Sociedad
El violín de Jazmín cruzó fronteras y trajo un premio desde Ucrania
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La joven violinista sanfrancisqueña Jazmín Villalba, de 12 años, obtuvo el segundo puesto en el concurso internacional “Zironka” realizado en Odessa, Ucrania, una de las ciudades más emblemáticas en la historia del violín. Fue la única participante de Argentina y Sudamérica en una edición marcada por la guerra y los cortes de energía. Su logro es fruto de disciplina, sensibilidad musical y el acompañamiento de su familia y docentes del Conservatorio “Arturo Berutti”.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
El reconocimiento que llegó a nombre de Jazmín Villalba tuvo un contexto tan singular como conmovedor. El concurso internacional “Zironka”, con sede en la ciudad de Odessa, es uno de los eventos artísticos más prestigiosos de Europa del Este. Aun en plena guerra, con largas horas sin electricidad y sistemas de comunicación intermitentes, la ciudad mantuvo con esfuerzo su tradición de concursos musicales que ya forman parte de su identidad cultural.
Odessa fue, desde hace más de un siglo, un faro del violín. Allí nacieron o se formaron grandes solistas que marcaron generaciones. Por eso, cuando el nombre de una adolescente de San Francisco apareció entre los premiados, el impacto fue mayor: no se trató solo de un logro artístico, sino de un puente inesperado entre dos realidades muy distantes.
“Odessa es históricamente musical, una meca para el violín. De ahí salieron los mejores violinistas de la historia”, explicaba su profesor Pedro Aballay, quien conocía el certamen desde hacía años por colegas y por su propio maestro, el magister Dmitry Pokras, nacido en esa ciudad.
Las demoras en la publicación de resultados reflejaron el contexto: “Nos avisaron por mail que no podían subir nada porque no tenían luz. Estaban con casi 18 horas de oscuridad”, relató Pedro. Al día siguiente, finalmente aparecieron los premiados. El nombre de Jazmín Villalba estaba allí, escrito en ruso, compartiendo el segundo puesto con una participante europea.
Ese instante, según su profesor, fue inolvidable: “Yo no esperaba verla ahí. Estábamos felices solo con participar. Saber que la escucharon jurados de Ucrania, Alemania y Estados Unidos… fue una alegría enorme”.
El violín en la habitación de al lado
Antes del concurso, antes del prestigio internacional y antes de la filmación de la obra, estaba la historia íntima: una niña de cuatro años que se quedaba en la puerta de una pieza escuchando a su hermano tocar el violín.
Jazmín siempre recordará una escena familiar que sembró en ella también el amor por la música. Su hermano Emanuel Villalba, hoy un joven violinista reconocido en la ciudad, ensayaba encerrado en su cuarto. Ella se acercaba, lo observaba y se quedaba expectante, como si entre esas cuerdas hubiese un llamado que aún no sabía interpretar.
“Yo lo iba a mirar. Me gustaba verlo tocar”, contó la adolescente.
A los cinco años tuvo su primer violín. Desde entonces, la música dejó de ser solo un sonido familiar para convertirse en un camino propio. Con el tiempo integró la Orquesta Sinfónica de San Francisco, participó en peñas y eventos familiares, y descubrió que tocar con su hermano la hace feliz.
“Una vez tocamos en una peña… y este sábado tengo que tocar en un casamiento con él”, relató con orgullo.
Su papá guitarrista completaba el entorno musical. En esa casa, las melodías circulaban como una forma de afecto. “Tocamos juntos varias veces. Mi hermano me da canciones para practicar y me ayuda a prepararlas”, dijo la joven.
Pero quizás el rasgo más sorprendente es su disciplina que se tiene con organizar y coordinar con el cursado del primer año del secundario en la Escuela Normal Superior Dr. Nicolás Avellaneda. Salía de la escuela, almorzaba, descansaba apenas un rato y a la una y cuarto ya estaba estudiando violín.
“Termino más o menos a las dos y media. Todos los días, menos los fines de semana”, contó. Una rutina firme, poco común en alguien de su edad.
Al preguntarle si pensaba en ganar el concurso, respondía con la sinceridad propia de quien aún vive la música sin presiones: “No pensé que podía ganar. Lo hice porque me gusta”.
El acompañamiento de un docente
El profesor Pedro Aballay, docente del conservatorio desde 2019, se convirtió en una pieza fundamental en este proceso. A Jazmín la acompañaba desde 2023, aunque su trayectoria como violinista y formador tenía raíces previas en la Universidad Nacional de Córdoba.
Fue él quien vio que la obra “Aria y variaciones sobre un tema de Weigl” podía potenciar aspectos técnicos y expresivos que ella necesitaba trabajar ese año. En apenas dos meses, Jazmín la tenía preparada. Ese tiempo, sumado a la seguridad mostrada en las clases, fue lo que impulsó a inscribirla en el certamen.
“Yo elijo el repertorio según lo que el alumno necesita para crecer, no solo por lo que marca un programa. Esta pieza era ideal para Jazmín. Y cuando vi que la manejaba tan bien, pensé: ‘¿Por qué no presentarla?’”, afirmó el docente.
La inscripción fue un desafío en sí mismo: pagos internacionales, envío por Western Union, fichas de autorización para menores, intercambio de mails en medio de la falta de electricidad en Ucrania.
