"En dos horas, el agua tapó la casa, llegaba hasta los cables"
Los Vázquez son sobrevivientes de una de las catástrofes meteorológicas más importantes que sufrió la Argentina por su gran magnitud. El 29 de abril de 2003, la crecida del río Salado inundó un tercio de la ciudad de Santa Fe y perdieron todo. Pero lograron ponerse de pie y hoy, cuentan su historia para preservar la memoria social y rescatar la resiliencia de miles de santafesinos.
Por Isabel Fernández | LVSJ
Humberto Enrique Vázquez y Claudia Gómez, junto a sus cinco hijos vivieron el 29 de abril de 2003 la mayor tragedia de sus vidas. Las aguas del río Salado inundaron un tercio de la ciudad de Santa Fe donde ellos vivían y, como miles de vecinos, debieron abandonar sus hogares, perdiendo bienes materiales, recuerdos y vidas.
Fueron 158 muertos, 62.000 evacuados y 130.000 afectados. La catástrofe se debió a la crecida del río Salado que se originó por la ocurrencia de precipitaciones intensas. Durante cinco días, las lluvias se concentraron en el cauce bajo y se acumularon 1400 milímetros de agua. El río creció de manera desmedida y las defensas, que venían siendo construidas para estas situaciones, fallaron, porque había un tramo inconcluso.
La familia residía en su casa del barrio Centenario, a cuatro cuadras de la Cancha de Colón, el famoso "Cementerio de los Elefantes". Ese día nadie pensó que el agua iba a arrasar con todo. "En dos horas, el agua tapó la casa, llegaba hasta los cables del tendido eléctrico", contó Humberto a LA VOZ DE SAN JUSTO en su hogar de Josefina donde ahora disfruta de su familia y sus nietos.
A 20 años de la tragedia, Humberto que es policía retirado junto a su esposa Claudia, recordaron aquel día en el que perdieron todo, hasta la vida de sus tres perros. La gran inundación se llevó no solo lo material, los muebles, la ropa, sino también los recuerdos, el agua arruinó fotos de la familia, documentación y los dejó "con lo puesto" y el alma llena de vacío y dolor.
Fue repentino, en horas la tragedia borró gran parte de su historia. Pero ellos lograron ponerse de pie y salir adelante, con la ayuda y la solidaridad de todos. Hoy, cuentan su historia para preservar la memoria social y rescatar la resiliencia de miles de santafesinos.
"La vida continúa, sigue, es un duelo como cuando uno pierde un ser querido. Al que le pasó va a entender lo que estoy diciendo. Gracias a Dios salimos adelante, y pude hacerlo con la ayuda de mi esposa Claudia y mi familia. No sé que decisión hubiese tomado si no estaba con ella, porque no es fácil pasar por esa tragedia. Hoy nuestros hijos están grandes y ya tenemos seis nietos, somos felices, disfrutamos de todos ellos", dijo Humberto.
"Era un día normal y en dos horas todo estaba bajo el agua"
Al recordar cómo fue la tragedia dijo que todo "pasó muy rápido, para nosotros era un día normal, incluso Claudia limpió toda la casa antes de que ocurriera. Estábamos sentados tomando mate y en dos horas, todo estaba bajo el agua, era impresionante ver como salía de las bocas de tormenta".
Aseguró que pese a las lluvias, "nadie creía que podía pasar eso, incluso el intendente de ese momento, Álvarez decía por la radio que no nos preocupemos porque no nos íbamos a inundar y en dos horas teníamos el agua en el techo. En la cancha de Colón, el agua llegaba al travesaño del arco. Nuestro barrio es como un pozo y se llenó. Nos subimos arriba del techo del vecino y el agua llegaba a los cables de la luz, tapó mi casa y la de todos los vecinos".
"La gente andaba en canoas o botes y tenían que tener mucho cuidado porque los remos se les enredaban en los cables. El agua venía del norte, en San Justo se estaban inundando y aparentemente hubo un terraplén que no estaba hecho en la zona del Jockey Club de Santa Fe. El agua entró por ahí y arrasó con todo, en los barrios Santa Rosa Lima, San Lorenzo y Centenario", dijo.
