Análisis
En el mismo bondi
Sentado al frente del colectivo de sus ministros, el presidente Milei anunció que las elecciones del año próximo serán un plebiscito para su gestión. En la dirección contraria, Cristina Kirchner procura timonear al PJ y el Senado transita por la banquina.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
Los chicos sacan las sillas del comedor al patio y las acomodan en filas. Van a jugar “al colectivo”. Quien maneja se ubica al frente y los pasajeros comienzan a subir. Arrancan, el conductor avisa que habrá peligros, curvas cerradas y baches. Mientras quien maneja se divierte emulando a Colapinto, generalmente los niños que hacen de pasajeros no se quejan demasiado. Esperan que se llegue bien a destino.
Con una escenografía que hizo rememorar aquellos tiempos de un inocente juego infantil, el presidente de la Nación se ubicó adelante para leer el discurso en el que hizo un balance del primer año de gestión. Como si fuese navegante en un auto de rally, su hermana al lado. Detrás, los ministros, en poses calculadas, pasajeros del vehículo imaginario.
Sentado en la silla del conductor, apelando a argumentos ya empleados y con un tono más mesurado que obvió incluso el grito de siempre cuando cierra sus intervenciones, el presidente brindó su mirada sobre los obstáculos superados y los desafíos que vienen por delante en este viaje. Un viaje que tiene una parada crucial el año próximo: las elecciones legislativas que “Vamos a plebiscitar los pilares sobre los cuales queremos construir esta nueva Argentina, muchos de los cuales hemos defendido como conceptos a lo largo de este año y con los que muchos dirigentes se comprometieron cuando firmaron el Pacto de Mayo”, sentenció. Estableció así su impresión de que los comicios de medio término pueden despejar de baches la carretera. Incluso reflotó aquel documento que se llama de mayo pero que se firmó en julio y que se cajoneó rápidamente. La épica plebiscitaria se puso en marcha. Primera parada para festejar el 2,4% de inflación de noviembre y luego tomar una ruta alternativa para eludir los clavos miguelitos que suponen las penurias de jubilados ahora pagadores de remedios y cuestionamientos por bajar la edad para portar armas, entre otros.
Las elecciones de 2025 serán el momento en que el micro del gobierno se cruce con el de la oposición. Este último, algo destartalado, acaba de salir del taller intentando una renovación sin cantar la marchita. Algunos especulan con subir en otra parada si se dan ciertas condiciones, mientras otros buscan alternativas para su viaje.
La experimentada conductora asumió la sinuosidad del camino y advirtió a sus “pasajeros” sobre, oxímoron mediante, un conocido descubrimiento: la política no debe reducirse solo a las contiendas electorales. “Los dirigentes políticos de nuestro partido, que muchas veces los veo convertidos en militantes electorales, tiene que volver a ser militantes políticos”, subrayó Cristina.
Mientras, en la vereda, muchos analizan a qué ómnibus subirse, el de la empresa “El Senado” está parado en la banquina. Con la tapa del motor levantada discuten si son mejores las bujías Kueider o las Parrilli. Y si se las debe suspender o expulsar. Tarjeta roja, finalmente. Escandalosas situaciones en las que la hipocresía es la norma: ven la viga en el ojo ajeno, pero la propia, nunca.
Plebiscito, renovación, militancia, corrupción: conceptos que han resonado en cada etapa del intrincado viaje democrático. En boca de quienes se sientan adelante, especialmente. Los que manejan y alardean de sus virtudes conductivas, entrenados en hablar, pero no en escuchar; en ir más rápido que el otro, aunque a veces terminen en la banquina.
El micro de otro año electoral está a punto de partir. Sacar las sillas al patio y redescubrir el placer de jugar a viajar sería un buen ejercicio. Para comprender que, al final, todos estamos en el mismo bondi.