Pero por encima de lo técnico, Pedro destacaba algo más profundo: “Jazmín es dedicada, respetuosa, muy musical. Se nota cuánto estudia. Lo que se propone lo logra. Y si el día de mañana no elige el violín, no importa: la música ya habrá dejado en ella una huella”.
La profe Caro, el otro pilar
La profesora Carolina Berazategui, pianista acompañante del conservatorio desde 2021, fue el otro pilar de este éxito. Ella vivió los ensayos, las decisiones técnicas y la filmación casi como un artesano que afina un detalle después de otro.
“Yo vengo al conservatorio desde 1982. Es mi segunda casa”, señalo emocionada. Había acompañado a muchos estudiantes en conciertos, exámenes y muestras, pero con Jazmín se dio un entendimiento especial.
“A veces ni nos mirábamos y ya sabíamos cómo seguir. Tiene un oído bárbaro y una humildad que solo tienen los grandes”.
Como su profesor de violín vive en Córdoba, Jazmín y ella tuvieron muchos ensayos solas cuidando cada detalle hasta el día de la filmación: “Yo tenía 15 minutos libres entre clases, el profe también. Grabamos dos veces. Una salió bien, y la otra salió muy bien. Esa mandamos. Podríamos haber filmado veinte, pero no hizo falta”.
Su aporte, silencioso y constante, fue decisivo para que la obra estuviera lista. La pieza no solo requería precisión: necesitaba coordinación entre violín y piano, un diálogo musical que Jazmín y Carolina lograron construir con naturalidad.
El conservatorio acompañó cada etapa
La directora del Conservatorio Superior de Música “Arturo Berutti”, Laura Müller, destacó el valor institucional del logro.
“Siempre reconocemos y valoramos a los profes que se animan a impulsar estas iniciativas. Para el Conservatorio es muy importante apoyar a los estudiantes que quieren mostrarse más allá del aula”, señaló.
El conservatorio cedió el piano de cola, el espacio ideal para la acústica, el zoom, los recursos técnicos y el tiempo necesario para que la presentación remota cumpliera con los estándares del certamen.
“Participar en un concurso internacional abre puertas mucho más grandes”, agregó Müller. “Estamos felices de haber acompañado a Jazmín y al profesor Pedro desde el primer momento”.
Cruza fronteras
El premio obtenido por Jazmín Villalba no fue solo un reconocimiento. Fue una postal inesperada donde confluyeron una niña curiosa que miraba tocar a su hermano, un profesor que supo ver su potencial, una pianista que la acompañó con paciencia y una institución que creyó en ella.
Fue también un puente. Desde San Francisco hasta Odessa. Desde una familia que hacía música en su casa hasta un jurado internacional que evaluaba interpretaciones en medio de un país en guerra. Desde la rutina diaria de una niña que estudia una hora por día hasta la vitrina de un concurso europeo donde los violinistas son formados casi como atletas.
La música, en este caso, no solo viajó: encendió una luz en un territorio que vive en la oscuridad literal de los apagones. Y ese gesto simbólico quizá sea el mejor premio.
Jazmín todavía no mide del todo el alcance de lo que logró. Pero sabe que su violín ya cruzó fronteras. Y que, desde un rincón de su ciudad, una melodía suya llegó hasta uno de los escenarios musicales más exigentes del mundo.
Todo lo demás —los concursos que vengan, los escenarios futuros, los sueños que aún no imagina— será un camino que se escribirá con la misma ternura y disciplina que puso en esta primera gran aventura.
El “Conser” abrió las preinscripciones
Mientras la comunidad celebraba el reconocimiento internacional obtenido por la joven violinista Jazmín Villalba, el Conservatorio Superior de Música “Arturo Berutti” recordó que experiencias educativas como la que vivió la estudiante son parte del corazón de su propuesta formativa. Por eso, anunció que ya se encuentran abiertas las preinscripciones para cursar el Profesorado de Música 2026.
La directora de la institución, María Laura Müller, explicó que el trámite inicial se realiza a través del Ciudadano Digital (CiDi) y que no requiere documentación inmediata. “Es una preinscripción: los datos se cargan en el sistema y luego, desde la institución, nos comunicamos con los interesados para coordinar la entrega de papeles en febrero, antes del inicio del Seminario de Ingreso a la Educación Superior, llamado Sies”, señaló.
El Profesorado de Música habilita a trabajar en todos los niveles del sistema educativo —inicial, primario, secundario y modalidades especiales— y ofrece una salida laboral temprana. “Muchos estudiantes de cuarto año ya están trabajando”, informó Müller. Las oportunidades incluyen docencia en escuelas públicas y privadas, academias particulares, dirección coral y, para quienes buscan seguir especializándose, la gestión cultural.
La carrera está organizada en tres campos de formación: uno general, uno específico centrado en las materias musicales, y otro de práctica docente. Además, no es necesario tener conocimientos musicales previos para ingresar: “Nosotros acompañamos desde el inicio y brindamos las herramientas necesarias durante el Sies”, aclaró la directora.
El logro internacional de Jazmín visibilizó el compromiso pedagógico que sostiene el conservatorio: docentes que acompañan, estudiantes que se forman con dedicación y experiencias que trascienden el aula, como presentaciones, audiciones, producción artística y participación en concursos.
“Cada estudiante tiene un camino posible en la música, y nuestro rol es abrir esas puertas”, destacó Müller, invitando a quienes sientan vocación por la enseñanza musical a sumarse a la propuesta académica 2026.
