Historia
Elena Carra de Uriburu, distinguida dama y emblema de solidaridad
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La conocimos como Elenita Carra. Fue hija del pionero industrial Martín Carra y Emilia Allasino. Esposa del escribano Federico Uriburu Toledo y madre de Federico Enrique y María Elena (Ñata) Uriburu Carra, dedicó su vida a la docencia y decidida solidaridad.
Por Arturo A. Bienedell
En 1993 fue distinguida como Mujer del Año en San Francisco, la primera en la ciudad, y no hubo voz alguna que objetara la decisión del jurado; era el reconocimiento a muchos años de dedicación a favor de otros y no fue un caso -como suele decirse-, de trabajo silencioso. Elenita era bien visible, demandante y persistente porque tenía plena seguridad de que lo que hacía no era en beneficio propio, sino para ayudar a muchos prójimos.
Nació el 20 de abril de 1903 y fue incansable luchadora, de espíritu maravillosamente jovial, comenzó a desempeñarse en la Sociedad Damas de Beneficencia y, ferviente católica, trabajó en favor de la construcción de la iglesia Cristo Rey en la década de 1940; se desempeñó desde el comienzo fundacional del Consejo Diocesano, la Acción Católica y Cáritas que dependía de esa entidad; fue también miembro de la Campaña Mundial contra el Hambre y miembro de las cooperadoras de las escuelas “J. B. Iturraspe” e “Hipólito Yrigoyen”. Viuda joven y con dos hijos, si bien tuvo apoyo familiar, como medio de subsistencia se desempeñó como maestra de manualidades en una época en que los sueldos docentes tampoco eran buenos.
Además de aquellas dedicaciones, quienes la conocimos recordamos que su rol más trascendente fue el que tuvo como presidente de la Asociación de Lucha Contra la Parálisis Infantil (Alpi), institución que, con otro perfil profesional, perdura en la ciudad en un edificio remozado en base al que Elenita logró con muchas otras mujeres y vecinos de la ciudad, allá por la década de los ´60.
La polimielitis, ese flagelo universal que desde 1943 afectó a millones de niños en el planeta, fue el enemigo contra quien puso sus mayores esfuerzos durante más de 50 años. Alpi fue emblema de la lucha contra la polio desde la primera crisis, pero luego hubo un intervalo en su accionar por decisiones oficiales, retornó en 1957 y allí estuvo nuestra protagonista con, entre otras destacadas mujeres, Ofelia Baratelli de Scarafía para fundar la filial de Alpi y asumir su presidencia.
En una entrevista de 1998, recordó cómo era desempeñarse sin consultorios propios. “Debíamos trabajar en distintos lugares porque no teníamos sede, con la incomodidad que significa, pero siempre atendimos a los que venían buscando alivio a tanto dolor con profesionales locales y de Córdoba que trabajaron ad honorem durante 19 años”.
Agregó allí: “Golpeamos los despachos de los legisladores, concretamente del diputado Caraune, para conseguir el solar que hoy ocupa la sede en Libertad y General Paz, y se logró el objetivo”. Recordó a Dante Leonardi que, como presidente del Club de Leones, trabajó hasta conseguir el apoyo de su institución para hacer realidad la posibilidad de tener el edificio propio.
Logrado esto, continuó su lucha para sostener y profundizar los servicios que se brindaban, sin descuidar por ello su contacto y atención a la familia que, por la edad, le prodigaba en ese tiempo los cuidados y atenciones que bien merecía.
Retirada en su hogar, con la solícita dedicación de su hija María Elena “Ñata” -docente con desempeño gremial-, era habitual que siguiera recibiendo visitas de quienes buscaban consejos para seguir sus pasos en el camino de la solidaridad. Con ese ambiente que nunca tuvo descanso, murió el 25 de marzo de 2005 un mes antes de cumplir 102 años.
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