El sodero de tus días
Walter Allasino incursionó en este oficio siendo muy joven y "sobrevivió" a sus cambios. Heredó el negocio de su suegro y reconoce que lo que más disfruta es conocer a la gente, quizás esa sea una de las motivaciones para encarar el reparto de todos los días.
En 1967 el suegro de Walter Allasino comenzó un negocio de sodería pero en esa época este sanfrancisqueño todavía no era parte de la familia. Las vueltas de la vida los unieron y cuando corría el año 1992 el señor no podía seguir trabajando.
Se abrió una oportunidad para Walter, una buena porque tendría un negocio con clientela y trayectoria del cual podía aprender y sostenerse económicamente. Era jovencito en aquellos años y pese a que recién comenzaba como técnico electromecánico decidió adentrarse en el mundo de la soda.
"En ese momento yo tenía otro oficio, pero como estaba recién empezando pusimos en juego qué era lo más conveniente y decidí seguir yo al frente", le dijo a LA VOZ DE SAN JUSTO Walter al hablar de su oficio en "Los de Siempre".
"Yo soy técnico electromecánico y recién terminaba en el colegio, era muy nuevo en eso a pesar de tener mis clientes. Este tenía su clientela, buen movimiento y un negocio de más de dos décadas que dejaba un buen rédito", precisó.
Lo da todo por su trabajo, el cual lo tiene en permanente actividad desde "hace muchos años" y reconoce que el tiempo solo hizo que esto le gustara más por eso "trata de cumplirlo al 100 %". Son muchos años ya, pero creo que me gustó y me gusta esta actividad, así que trato de cumplirla al 100 %.
El oficio
Sus inicios fueron a modo de ayudante de su suegro, hasta que después se quedó al frente del negocio. Su oficio no tiene tanta complejidad, pero sí requiere de organización y paciencia; por eso él contó que "no es un problema aprender" dado que lo fundamental es prestar atención y más constancia haya es mejor porque así se aprende el manejo de la máquina.
Después viene la segunda etapa y que quizás requiera paciencia y constancia: el reparto. Todos los días atraviesa distintos barrios de la ciudad adonde tiene clientes los cuales son en parte casas de familia y también negocios dedicados a la gastronomía que todavía ponen sifones en las mesas para los comensales.
"Mi suegro siempre se caracterizó por proveer a comercios y menos en casas de familias, pero yo con el tiempo fui agregándole más casas de familia", agregó. No obstante, pasó mucha agua debajo del puente y el negocio fue cambiando como todo.
"Desde que yo estoy han ido variando muchas cosas, hubo muchas crisis podríamos decir. En la ciudad había muchos negocios y comedores, pero hoy son menos o se dedican a traer aguas con gas y no el sifón", señaló el sodero, y continuó diciendo: "Por eso tuvimos que agregar muchas más casas de familia que por suerte nos da buen resultado".
La otra parte
Con la soda lista, todos los días Walter sale no antes de las 8 de la mañana con los pedidos. Los comercios a los que provee son quienes más tiempo ocupan en esta parte del día. Una vez que su camioneta queda vacía, retorna a la vivienda y vuelve a llenar para seguir el itinerario.
Hay un descanso al mediodía, pero después de almorzar vuelve a hacer soda y completa el recorrido por la tarde. Este sodero reconoce que "hay días más complicados" como los viernes y sábado debido a que hay mucho reparto en casas de familia.
"Todos los días hago los mismos barrios, pero cambia si tenés que ir a la mañana o la tarde o dos veces al mismo sector. Lo vamos organizando dependiendo de lo que necesite la gente. Los clubes o comedores normalmente se hacen todos a la mañana", explicó.
A Walter le gustan las cosas sencillas tanto que lo que más disfruta de cargar su camioneta y salir a repartir es "es estar en la calle, en movimiento y conociendo gente aun cuando no se recuerde el nombre, pero siempre saludan".