Sociedad
Elsa y Feliciano, los abuelos que fueron padres: una historia de amor y crianza

Milagros fue criada por sus abuelos desde que tenía diez años. En el Día del Abuelo, recuerda con emoción la infancia compartida junto a ellos. “No me dieron la vida, pero me enseñaron a vivirla”, manifestó.
Para Milagros Nieva, el Día del Abuelo no es una fecha más. Desde los diez años fue criada por sus abuelos, Elsa Guzmán y Feliciano Nieva, a quienes los considera más padres que abuelos. “Siempre digo que soy una privilegiada, porque viví lo mejor de dos mundos”, comentó a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Milagros llegó a vivir con ellos en San Francisco cuando aún cursaba la primaria. “Me ayudaron a transitar los últimos años de la escuela, toda la secundaria y todo lo que vino después. Son etapas muy importantes y ahí estuvieron, bancándome como pudieron”, destacó con gratitud. En esa convivencia, cuenta, hubo mucho amor, complicidad y también desafíos. “Obviamente nos fuimos amoldando unos a otros. Hoy lo pienso y digo: la diferencia de generaciones, de gustos, ellos pasando por mi adolescencia. Fue tremendo. Pero nuestra relación es muy divertida y muy sana”, manifestó.
Para Elsa, la abuela de 73 años, Milagros es, directamente, una hija más. “No es una nieta: una hija. Yo la anoté en un colegio donde tal vez no se sintió cómoda, pero era lo que había. Y ella fue siempre, nunca se quejó. Siempre fue una chica que no necesitó que le andes diciendo qué hacer, se manejaba sola. Nosotros solo la llevábamos y la traíamos del colegio, le dábamos de comer a horario, como cualquier mamá”, detalló.
Feliciano, de 76, asiente y lanza una frase que se repite entre risas y ternura durante toda la entrevista: “La mimada”. En este sentido, Mili indicó: “Todas las mañanas mi abuelo me hacía el té, me ponía el saquito, el azúcar, me lo revolvía y yo esperaba que termine. Hasta hoy sigue igual con la nieta de tres años que también vive con ellos”.
Para Elsa, criarla no fue una carga. “Ya teníamos práctica, siempre soñé con ser mamá. Me costó quedar embarazada, pero cuando llegaron mis hijos los crié con todo el amor. Vivíamos en un lugar complicado, pero no me costó. Incluso ahora, con la nieta más chiquita que también vive con nosotros, nos vamos adaptando. Las criaturas de ahora son tremendas”, bromeó.
“Los tiempos cambiaron. Ya criamos distintas generaciones. Siempre hubo chicos en casa. Hasta los amigos de nuestros hijos nos decían mamá y papá”, destacó Feliciano.
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Cuando se le pregunta qué significa Milagros en su vida, Feliciano no duda: “Fue lo mejor. La primera nieta. Tal vez no soy de mostrar afecto, pero el cariño siempre estuvo. Siempre estuvo con nosotros, siempre ayudando”, añadió.
“Tenemos un carácter parecido con mi abuelo. A veces chocamos mucho o con solo mirarnos ya nos entendemos”, detalló Mili. Aunque su abuelo no sea de muchos gestos, las acciones hablan. “Toda la vida me llevó al colegio en moto. Lloviera o no. Se tapaba con un nylon, pero me llevaba. Cuando empecé teatro, me esperaban dos horas afuera porque no querían que me volviera sola”, agregó.
Ahora, Milagros ya no vive con ellos. “Ellos están orgullosos de mí. Pero yo soy la agradecida”, dice. Y cuando se le pregunta qué les diría en este Día del Abuelo, responde con la emoción a flor de piel: “Gracias por todo lo que hicieron por mí. No fue poco. Fue una etapa de mi vida que voy a recordar siempre. Me considero una privilegiada. Les voy a agradecer toda la vida. No me dieron la vida, pero me ayudaron a transitarla. No me imagino mi vida sin ellos”.