En el Día de la Mujer
Hoy, el homenaje concreto debe ser, en el marco de la convivencia fraterna y no dando rienda suelta a una suerte de guerra entre sexos, el de redoblar el compromiso por la vigencia de sus derechos inalienables.
Han transcurrido más de 115 años desde aquel 8 de marzo en el que 192 trabajadoras murieron en Nueva York dentro de una fábrica, en la que se habían encerrado para pedir un salario igual al de los hombres. El hecho dio origen al Día Internacional de la Mujer, jornada especial para reivindicar sus derechos y exigir que su rol social sea debidamente valorado.
El contexto actual suma confusiones a esta problemática. Por un lado, los habituales reclamos de igualdad y equidad que siguen sin ser atendidos ni cumplidos en la sociedad actual, pese a los avances que se han desarrollado especialmente en las últimas dos décadas en esta materia. Aun cuando el horror de la violencia contra la mujer persiste y se ha puesto cada vez más en evidencia, no cabe duda de que los derechos de la mujer han conquistado hoy una crucial plaza en la discusión pública. Por el otro, la irrupción de corrientes de pensamiento que incluso no reivindican la femineidad como distinción particular de su sexo, sino que arengan hasta con agresión en contra del "patriarcado" y de una sociedad con la que pretenden romper para siempre con el objetivo de generar una diferente conformación de los grupos humanos que algunas de sus voceras tildan de "revolucionaria".
En este marco, la sociedad aplaude y adhiere a movimientos denominados como "ni una menos" o el "me too". Lo hace porque la mayoría ha comprendido que revalorar el rol de la mujer no es una cuestión menor y que el debate debe abarcar todos los estamentos sociales. Al mismo tiempo, pueden ser cuestionables algunos métodos utilizados por los denominados "colectivos" para canalizar su lucha. No perciben algunos sectores que estas actitudes alejan el cumplimiento de los objetivos compartidos.
No obstante la existencia de estos sectores que pretenden ser mayoritarios pero no alcanzan gran adhesión entre las mujeres por la virulencia de sus postulados y acciones, entre otros detalles, las exigencias concretas y veraces sobre la adecuación del rol del sexo femenino y de su igualdad frente al masculino continúan teniendo absoluta vigencia. Necio sería negar que los derechos de la mujer siguen cercenados y sus aspiraciones relegadas en gran parte del mundo y que la lucha por alcanzar su dignidad se mantiene en alto.
La Declaración y Programa de Acción de Viena es un documento de la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En su parte I, párrafo 18, se establece con precisión: "Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales. La plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural en los planos nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional".
Existe una verdadera conciencia de que el papel del sexo femenino ha cambiado o, mejor, se ha multiplicado en virtud de haber ido ganando espacios en los distintos ámbitos sociales, pese a que no es valorado todavía como corresponde. Pero la rémora de una cultura que postergó siempre a la mujer continúa, acrecentada hoy con la intempestiva, irracional y deleznable violencia machista. En el Día de la Mujer, el homenaje concreto debe ser, en el marco de la convivencia fraterna y no dando rienda suelta a una suerte de guerra entre sexos, el de redoblar el compromiso por la vigencia de sus derechos inalienables.