, la que este 26 de noviembre volvió a unir a una madre y a una hija en uno de los momentos más significativos de sus vidas. Porque aún en los caminos más difíciles, un reencuentro puede convertirse en la mejor forma de seguir luchando.
