Sociedad
En los noventa, tuvimos nuestro McDonald's
El empresario sanfrancisqueño, Carlos Gandolfi soñó con traer la primera franquicia de McDonald's a la ciudad. Aunque el proyecto no prosperó por las exigencias de la marca, su iniciativa lo llevó a replicar la propuesta con productos propios, generando un boom gastronómico que marcó una época en San Francisco.
Durante la década de los 90, Carlos Gandolfi, conocido comerciante y dueño, junto a su familia, de la tradicional heladería Haití, se propuso un desafío ambicioso: gestionar la llegada a San Francisco de McDonald's, la cadena de comidas rápidas más reconocida del mundo.
La iniciativa surgió a partir de un contacto que Gandolfi hizo con una persona que ya tenía una franquicia de McDonald's en Córdoba. Gracias a esa relación, consiguió el número directo para comunicarse con las oficinas de la empresa en Buenos Aires y averiguar las condiciones necesarias para abrir una sucursal en San Francisco.
Con entusiasmo, realizó el primer contacto. Sin embargo, la respuesta que recibió fue tajante: McDonald's no instalaba franquicias en ciudades que no alcanzaran los 150.000 habitantes, un requisito que San Francisco, en aquel entonces, no cumplía ni siquiera proyectando un crecimiento a futuro.
"Nos encontramos con una barrera que no dependía de nosotros", recordó Gandolfi con LA VOZ DE SAN JUSTO. Además, agregó: "La empresa era muy estricta con sus requisitos de expansión y San Francisco quedaba fuera de esos parámetros. Apenas dijimos la cantidad de habitantes, nos cerraron la puerta de entrada".
Lejos de desanimarse, Gandolfi decidió que no iba a abandonar la idea de ofrecer algo novedoso en la ciudad. Inspirado por los estándares de calidad que había conocido a través de su contacto en McDonald's, trazó otro camino: replicar, con recursos propios, una propuesta similar a la que la famosa cadena ofrecía en el mundo.
Para ello, comenzó a investigar minuciosamente qué equipamiento utilizaba McDonald's: las freidoras, las planchas, las máquinas caramelizadoras de pan, las características de los empaques y hasta los procesos de cocción de los alimentos. A partir de esa información, fue adquiriendo los elementos necesarios para montar su propio emprendimiento, respetando en la medida de lo posible los procedimientos originales.
"Sabíamos que no íbamos a poder ser McDonald's, pero sí podíamos imitar su sistema de trabajo y ofrecer un producto de excelente calidad, que la ciudad no conocía hasta ese momento porque en esa época no había hamburgueserías", comentó Gandolfi. De esa manera, armó una cocina equipada con freidoras de alta capacidad, planchas especiales y caramelizadoras de pan que permitían replicar el método de producción que había observado en la cadena estadounidense.
La apertura del nuevo local fue un éxito inmediato. En una época en la que las hamburguesas no eran un producto común en San Francisco ya que dominaban las lomiterías, las pizzerías y algunos carritos callejeros, la propuesta de Gandolfi fue recibida con entusiasmo por un público ávido de novedades.
El menú era sencillo pero efectivo: hamburguesas simples, dobles, con queso, lechuga y tomate, acompañadas de papas fritas y más adelante se implementaron los panchos como opciones alternativas. La experiencia de compra, desde el empaquetado hasta la presentación de los productos, buscaba emular la de un local de McDonald's, generando una sensación de modernidad que resultaba innovadora para la ciudad.
La estrategia de Gandolfi fue mantener precios accesibles. Un detalle que quedó en la memoria de los clientes fue la venta de hamburguesas simples a 99 centavos, en pleno auge del "uno a uno" entre el peso y el dólar. "Llegamos a traer cajas enteras de monedas de un centavo para dar el vuelto", recordó entre risas. Esa anécdota refleja el nivel de detalle con el que trabajaban para ofrecer una experiencia lo más cercana posible a la que McDonald's brindaba en las grandes ciudades.
