Historias con tinta / En un memorándum de peticiones
El vecinalismo planteaba los problemas que tenía San Francisco seis décadas atrás
La Federación de Centros Vecinales tuvo protagonismo en varias etapas históricas. ¿Qué problemáticas afectaban a los vecinos en 1963?
Desde 1946, aun con altibajos en algunos períodos de su historia, la Federación de Centro Vecinales de San Francisco es una entidad que cumplió –y cumple- una destacada función para defender los intereses de los vecinos y plantear las problemáticas centrales que tiene la ciudad.
El movimiento vecinalista tuvo protagonismo en varias etapas históricas. En caso, la evocación se remonta a 60 años atrás. En una reunión concretada en la municipalidad el 5 de octubre de 1963, las autoridades de la Federación presentaron un memorándum de peticiones. En ese texto se pueden apreciar las principales problemáticas que padecía la ciudad desde la óptica de la dirigencia barrial sanfrancisqueña.
LA VOZ DE SAN JUSTO publicó en sus páginas aquel reclamo. La dirigencia barrial planteaba sus inquietudes al municipio “con la finalidad de proporcionar el bienestar común a los habitantes de los diversos sectores de la ciudad que, a veces, se ven privados de determinados elementos de imprescindible necesidad, tales como los que se refieren a la higiene, salud pública, moralidad, educación y los que hacen a la seguridad personal del tránsito”.
Una síntesis de lo que exponían los vecinalistas de 1963 permite comprender la magnitud de las problemáticas que afectaban a los vecinos en aquel tiempo.
Insuficiencia de agua corriente
“Esta ciudad de San Francisco, de aproximadamente 45 mil habitantes, está provista por un servicio de agua corriente mediante un acueducto que nace en las proximidades de la ciudad de Villa María, distante 170 kilómetros”, afirmaban los vecinalistas.
Esta obra, que, en su oportunidad, solucionó el problema de la falta de agua potable, resulta insuficiente en la actualidad, en razón del aumento demográfico producido desde aquella fecha hasta el presente, “en virtud de haberse constituido esta ciudad en uno de los principales centros industriales del país”.
La Federación destacaba en su petición que el primer acueducto “preveía un caudal diario de aproximadamente 10 mil metros cúbicos, lo que alcanzaría a abastecer en forma normal a la ciudad no más allá de los años 1956 o 1957. Hecho éste que vino a confirmarse antes de la fecha prevista, especialmente en los períodos estivales”.
La dirigencia barrial proponía la construcción de una nueva cisterna que mejorase la acumulación de agua y también el estudio de la construcción de un nuevo acueducto cuyas tomas “podrían ubicarse en el cauce del río Segundo, en proximidades de la localidad de Arroyito”. Se señaló en ese momento que una obra de esa envergadura permitiría también satisfacer la demanda de agua de las localidades ubicadas sobre la ruta 19 entre la ciudad “dulce” y San Francisco.
La provisión de agua continuó durante muchos años siendo insuficiente en la ciudad, hasta la habilitación del segundo acueducto proveniente de Villa María, en 1988.
Falta de desagües pluviales
“Otro problema no menos grave es la falta total de desagües pluviales, el que se encuentra significativamente aún más agudizado por la situación topográfica de la ciudad, ubicada en una verdadera olla, sin declives naturales ni ríos próximos que faciliten el desagote”, sostenía el memorándum vecinalista.
La Federación cuestionaba “la deficiencia de los niveles adoptados en la construcción de los pavimentos realizados en las distintas épocas hasta el presente, que han contribuido a agravar el problema, por no habérsele dado los declives suficientes”. Por esta razón, el agua “se desplaza lentamente provocando estancamientos en calles de distintos sectores, durante mayor tiempo que el normal”.
Por ello, se exigía a las nuevas autoridades municipales (Aldo Ferrero había asumido como intendente días antes en aquel 1963) que se “aboquen de inmediato a darle una solución integral al problema” de los desagües pluviales.
El tema sigue siendo motivo de preocupación vecinal en la actualidad, sobre todo en algunos sectores, más allá de las obras que han permitido la evacuación mucho más ágil de las aguas de lluvias y, por ende, han evitado la persistencia de calles anegadas en los sectores más bajos.
Puede interesarte
Pasarela sobre la playa del Ferrocarril Belgrano
Los dirigentes barriales se hicieron eco, en aquella ocasión, del reclamo de los habitantes del barrio La Milka y su zona adyacente, “cuyos niños se ven precisados diariamente, para concurrir a las escuelas, a cruzar las vías del Ferrocarril Nacional General Belgrano, con el consiguiente peligro para su seguridad personal, provocado por el intenso tráfico de trenes que registra dicha línea”.
Ante ello, se reclamó “la construcción de una pasarela sobre dicha playa, a cuyos efectos podrían utilizarse “las partes útiles de la antigua pasarela que otrora sirviera de nexo entre los bulevares 9 de Julio y 25 de Mayo y que hoy se encuentra depositada en Estación Frontera, fuera de uso y sometida a la acción del tiempo que, paulatinamente, va deteriorándola.
La Federación informó al municipio que había iniciado gestiones ante las autoridades del Ministerio de Transporte de la Nación para conseguir la autorización y reclamaban que el municipio las apoyase.
Finalmente, tiempo después, en 1969 durante la gestión municipal de Antonio Lamberghini, se concretó la idea vecinal y el antiguo puente peatonal se instaló en el sitio requerido, solucionando el problema planteado. Claro que hoy debería replantearse el tema y procurar que esa construcción que forma parte del patrimonio histórico de San Francisco sea nuevamente puesta en valor.