Emocionado recordó que ese día "salimos de ahí gracias a la ayuda de Dios y los vecinos, salimos prácticamente con lo puesto. Recuerdo que le pregunté a un vecino si podía llevar a mi familia y así fue como armamos algunas valijas con ropa y bolsos y los llevaron a la casa de una prima que vivía en barrio El Pozo".
"Yo me quedé en la casa y no sé para qué, porque estaba todo bajo agua. Me crucé al techo de un vecino que tenía loza, nos quedamos cuidando pero no sé qué. Era la tardecita y empezó a lloviznar", dijo.
Cecilia, Florencia, Daniela, Lucía y Lautaro, eran chicos cuando ocurrió la inundación, la mayor entraba en la adolescencia y el menor tenía dos años. "Fue terrible escuchar que me digan: '¿Papá dónde están mis juguetes?', no sabía cómo explicarle".
El dolor en silencio
Hablar de lo que vivieron es una herida que todavía duele. "No hablamos de lo que pasó, tratamos de no recordarlo, sabemos que está adentro, guardado en un rinconcito. Hablamos con los vecinos del barrio de Santa Fe, porque ellos pasaron por lo mismo", dijo Humberto.
Afirmó: "El dolor que causa la pérdida de todo lo que habíamos construido es terrible, tuvimos que comprar colchones, electrodomésticos, ropa, perdimos todo, fotos familiares, documentos, cosas importantes".
Claudia agregó que en medio de todo eso "hasta perdimos los tres perros que teníamos de mascotas, los puse arriba del techo pero se asustaron. Pero la misma tragedia nos trajo otro perrito, Camilo, que llegó después de la inundación, también estaba perdido y pudimos traerlo a Josefina, ahora ya falleció porque era grande"
"Tomar la decisión de irnos de Santa Fe no fue fácil, nuestros hijos eran chicos y teníamos miedo por sus amistades. Gracias a Dios están bien. Vamos a Santa Fe a visitar a la familia, pero enseguida queremos volver a Josefina, estamos mas tranquilos acá, es un pueblo con buena gente que nos recibió bien", aseguró Humberto.
Volver a empezar
Después de la tragedia, volvieron a empezar. Afortunadamente Humberto tenía trabajo como policía, lo trasladaron a Estación Clucellas donde vivieron cuatro años. Después volvieron un año a Santa Fe pero no era lo mismo, entonces se mudaron a San Francisco y desde hace unos años residen en Josefina.
"En todos lados me encontré con grandes personas que me recibieron a mi y a mi familia muy bien, nos abrieron sus brazos para volver a empezar, incluso actualmente nos mantenemos en contacto con muchos. En San Francisco, justo fuimos a vivir en la zona de calle Independencia cerca de la plaza Vélez Sársfield, donde cada vez que llovía se inundaba todo, una paradoja, pero nada que ver con lo que sufrimos nosotros", dijo.
"Fue como en una guerra"
"El después del agua fue como en una guerra, fue tremendo ver todas las pérdidas -añadió Claudia-, la basura de los muebles y cosas arruinadas, el estado de sitio por el vandalismo, la luz cortada, escuchar el vuelo de los helicóptero y ver los reflectores en el cielo de la noche era como un escenario de guerra. Nuestra casa estuvo poco tiempo bajo el agua, solo dos días, pero hubo gente que sufrió varios días con la casa inundada".
"Agradecemos a toda la gente que nos ayudó en Santa Fe y en todos lados donde fuimos -dijeron Claudia y Humberto-. El Club Santa Fe Rugby donde iban mis hijas a jugar, a la entrenadora Meri y los papás de sus compañeras fueron a casa una vez que bajó el agua y nos ayudaron a limpiar paredes, a sacar la ropa, lavarla, nos traían ropa limpia. Nos dieron una mano gigante, pudimos recuperar algunas cosas", afirmaron.
"Una familia que no conocíamos nos brindó un lugar en su casa cuando salimos del barrio todo inundado. La escuela San Antonio de Padua, la Nacional de Comercio de Santa Fe, los soldados, la iglesia, también nos ayudaron", finalizaron.