Uno de los secretos del éxito estuvo en la calidad de los insumos. Gandolfi logró adquirir papas McCain —las mismas que utilizaba McDonald's en Argentina— y hamburguesas de la marca Patty, provenientes de San Jorge, reconocidas en su momento por su sabor y textura. Al principio, las papas debían ser traídas desde Rosario, ya que en San Francisco no existían proveedores que manejaran ese producto congelado. “Al principio quisimos hacer las papas fritas nosotros, con papas caseras, pero era mucho laburo y el producto no quedaba de la misma manera”, destacó Carlos.
En cuanto a las adaptaciones locales, Gandolfi decidió no utilizar los tradicionales pepinillos ni la salsa especial que caracterizan a McDonald's, entendiendo que los gustos de los consumidores sanfrancisqueños eran diferentes. "Había que cuidar la calidad, pero también interpretar el paladar local", explicó.
La repercusión fue inmediata. El local se convirtió en un punto de encuentro para jóvenes, familias y trabajadores que buscaban una comida rápida, rica y accesible. Gandolfi recordó que llegaron a vender cerca de 30.000 porciones de papas fritas por año, un volumen impensado para un emprendimiento de ese tipo en la ciudad en aquel momento. “La gente amaba esas papas fritas, a todos le gustaban y era algo novedoso”, añadió.
El ritmo de trabajo era intenso. Aunque no pudieron implementar el sistema de estaciones de trabajo —una metodología típica de McDonald's donde cada empleado tiene una función específica dentro de la línea de producción—, adaptaron los métodos de despacho para mantener un flujo ágil de clientes, respetando siempre los tiempos de cocción necesarios para garantizar la calidad del producto.
El emprendimiento se sostuvo exitosamente durante varios años. Sin embargo, el contexto económico del país, que comenzó a deteriorarse a finales de los años noventa y se profundizó con la crisis de 2001, impactó directamente en el negocio. La disminución del poder adquisitivo de la población redujo la frecuencia de salidas y el consumo de este tipo de comidas, considerado un gasto extra.
"Cuando la situación económica se empezó a complicar, vimos cómo bajaban las ventas. La gente dejaba de salir, y nosotros dependíamos de ese tipo de consumo", explicó Gandolfi. Mantener los costos del local, los sueldos del personal y la compra de insumos de calidad se volvió cada vez más difícil, hasta que finalmente el local cerró sus puertas.
Hoy, décadas después de aquella experiencia, el rubro de las hamburgueserías vive un nuevo auge en San Francisco, de la mano de propuestas gourmet y la expansión de cervecerías que incluyen hamburguesas artesanales en sus cartas. Sin embargo, quienes vivieron aquellos años recuerdan con nostalgia el primer gran intento local por traer una experiencia de comida rápida moderna a la ciudad.
"Quizás no tuvimos el nombre McDonald's, pero en su momento logramos que la gente viviera una experiencia distinta, algo que no existía acá", reflexionó Gandolfi. "Para nosotros fue un orgullo haber podido ofrecer algo de ese nivel en San Francisco", agregó.
Afortunadamente, en la pandemia de 2020, Carlos y su familia tuvieron la idea de retomar el negocio que tan feliz les hizo. “Nosotros hacíamos delivery de helado y llegó un momento que no sabíamos más que hacer, es por eso que pensamos en traer las hamburguesas y las papas fritas otra vez a la ciudad”, manifestó.
“Todos los elementos son los mismos, las freidoras, las planchas, es todo lo mismo de la primera época, obviamente después fuimos añadiendo cosas. Por suerte se vende bastante, no tanto como antes pero no nos podemos quejar”, añadió el comerciante.
A su vez, para Carlos es una satisfacción muy grande ver a padres que traen a sus hijos para que prueben las hamburguesas y papas fritas de la Haití. “Es algo muy emocionante, es un negocio que a la gente le quedó marcado y nunca olvidó”, concluyó.
La historia de Carlos Gandolfi es de visión, de adaptación y de cómo, incluso ante la negativa de una gran multinacional, la voluntad y la creatividad pueden abrir su propio camino. Aunque la ciudad no cumpliera los requisitos para tener un McDonald's, tuvo algo que, en espíritu, se le pareció bastante, aunque sea más pequeño y humilde. Muchos recordarán en su momento a la Haití como el McDonald´s sanfrancisqueño.