El tornero que moldeó un taller único

La pasión de Sergio Boscatto es el mantenimiento de máquinas, siente un gran orgullo al verlas andar nuevamente. En su taller lo vintage no es sinónimo de estancamiento, ahí vive lo mejor que puede sentir cualquier persona: satisfacción de saber que su trabajo es muy importante.
Por Ivana Acosta | LVSJ
El torno paralelo es una herramienta que transforma algo sólido en una pieza o cuerpo bien definido en cuanto a su forma y dimensiones. Ese torno, es el clásico que inundó distintos talleres de la ciudad después de mediados de siglo en la ciudad, una época donde esos espacios hacían piezas que necesitaban las fábricas locales en su auge de producción.
Allá por los '70 Sergio Boscatto (el hermano de la deportista Alicia Boscatto) estaba estudiando en la "Escuela del Trabajo" (Ipet N° 50), empezó en matricería y terminó egresando como técnico Electromecánico. En aquel momento la cursada era de 7 años todavía, algo que se retomó después.
"En esa época tenía una gran incumbencia el ser técnico", dijo Sergio que tiene 56 años y sigue vistiendo como en esos años con ropa típica de quien se desenvuelve en la metalurgia.
La pasión de él es el mantenimiento en general, es raro escuchar que disfruta de ver que su trabajo está bien hecho cuando la máquina vuelve a funcionar. Ahí siente que está satisfecho.
Desde chico estuvo relacionado con este mundo, su papá Elio trabajó desde siempre en la (ex) Fábrica Militar, en la casa también tenía un "tallercito" y ahí exploraba en la matricería y las fresadoras, de hecho, hasta tuvo un emprendimiento donde el torno fue comprado en colaboración de varios amigos.
Él también se desempeñó algunos años en la Fábrica Militar, pasó por varias empresas que ya no están y ayudó a su tío en el taller. La vida de este hombre pasó por esos espacios, e incluso alguna que otra vez su labor permitió que las rotativas del diario no se quedaran a media máquina.
El
pizarrón es un aditamento especial en el taller donde lo que dice básicamente
solo puede entenderlo él.
Un taller de antaño
Su teléfono muchas veces llama para atender problemas en una carpintería o en fábricas importantes de la ciudad y la región donde puede suceder una urgencia, esto pasa porque a veces que venga un técnico de Buenos Aires o Córdoba puede tomar un tiempo que afectaría la producción.
En esas situaciones sale el emergentólogo de las máquinas que no son las último modelo pero sí las convencionales que se niega a considerar como reliquia.
"Yo me quedé con máquinas muy convencionales, no me animé en su momento a tecnificarme, creo que fue un error a lo mejor, hoy en día no llegás más a tecnificar las máquinas, ni a las herramientas", contó este hombre que se describió como "un italiano arregla tutti".
Eso no le impide hacer mantenimiento y a lo largo de su vida siempre ha sido un rediseñador de cosas. En su casa no hay mueble que se conserve tal como llegó. Sus juguetes de niño no duraban ninguno porque a todos los desarmaba para saber sobre su funcionamiento y mecánica.
"El mantenimiento es lo que me gusta porque es un desafío que la máquina ande, y el torno me gusta mucho como máquina, pero el torno paralelo, que hoy fue reemplazado por el de control numérico", precisó como quien pega saltos en el tiempo y siente que las palabras salen a borbotones.
Las máquinas
convencionales son una extensión de sus brazos para el trabajo de
mantenimiento.
Formarse y ser formador
Cuando su papá trabajaba en la ex Fábrica Militar "tenía un aprendiz por año", fueron muchas las personas que aprendieron un oficio o el uso de diferentes máquinas con ese maestro.
Los talleres también son una buena oportunidad para eso pero nada puede ser hecho solo por obligación. Ya cuando él empezó a trabajar en forma independiente la situación era muy diferente a la de su padre.
"Hacer gente", todavía se estilaba, pero las cosas fueron cambiando, más en los años recientes donde ante todo "hay que cumplir con las cargas sociales" para cualquier ayuda. "Yo hice tres torneros, me llevó varios años. Por eso lo nuestro (el oficio) se pierde, en China todo se traspasa a otras generaciones y a partir de ahí se innova, acá se pierde todo", lamentó.
Sin embargo, hay otro dato que aporta que da cuenta de este cambio: "Con el torno se hacen piezas únicas. Si se rompe algo tenés que devolver lo mismo. ¿Cómo le transmitís aun chico esa capacidad? No es algo rápido".
De inmediato agregó que él no es un negado a las transformaciones que hoy se reflejan en el mercado, pero a veces son condicionantes: "Cambiamos mucho las cosas, pero la esencia empieza ahí en quien se forma y aprende". Hoy eso para él ya no está más.
Sergio
se formó en la "Escuela del Trabajo" y se desempeñó en la ex Fábrica Militar
Querer es poder
A Sergio no haber podido terminar la carrera de Ingeniería no lo desalentó, cursar las materias le sirvió para adquirir más conocimientos. Es una persona amigable y positiva que se refugia en la seguridad de saber que su trabajo lo hace bien.
"La escuela del trabajo fue una gran formadora para mí, los profesores tenían una gran calidad (académica)", resaltó con el pecho lleno de orgullo.
Cuando iba al colegio "en esa época había que pelearla para entrar a los talleres", a pesar que San Francisco era una ciudad ícono a nivel industrial. La receta de quienes han perdurado como él en estos trabajos a pesar de las dificultades se basa en el interés.
"La curiosidad es fundamental en esto y en todo. Tenés que tener ganas de sentir que hacés algo y estás satisfecho de eso, de progresar", concluyó.
No es poca cosa, es casi como un consejo de vida. La curiosidad movió a los grandes inventores a tener el mundo en que vivimos, y en el caso de Sergio lo llevó a hacer "de oro" ese torno paralelo (que fue reemplazado por el numérico en las fábricas) con el que sigue diseñando piezas perfectas dentro de un taller único.